...tanta era la duda, que fui a conocer nuevos lugares...
Un día cálido, de sol reluciente, como otro cualquiera en el mundo de Rune Midgrad, marche de mi caserío para aventurarme en mundos donde sólo los más valientes y rudos guerreros sobreviven. Un mundo lleno de coraje, agonía y en ocasiones egoismo. Apenada por dejar el caserío, quise comenzar mi aventura.
Cogí una simple madera del establo, un cuchillo y unas hiervas que recolecté para emprender mi viaje. El viaje iba a ser duro, muy duro, como jamás pude llegar a imaginar; aunque yo no pensaba eso, mientras caminaba por esos campos abiertos intentaba tener la mente en blanco, no pensar sobre mi viaje, ignorarlo por completo para no ponerme nerviosa y echarme hacia atrás.
Tras días caminando, cogiendo experiencia en la cazería con un humilde cuchillo, vi aquella cuidad. Aquella cuidad de que todos en el caserío hablaban, decían que era mágica y sólo podía entrar los guerreros elegidos. Cuando llegué a la puerta de la capital; me paré, respire hondo, muy hondo, jamás lo había echo así. Noté como el aire entraba por mi nariz, respiraba aire cálido, me recordaba a los campos del caserío. Frente a la puerta, con un poco de experiencia tras largos días, algunos en ayunas, miré la fachada de la cuidad. ¡Era enorme! Preciosas rocas medievales cubrían el rostro de la cuidad. Miré al frente, mi mirada tenía la decisión que nunca tuve, las ganas, esperanza y confianza que jamás logré; miré a la puerta y pensé: Retra, llegó el momento. Debes cruzar esa puerta.
Cogí carrerilla y con el cuchillo en mano y corrí hacia la puerta acompañada de un grito ensordecedor. Abrí los ojos y vi que estaba dentro de la cuidad. Era Prontera, la capital de Rune-Midgrad.
Una música de fondo, trompetas, tambores ambientaban la cuidad. Estaba perdida por esas anchas calles y esos edificios medievales. Anduve sorprendida. Desde lejos noté como una brisa fresca me golpeaba la cara. Era una brisa acompañada por agua de la fuente de prontera que había en la plaza. Llegé a la plaza y vi a caballeros con armaduras jamás vistas, con espadas, lanzas y bastones muy raros. Jamás vi todo aquello, era como una alucinación para mí.
No recuerdo muy bien lo que vi, era tanto el asombro que apenas recuerdo. Me dirigí a hablar con una mujer junto a la fuente; me dijo que debía coger una profesión para seguir en la cuidad. Yo, ilusionada por el momento, escogí sin dudar Taekwon.
No era una experta en artes marciales ni nada por el estilo, pero con mis piernas, en ese momento era con lo mejor que podía defenderme. Pasaron unos años, unos años de entrenamiento, de duros combates contra las más tenebrosas y acechantes fieras de aquel mundo.
Yo, convencida de que tenía un buen nivel de artes marciales fui a ver a la chica de la plaza. La chica de la plaza me dió dos opciones si quería continuar en este mundo. Me dijo algo así como: ¿Qué quieres ser para seguir en este mundo jóven e inexperta aventurera? ¿Taekwon Master o Soul Linker?
En aquella capital todo el mundo tenía una soberbia que jamás podía haber imaginado. Yo sin dudar, ni pensarlo dos veces; elegí Soul Linker. Me encantaban aquellas historias y leyendas de espiritus. Ilusionada como la que más, fui a las afueras de la cuidad. Visité cuidades nuevas como Aldebaran; "La cuidad de la tranquilidad". Comodo "La cuidad de la fiesta". Umbala "La cuidad de lengua desconocida". Anduve mucho, pelee, entrené e incluso duelee con algunos humanos guerreros que me encontré en mi paso. Poco a poco, iba aprendiendo la dureza de ser una guerrera en este mundo.
7 años después, logré mucho equipo, toda la experiencia necesaria para poder entrar en los asedios que se programaban los fines de semana. En la taberna, siempre hablaban de lo mismo. Sí había cogido suficientes pociones, si se había equipado bien, si el refinador de la cuidad había descubierto nuevas armaduras... Todo iba enfocado a lo que ellos llamaban "La guerra por el Emperio". La curiosidad me corroía por dentro, quería saber cual era mi objetivo e intenté averiguar si estaba relacionado con aquello que a tantos guerreros conmovía.
Al fin lo averigué, la guerra por el emperio era una concentración de guerreros que, unidos por clanes querían alcanzar la gloria y ser recordados por todos los que vivían en ese tiempo y los guerreros que estaban por llegar.
Una tarde, un Viernes caminando por Lightalzen, me ofrecieron un clan. Yo que ansiaba por asistir a aquella guerra acepté sin más.
Me informaron muchisimo sobre estas guerras, en los horarios que se hacían y que numerosos e importantes guerreros de todo el mundo, hacían miles de kilómetros cada semana para asistir a ellas. Aquí encontré muchisimos amigos, conocí a buenas personas. A veces, armabamos grupos para ayudar a los demás y matar a algún Jefe.
Tras la espera y la intriga de cómo serían esas guerras llegó el día, el gran día mejor dicho. Media hora antes de las 21:00 de la noche, nos citó nuestro lider en las calles de Lightalzen. Cargada de pociones y algunos potingues más, accedí a la reunión. Aquella noche fue fría y estaba empezando a llover. De repente, conforme pasaba el tiempo eramos más en aquella cuidad. Nunca ví tanta gente junta. Los más codiciados y queridos curanderos, magos, paladines, payasos, arqueros, etcétera, estaban aquellas calles. Todos los meses, el mensajero del pueblo colgaba un tablón sobre los guerreros más codiciados del reino votados por los guerreros.
Poco tiempo de la hora, entré a un portal que me transportó al recinto de los castillos. Los castillos que todo clan ansiaba con agonía; grandes peleas y numerosas muertes se vieron por aquellos castillos. Muchos guerreros no podían acabar el día, pues eran asesinados. Yo estaba fiel al clan daba todo de mí, descubría habilidades ocultas de los guerreros, les dopaba con una habilidad que solo los amantes de las leyendas y espíritus poseían.
A las 2 horas, terminó la guerra. Se me habían pasado volando, apenas me di cuenta. Gozé, disfruté y sentí el valor de esas guerras. Eran algo que, como todos decían, no se pueden explicar con palabras. Debes estar ahí para saber que son realmente.
Muchas peleas, victorias y en ocasiones derrotas viví cada fin de semana en aquellos castillos. Al fin logré encontrar el objetivo. El objetivo de por qué me escapé del caserío.
Han pasado muchos años de aquellos tiempos. De aquel día que salí del caserío y llegué a la capital de Rune Midgrad. Desde entonces, intento que aquellas batallas, se repitan hoy en día.
Los tiempos han cambiado pero, el objetivo sigue siendo el mismo; librar grandes batallas con los mejores guerreros en aquellos grandes castillos...
