Es una parte del 3er capítulo.
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No sé como has hecho, pero al final, en mi corazón está grabado tu nombre.
Quiero olvidar. Quiero probar. Quiero olvidar. Quiero probar.
Es lo que canta Blood mientras baila en la ducha.
Con esos labios quiero gastar mi vida entre tus brazos.
Sus movimientos son graciosos y llenos de energía. Han pasado semanas desde que conoció a Masaho y se repuso de su corta crisis de identidad. Y ahora que lo piensa, fue demasiado estúpida al dejarse decaer por algo tan tonto.
Las afortunadas gotas que siguen adheridas a su cuerpo sonríen. La muchacha anda baile y baile, sacudiéndose mientras más agua le recorre todo su divino cuerpo. Las espumas de jabón se deslizan por el cuello y terminan besando los pies. Lloran cuando llegan al azulejo y son desperdiciadas por el desagüe.
Del otro lado de la casa se encuentra Valsione preparando bombas y pociones. Se turna de botella en botella para no aburrirse de hacer la misma cosa cien veces seguidas. Mezcla los ingredientes bastante bien, tan bien que ella podría ser bartender. Sacude los contenedores mientras Blood sacude el trasero bailando. Le alegra que su amiga cante tan fuerte ya que es una buena señal. ¡Hacía falta escucharla cantar! Varias noches preocupadas al notarla tan apagada, más, la campeona ya superó sus penurias. Por poco se le rompía el alma a las dos pobrecillas.
-¡Maldita seas!- brama el Baphomet Jr. A él lo obligan a bombear el agua que se usa en la ducha. Es un sistema bastante simple que tiene una manguera que toma el agua del río por medio de la bomba, y con la misma bomba el líquido es llevado a la regadera y la ducha es posible. Un sistema desarrollado por Angellore, quien también hizo las modificaciones al carrito de Valsione. Angellore es una herrera que no limita su imaginación. Tanto en insultos a Masaho como en sus armas, es creativa siempre.
-¡Más te vale que me des cerveza!- vuelve a chillar Cabra Asesina Jr. Y a los pocos minutos sale la campeona con una toalla que le cubre de los pechos al trasero. Entonces la abusada mascota bufa y deja de bombear. Después ambos caminan hacia la cocina con el mismo paso (aunque el Baphomet da saltitos para poder imitarle la velocidad) y Blood abre el refrigerador sin pena. Saca dos latas de cerveza bien helada y le arroja una a Cabra Asesina Jr. Después, de nuevo caminando al mismo paso, se sientan en uno de los sofás de la casa. Exactamente a la par abren su lata de alcohol y dan el primer sorbo.
Aaaaaaaaaaaah.
Los dos suspiran, contentísimos. ¡Cerveza de la buena! ¡Techno Viking se llama! Heladísima sabe sabrosa. Siguen dando largos tragos y terminan con otro adorable:
Aaaaaaaaaaaah.
Los dos siguen sonriendo y disfrutando de la vida. Tienen su propia fiestecilla ambos.
Knock knock!
Se escucha la puerta. El par de borrachos parpadea, confundidos los dos. Pocas veces reciben visitas. Entonces la campeona se levanta y da varios pasos, acercándose a la puerta. Vuelven a tocar y ahora con más fuerza. Se nota que tienen prisa. ¡Pero ella ni se molesta! Mientras va en su pequeño caminito mueve las caderas al ritmo de la música en su cabeza. Aunque le cueste admitirlo, es buenísima danzando. Poco le faltó para hacerse gitana en lugar de campeona. ¿Qué la hizo decidirse? El placer de tumbar dientes es indescriptible.
Al fin después de interminables segundos de seguir sacudiendo el bote, abre la puerta. Y ésta revela la figura de Eltosian y el joven DX. El caballero tiene un semblante serio y el espadachín tiene cara de felicidad. Y de inmediato ambas caras cambian a una de sorpresa y pena al ver a la húmeda campeona. Poco les faltaría para silbar y aplaudir. ¡Pero son caballeros y hombres educados!
Ella les sonríe y les da la bienvenida. Eltosian tose bastante incómodo y el pequeño DX no retira los ojotes de encima: Blood es un poco alta, tantito más que Valsione. Su piel es blanca y delicada; debería estar bronceada pero aún no se quema tanto.
Los dos espadachines pasan y esperan a su anfitriona. Ella cierra la puerta y les vuelve a sonreír. Siempre es bueno tener visitas. Esos dos han estado ahí varias veces. DX siempre acompaña a su mentor porque está enamorado de Blood. O eso cree el pequeño, ya se le pasará. Eltosian la visita por diversos motivos: entrenamientos, planes de guerra, préstamos y muy pocas veces por ocio. Aunque le cueste admitirlo al caballero, aprecia mucho a la campeona. La vida sería un poco aburrida sin ella por ahí, ¿no? Esa loca que grita y pelea como si no hubiese mañana. De alguna manera le recuerda que él debe hacer lo mismo: disfrutar la vida.
-¿En qué te puedo ayudar ahora?
Una eternidad entre caníbales. Todos ahora mismo en esta casa tienen su uniforme, excepto, claro, Blood, que anda con la toalla puesta y la vergüenza no disponible. No hay mejor diseño para ella que el de su piel ajustada a su figura.
-Primero, vístete.
Ella bufa y después se ríe. Total, hay que darles gusto a los invitados. Así que se disculpa y anda al cuarto que les pertenece a ella y a Valsione. Se quiere solita.
-¿Por qué la mandaste a vestirse?- cuestiona DX algo curioso. Eltosian le explica que no es correcto andar en cueros por todos lados y que además, aunque a él personalmente no le molesta, está casado.
-¡Y tú apenas tienes trece años!- añade el adulto.
-¡Eso no importa! ¡Admirar la belleza no tiene edad!
Y a lo lejos, mientras Blood se ajusta los guantes se ríe con altos decibeles. Se sube tantito más el pantalón corto, azul oscuro, para que quede más ajustado. Éste le llega a poco más de las rodillas y no tiene adorno, enseñando el resto de sus piernas. Sus botas son delgadas, negras con franjas azules, pareciendo zapatillas deportivas y se adaptan bastante bien a la forma de sus pies; éstos son algo grandes pero ella es feliz con ellos porque patea fuerte y corre bien. Su calzado tiene varias correas para apretar mejor.
Si te sientes tantito loca, ponte loca completa.
Eltosian comienza a hablar sobre la misión mientras Blood vuelve casi terminada de vestir: tiene la escotada blusa de color azul pero le falta el chaleco largo de color celeste, aparte del grueso cinturón. Y mientras las palabras y la seriedad fluyen, el Baphomet Jr. se les acerca a los dos invitados con una bandeja que tiene dos vasos con un líquido espumeante, oscuro, y los invita a sentarse en el sofá. Ellos hacen caso, agradecen y Eltosian mantiene su vaso en las manos sin parar de hablar. DX, por el contrario, curioso de saber que es, le da un laaaaaargo trago con el mismo modus operandi de Blood.
En pocos minutos el pequeño anda mareado, con visión borrosa y una enorme sonrisa. Es entonces que sale un Hip! de su boquita.
Blood y Eltosian parpadean. ¿Qué fue eso? Es entonces que apenas los dos notan un olor fuerte, extraño. Sospechando lo peor, el caballero le da un trago también a su vaso. ¡Cerveza! ¡Por Dios, cerveza! ¡Cabra Asesina Jr. sirvió cerveza!
-¿¡Qué tienes?!- ruge Blood MUY sorprendida. Agarra al animalejo del cuerpecito y lo sacude en el aire sin control. El Baphomet se marea y termina con los ojos dando vueltas. ¡Que vergüenza! Eso sí le da vergüenza a la chica… Andar por la calle sin ropa no es problema, ¡pero emborrachar indirectamente a un menor! La pena no le cabe en el cuerpo.
Segundos después, muy molesta, y ya algo recuperada del susto, arroja a la mascota a un lado como si fuese un peluche.
-¡Ay!- se queja el Baphomet Jr. sólo para terminar inconsciente en la pared más lejana de la sala. Se lo merece el maldito.
Después, vemos algo increíble: Blood toma al pequeño espadachín entre sus brazos, preocupada y le contempla. Sí, Blood podría ser una buena madre. ¡Pero nunca lo admitirá! Prefiere repartir dolor y violencia que amor.
Mejor lo deja en el sofá, que descanse. Eltosian suspira y sigue contando.
Ya más tarde la campeona se disculpa incontables veces ante el caballero. Este último sabe que no es su culpa así que no arma faramalla. Eltosian le contará a los padres de DX que el muchachito entrenó muy duro y que se cansó. Por fortuna, no tomó tanto como para tener una resaca pesada.
***
Los tres sonríen. Eltosian, Masaho y Seyren, años más jóvenes, se encuentran entrenando. Seyren, alto como Eltosian en ese entonces e igual de atlético que Masaho. Su cabellera es gris, como el actual novio de Angellore, pero de un tono más oscuro. Tampoco tiene peinado (malditos hombres desarreglados). De hecho, a Masaho y Seyren los confunden de hermanos. ¡Hasta los cuatro ojos son grises! La mayor diferencia entre ellos dos es que Seyren tiene las cejas un poco más finas y largas; la nariz es más tosca y larga, con mentón leonino y labios sencillos a diferencia del trompudo Masaho.
Los músculos aún no están del todo desarrollados por la edad. Muy apenas llegan a las dos décadas el trío.
Los tres son los mejores del momento. Masaho impone la locura e improvisación. Seyren impone el uso de todas las armas posibles. Eltosian impone la disciplina y control. Entre ellos tres pueden acabar con un pelotón entero de enemigos, ya sea monstruos o soldados de algún gremio. Invencibles, podían conquistar el mundo. ¡Pero se les fue el miembro más fuerte! Seyren desapareció sin motivo alguno. No avisó, no dejó nota. Se esfumó como si nunca hubiese existido. Pero, ¡claro que existió! ¿Cómo explicar entonces que dejó heridas en varios corazones? No hay mayor prueba de que existes si posees un corazón ajeno. Los dos miembros restantes lo buscaron sin cesar por todo el reino, la república y territorios inexplorados. Carteles, recompensas, entrevistas, encuestas, todo lo posible. Y nada. Años pasaron buscándolo. Se cansaron de no obtener resultados. Sí, se rindieron. Increíblemente, se rindieron. Fue la mejor decisión o iban a terminar gastándose para nada. Porque hicieran lo que hicieran, Seyren no iba a aparecer. No hasta ahora. Ellos lo sabían bien: Seyren no respiraba más.
Entonces el cielo se desgarra y llueve sangre. Masaho y Eltosian se asustan, aún inexpertos. Seyren les sonríe y es una sonrisa torcida, demoniaca, que se apodera de la sanidad de los otros dos caballeros. Enseguida, el más fuerte de ellos los ataca y destaja en un abrir y cerrar de ojos a ambos. ¿Por qué tan fácil? Porque son casi hermanos y Masaho y Eltosian son incapaces de levantar su espada contra el otro. Son compañeros. Son débiles.
Entre súplicas y maldiciones, Seyren los abandona.
***
El aire se le fue a Masaho. Tiene la mano izquierda en su pecho, la mano derecha en el rostro y los ojos dilatados; los pulmones más activos que de costumbre y el corazón temblando por su existencia. Maldita sea la hora. Su respiración es agitada y la dulce noche no le es útil. Las estrellas fácilmente adivinan que el muchacho tuvo una pesadilla. Una pesadilla que va de la manita con la pesadilla de Blood. Tarde, quizá en otras vidas.
-¿Qué pasa, nene?- susurra Angellore bastante adormilada y perdida.
Los dos están bajo la misma cobija, sobre el mismo colchón y como es obvio en el mismo cuarto. Desnudos, amantes, tercos. Se conocen a la perfección y por eso la herrera se despertó. Notó que su amado se retorcía más que de costumbre.
-Nada, amor. Duerme.- responde Masaho y la rodea de la cintura con sus brazos. Él pega su pecho a la espalda de terciopelo de su amada y cierra los ojos, sólo para golpearla con un beso en el hombro derecho. Ella se ríe en voz baja y con la mano de ese mismo lado le acaricia el cabello y el rostro, domando al lobo salvaje una vez más. A los pocos minutos los dos vuelven a dormitar. Descansen. Lo van a necesitar.
Amarte a ti es un veneno que da vida.
Le dan ganas de correr por ahí, de volar otra vez. Pero ahora no. No esta mañana. Tiene que acompañar a su esposo a la misión. Greyhne y Eltosian llevan pocos años de casados. Se conocieron en una noche estrellada y redonda. Lo que le llamó la atención al muchacho fue ese pícaro lunar debajo del ojo derecho. Un lunar chiquito y coqueto. Justamente en ese momento él irrumpió en la vida de ella. Como un violento azote de puertas, como una tormenta feroz e indomable. Eltosian, caballero renacido, se acercó para saludarla como si la conociera de toda la vida, sorprendiendo a Greyhne, alta sacerdotisa. Y ella, por educación y cortesía, fingió conocerlo también. Fue entonces que poco a poco se fueron encontrando en la calle, en el templo, en el campo, en las aventuras y las guerras. Despacito, muy despacito, el caballero fue rascando cada vez más hondo en el corazón de la chica. Siempre con sorpresas y detalles, con bromas y sonrisas. No, no fue fácil. El pobre muchacho andaba pidiendo consejo a sus amigos y amigas, siempre preguntando. Pero es un buen actor y entonces se veía muy seguro frente a ella. Orgulloso, correcto, justiciero.
Ella, en cambio: dulce, tranquila y calmada. Es de una voz melodiosa que podría hacer de compañía al mejor bardo del reino. Su cabello es castaño y ondulado; dos largos mechones le adornan las mejillas y llegan hasta poco más del busto. El resto de la figura es igual de bendita que Valsione y Blood, casi perfecta. ¿Cómo es eso? ¡Secretos de mujeres! Su vestido de alta sacerdotisa es rosado y el resto de sus accesorios es de otros tonos de rosa. Parece un pastel la muñeca. Sólo sus zapatos de tacón son de color chocolate al igual que las mangas. Y al contrario de muchas de su profesión, ella sí cree en la castidad y pureza, por lo que su vestido no enseña muslo. No, no batalla para andar porque se ha acostumbrado. Y si la situación lo exigiese, tal vez cortaría su vestido o algo. Pero ahora no. ¡Y después de mucho darle vueltas el caballero le declaró su amor! La respuesta tardó tres días en llegar; y fue positiva. Y después de varios años, la boda.
-Perdona que te pida venir pero es importante.- le comenta su esposo con una gruesa voz. Trata de ocultar la verdad, de no decirle todo. Pero cientos y cientos de días a su lado le han enseñado a la sacerdotisa a adivinar sus mentiras. Se oye en la voz. El timbre cambia ligeramente. Sólo poniendo su total atención, logra despojarlo de la máscara de plumas y piedras preciosas. Un sueño o una pesadilla. Quiere amarrarlo en un abrazo y mirarlo a los ojos. Pero duele. Sus almas.
No dirá cosa alguna la dama. No ahora. Ella es tan capaz como él de luchar hasta el final, de caer hasta que sus rodillas se destrocen y no pueda arrastrarse más. Implacable, diosa. ¿De dónde sale tanto espíritu y coraje? De los humanos, claro. Ni los elfos ni los dioses son así. Bendita raza. Sin inocencia y con mil sorpresas.
La pareja camina por las calles de Lighthalzen. Esa ciudad entre cañones y montañas. La ciudad donde la compañía Rekenber ha invertido dinero y tiempo para construirla; ahora es la metrópolis más comercial de la República de Schwartzwald. Ciudad pionera que inventó la vida artificial. Y que ellos dos conocen bien en base a documentos, rumores y viajes. Saben muy bien que algo está mal. Es el instinto quien les dice eso. ¡Pero claro que no van a gritarlo por todos lados! Ahora mismo la situación entre Schwartzwald y Midgard está delicada. Últimamente han habido insultos y peleas entre los gobernantes y eso es peligroso; y si alguien del reino comienza a propagar rumores o cometer crímenes en la república, o viceversa, es la excusa perfecta para romper relaciones.
El plan es sencillo: llegar todo el pelotón al hotel fingiendo que nadie se conoce entre si. Después armar un grupo de turistas para ir a visitar toda la ciudad y notar algo raro. Claro que llegarán a diferentes tiempos y por diferentes rutas. Discretos… incluso a Masaho se le ordenó ser discreto. Él, que es muy obvio y franco, tendrá problemas actuando. El grupo entero es: Greyhne, Eltosian, Masaho, Angellore, Blood, Ark, Vendimia, Lenneth, Sonata Arctica, Sajour, Hypnotize y Valsione. Todos iguales de importantes. No hay magos porque todos ellos estaban ocupados con otro asunto personal de su gremio. Una disputa interna, al parecer. La idea era llamar a Aslak Fauster pero no hubo suerte. Tampoco querían llamar la atención, así que no hubo más insistencia. ¿Y cuál es el motivo de tanta cosa? Que muchos ciudadanos han desaparecido y un número mayor de turistas también. Aunque la república desmiente esa información, el reino se siente obligado a actuar, aunque más parece como si quisiese intervenir con mala intención. Se notan extrañas las últimas decisiones de Tristán.
Como duele no ser uno mismo.
¡Sabes que lo tienes! No te llorarán en esta noche caliente. Ni una lágrima derramada ante el rojo firmamento que se aproxima. Su lengua de serpiente miente. Los espíritus levantan falsos.
Y a lo lejos, Blood llega caminando con Valsione. Para despistar aún más, llegaron de Einbroch. Sortearon varios peligros pero nada extremo. Sólo a la campeona se le olvidó el lápiz labial. No quieren envenenar sus recuerdos. Las amigas avanzan a un suave paso, lento, mirando a todos lados, sorprendidas de tan bella arquitectura y calles tan finas. Lo primero que se ve son varias casitas acogedoras, el departamento de policía y el banco. Más adelante un mendigo, una compañía, la tienda departamental y la estación de tren. Lindos postes que contienen dos faroles adornan las esquinas de las banquetas; el pasto crece a lado de éstas y algunos arbustos también se asoman con timidez y curiosidad. Siempre hay turistas en la ciudad. Otros postes tienen un solo farol y guían el camino hacia el hotel.
Sus lindos pies pisan sobre los miles de adoquines que adornan la ciudad. Parecen azulejos grandotes. Los cientos de corazones rotos de la ciudad vuelan por todos lados; pedazos que nunca más volverán a unirse. ¿Por qué? Porque así es la vida, estimados lectores.
***
Sus ojos están inyectados de sangre. Una mueca de perversión y lujuria por el dolor le adorna el rostro. No hay fondo, sólo la silueta del caballero despedazando cuerpos con las manos desnudas. Ha olvidado toda disciplina, ha olvidado todo honor. Lo conoces. ¡Seyren! Él otra vez. Él no es lo que ves. Todo el mundo duerme pero él siempre anda adelante.
El pobre desea ser real, más no lo es. Sólo es un espíritu que busca venganza. ¿Qué ha pasado con su cuerpo? Fue despojado de este y tirado por algún lado. Por más que él busca por las instalaciones del laboratorio jamás lo encuentra. Lo gracioso es que nadie de su pelotón ha encontrado el suyo propio. Ni Cecil, ni Eremes, ni Kathryne, ni Howard, ni Margaretha.
Fueron torturados, mutilados. Más, nunca revelaron la verdad. Nada de información sobre quien los envió o a que venían. Murieron como héroes sin ser recordados. La prueba más dura la tuvo Seyren: mataron a sus amigos frente a él. Uno a uno. Todos le gritaron lo mismo antes de dejar de respirar:
¡Vive libre, muere honrosamente!
Su frase, ¡su frase! Poco le faltó a Seyren para corromperse y flaquear. Un soplido habría sido suficiente para destrozarlo. No obstante, siguió hasta el final. Ni una sola palabra. Sólo risas dementes que se burlaban de sus verdugos. ¡Enloqueció!
***
Tormenta de acero y sangre. Se va a desatar una tormenta de acero y sangre. Nadie más que la oscuridad y las víctimas verán la tormenta.
Los días pasan y poco a poco el equipo de Eltosian se forma. Unos llegaron el lunes, otros el martes, unos más el miércoles y el último el jueves. Como es común que Lighthalzen tenga muchos turistas, no se levanta sospecha. Y claro, no se han hablado desde que llegaron a la ciudad. Si pasan a lado simplemente no se miran. Llegaron así: Valsione y Blood, Eltosian y Greyhne, Vendimia, Lenneth, Hypnotize con Sajour y Ark, Masaho y Angellore, y Sonata Arctica. Todos tienen la misma orden: ir en viernes al cuarto de Eltosian y Greyhne, el 125.
Esta noche, se encuentran todos en la habitación de Eltosian. Entraron a escondidas de cualquier empleado y cualquier otro huésped a altas horas de la madrugada. El hotel es lujoso, grande, de dos pisos y decenas de habitaciones. Papel tapiz del más caro en el mercado y candelabros hechos a mano con velas gloriosas que no sólo iluminan las habitaciones, sino también los corazones. El servicio es de primera calidad y los trabajadores nunca levantan la cabeza ante el invitado.
El miedo se ríe de todo y se frota las manos.
Los presentes no saben que esperar. El acogedor ambiente no combina con la seriedad de Eltosian. Está sentado en el sillón y está inclinado hacia adelante. Sus codos descansan detrás de las rodillas y el rostro se apoya en los dedos entrelazados. Respira con lentitud, buscando las palabras adecuadas; aunque haya pasado noches en vela pensando en su discurso una y otra vez, no le convencen sus propias palabras. Suspira una vez para romper el silencio, y con tono amargo comienza a improvisar:
-Damas y caballeros. Los llamé aquí porque confío en sus habilidades y en su sentido de rectitud. He tenido el placer de conocerlos por años o de recibir buenas recomendaciones de ustedes. ¿Por qué?, se dirán: porque tengo miedo.
Todos abren los ojos, incluso su esposa. ¿Cómo es posible que él, tan bravo y valiente, tenga miedo?
-Todas las misiones anteriores terminaron inconclusas. No hubo registro de sobrevivientes. Ignoro si escaparon, enloquecieron o simplemente desaparecieron. Lo ignoro por completo.
Y sigue platicando con tono amargo y seco. La misión es encontrar algo raro en Lighthalzen y resolver el problema. ¿Por qué no acosadores y asesinos, que son los más discretos? Porque tampoco volvieron. Equipos de dos, de tres, de cuatro. Nada, todo igual. Incluso pelotones enteros se desvanecieron. Y te estoy hablando de pelotones de caballeros, cruzados y demás, que tenían papel firmado por el rey y la república. ¿Cómo es posible que incluso protegidos por la ley? Es lo que deben averiguar.
Todo comenzó cuando un turista del reino desapareció. Después fueron tres. Al final, fueron unos diez. Lo único en común es que todos habían cruzado a la zona pobre de la ciudad. Sí, esa cochina línea que divide a tan bonita ciudad. La riqueza y la pobreza, cuando el verdadero valor de una persona se mide en la sonrisa y sus ganas de vivir y no por pequeños círculos de oro. Bueno, el punto es que el reino decidió tomar cartas al asunto y la república se mostró molesta. ¿Pues cómo van a acusarlos de ser malas personas? No, señor, eso no está bien. Pero no tuvo de otra que ofrecer “ayuda”. “Ayuda” porque sólo hacía lo mínimo y de mala gana. Los papeles tomaban semanas en ser redactados y otras tantas en ser firmadas. Por más que el reino ejercía presión, la burocracia era igual. Así que el reino entonces prefirió hacer las cosas a escondidas: misiones encubiertas.
El futuro pone cara de perro si se le da la gana.
-Tengo miedo.- repite Eltosian. Y es verdad, teme perder su vida y la de sus compañeros. Más, debe arriesgarse por cuestiones de honor y lealtad. Le debe su vida al reino así que negarse a tan suicida misión no es una opción.
-Pero, los papeles sólo me mencionaban a mí. Las órdenes eran buscar un equipo decente e investigar. Si alguno de ustedes se quiere echar atrás, no habrá registro de ello y yo jamás le reclamaré.
¿Para qué dice eso? Si sabe muy bien que ellos lo seguirán hasta al final. ¡Pero debe asegurarse! ¿Y qué obtiene como respuesta? Una risotada de Masaho. Todos le miran con ojos de sorpresa y algo de desprecio. ¿Cómo se atrever a reír en esos momentos? Yo lo entiendo, la verdad. ¿Qué gana uno con deprimirse si sabe que va a perder la vida? Sólo amarga el momento y no deja disfrutar lo último.
-¿Y crees que YO te voy a abandonar? ¡Sin mí no eres más que una niña!- se burla de nuevo el caballero de cabellera gris. Se acerca unos pasos y se endereza, golpea su propio pecho y su rostro se torna serio.
-Te sigo hasta que deje de respirar.
Y súbitamente se escucha que tocan la puerta y a todos se les hela la sangre. ¡Los van a descubrir! Pasan segundos donde ningún músculo se mueve pero sí millones de neuronas. Surgen muchísimas ideas pero la primera llevada a cabo es de Greyhne:
-Ayúdenme.- susurra mientras le jalonea la capa a su esposo. Todos se arremolinan alrededor del confundido caballero y comienzan a quitarle el peto, las placas, los guantes, las botas y demás. El pobre no entiende un carajo. Parece más como si estuviesen vistiendo a una novia horas antes de la boda.
-Tú y tú, agua. No importa como.- ordena de nuevo mirando a Blood y a Sonata Arctica. El asesino reacciona primero y toma el bote de basura que está a lado de la cama matrimonial. Esparce los papeles por donde sea al tiempo que la campeona ya está en el baño y abriendo la regadera con agua tibia. La feliz cubeta (que siempre seas para la basura y luego te usen para poner agua es una mejora) es llenada hasta el tope y el asesino vuelve a donde empezó todo, y sólo para decir A un lado y después bañar a Eltosian con el agua. Para ese entonces el caballero está desnudo y con una toalla en su cintura. De inmediato todos se apartan de la puerta y se refugian en las paredes.
-¡Señor y señora! ¿Están bien? ¡Hay mucho ruido!- grita una molesta empleada al tiempo que golpea la puerta.
-¿Mmh?- emite el caballero mientras abre la puerta de madera, sequoia, llena de decoraciones.
-Oh…- se limita a decir la anciana trabajadora. Sus mejillas se ruborizan al ver un hombre alto, fornido, lleno de músculos y cicatrices, con cara de pocos amigos y que sólo está arropado por una afortunada toalla, la cual es sostenida por la mano izquierda justo entre sus piernas. Es entonces que la trabajadora ríe, tratando de coquetear con su arrugada piel y su horrible voz. ¡Que gustos! Hasta rubio le salió el muchacho (aunque su cabello es opaco).
-¿Puedo ayudarle en algo?- dice Eltosian con el mismo tono seco y amargado.
-¡Ya lo has hecho, primor!- responde la persona de la tercera edad. ¡Que necedad de molestar!
-Si eso dice, de nada.-
La puerta es cerrada en las narices de la visitante no deseada. Ella suspira y vuelve al cuarto de empleados. Al parecer, no pasó nada.
Ya pasado el susto, Eltosian mira feo a todos. Y se quedan con cara de: ¿Qué?
-Ando desnudo. Fuera de mi cuarto. Los veo mañana a mediodía.
Y salen lo más silenciosos que pueden al pasar varios minutos; y como es obvio, su esposa se queda. Blood vigila un lado de la puerta y Sonata el otro. Al final, cada quien vuelve a su cuarto pareciendo sombras en un oscuro pasillo: no se distinguen figuras.
***
Blood y Sonata Arctica trepan por la pared sin problemas. En una calurosa tarde de verano con el sol acariciando a todos por igual, sucede una infiltración bastante simple: la campeona y el asesino cruz toman su distancia, agarran vuelo y corren verticalmente por la pared. Aunque he de decir que si fuese competencia olímpica, Sonata Arctica tendría mejor calificación al hacerlo con mayor elegancia y gracia (y por caer de pie… no, no es que Blood se haya dado en el trasero pero para aterrizar tuvo que doblar las piernas y estirar los brazos hacia adelante para amortiguar el impacto). De inmediato miran a su alrededor y esperan varios segundos. Sus respiraciones están al mismo compás y son silenciosas; sus oídos se afinan y esperan de nuevo.
Nada. Nadie los notó.
Ante esos ojos azules y celestes se alza la parte pobre de la gran ciudad. Casas descuidadas, al borde de besar el suelo y mucha gente con ropas raídas, rotas. Todo lo contrario a la parte rica. Las caras de la misma maldita moneda de la vida.
El polvo y la basura se pasean por la ciudad como si fuese suya, que de hecho, ES suya. La gente está tan perdida que ni ganas de reclamar nada ni de mejorar. Todo culpa de los ricos que no entienden a los pobres, todo culpa de los pobres que no entienden a los ricos. Son cuadras y cuadras de mala suerte y construcciones frágiles. ¿Qué culpa tienen ellos de haber nacido ahí? ¡Ninguna! La vida es tan especial…
Como sea. El punto es que el guardia no supo ni que le pegó cuando entre la campeona y el asesino le golpearon en la nuca. Ella con una patada usando la pierna izquierda y él con un puñetazo con la mano derecha. Bulto cae al suelo e inconsciente; y de forma inmediata arrastran al cuerpo a un rincón donde no sea fácil verlo… un espacio entre la pared y algunos arbustos secos. Le echan algo de tierra encima y lo despojan de su uniforme. Después con su misma ropa lo amarran y amordazan, dejándolo más humillado que antes. Es entonces que el resto del grupo pasa rápidamente: dos caballeros renacidos, dos altas sacerdotisas, un juglar, un profesor, una herrera trascendental, un paladín y una paladina. Siguen a la deriva y se separan de nuevo. Cada uno buscará en perímetro para hacerlo más rápido.
Susurros y besos llenan el traicionero aire.
Los minutos pasan, pasan y caen del cielo. Entre que preguntan y escudriñan, se les pasa todo. No hay nada raro o extraño que recalcar. De hecho, algunos aldeanos se muestran curiosos y otros asustados. Saben que los turistas que cruzan esa línea no vuelven… ¿Por qué? Ellos tampoco saben a ciencia cierta. ¡Y es malo para ellos! Porque siempre los turistas son los que dan limosnas u objetos. ¡Les arruinan el negocio esas desapariciones!
-Oi, oi.- susurra Sonata Arctica mientras está al noreste de la ciudad. En el suelo se notan huellas casi imperceptibles. Son muchas marcas de distintos tamaños y tiempos; muchas parecen de calzado pesado, como las de un caballero o cruzado. El asesino las nota porque está más acostumbrado a rastrear y perseguir presas. Se queda pensativo y en cuclillas, analizando el suelo. Después, como si fuese un felino, sigue deslizándose por el piso ignorando todo a su alrededor, sólo siguiendo los rastros. Se aleja unos metros de la cochina ciudad, no mucho.
Levanta sus ojos color cielo. Las huellas terminan justo en un enorme tubo de drenaje. Es un tubo grueso y luego otros más delgados a sus lados; el tubo principal no está pegado al suelo, está a medio metro de éste. Para entrar, habrá que arrastrarse y pararse en el tubo, trepar y ver que hay más allá. Todo esto se encuentra pegado de un montecito de tierra. Es como si el drenaje tuviese su pequeña montaña exclusiva.
Un silbido de halcón rasga el cielo. Todo el pelotón lo reconoce de inmediato: una señal élfica que se usa para llamar a los aliados y engañar al enemigo. Se vuelve a escuchar en dos minutos. Los lugareños levantan sus cabezas, curiosos. ¿Qué ha sido eso? En otros cientos de segundos llegan todos los aventureros donde el asesino cruz. Él retira los dedos de su boca y suspira.
Sonata Arctica no pierde el tiempo y explica: las huellas y el tubo de drenaje. Todas las mujeres ponen cara de asco, ¡incluso Blood! Y todos los hombres se resignan. Eltosian le pide al asesino que vaya primero porque es el más silencioso de todos. Éste accede y suspira, preparándose mentalmente y físicamente. Si grupos enteros se han desvanecido, ¿qué podrá hacer él? Vamos a averiguarlo.
Se pone con el pecho al aire y la espalda al suelo. Se arrastra mientras se va colocando debajo del tubo de drenaje que tiene un diámetro de casi 50 pulgadas. Después levanta de la cintura hacia arriba y despacio, despacio, se va poniendo de pie. Aunque está oscuro, alcanza a distinguir las paredes y el camino: a unos cuantos centímetros el tubo se hace horizontal. Estira sus brazos hacia la derecha y la izquierda, afirmándose en el diámetro interior que es de 47 pulgadas. Abre más sus palmas para mayor agarre y tensiona sus músculos sin dejar de afinar su oído. Sus pies dejan de tocar el suelo, sólo para inclinarse hacia adelante y tener de la cintura hacia la cabeza, en el tubo horizontal. Se vuelve a arrastrar igual de lento.
El tubo continúa por un par de metros y de nuevo dobla hacia el suelo. En pocos segundos Sonata Arctica cae de pie con el menor de los ruidos. Y frente a él se abre un ENORME túnel que fácil llega a tres metros de altura. Parecería un pasadizo a un gran cuarto. Ahora se puede mover libremente pero no lo hace. ¡No está cómodo con tanto misterio! ¿Qué esto, eh?
En pocos segundos vuelve a donde el resto del grupo lo espera. Poco les importa a ellos ser descubiertos por los pobres, ya que los ricos no les harán caso. Aparte, es seguro que no vuelvan, así que no hay drama por ello. De nuevo les comenta sus hallazgos.
-Les parecerá increíble, pero está muy limpio ahí dentro.- dice sin chistar. Y es que es verdad, se ensució más cuando se tuvo que tirar al suelo para entrar que cuando se arrastró por el tubo. ¿Y por qué tirarse al suelo y no arrodillarse o agacharse? Porque acostado tiene los brazos libres y listos para interceptar lo que sea que le quiera caer encima, más, nada pasó.
-¿Quién le sigue?- cuestiona Eltosian, esperando voluntarios. Prefiere dar opciones que obligarlos.
-Los hombres.- bufa Blood al tiempo que cruza sus brazos y les mira feo a todos.
-Explícate.- responde Masaho, curioso.
Y Blood señala a las dos sacerdotisas, después a Valsione, a Angellore y por último a Ark.
-¿Eh? ¿Yo por qué?- dice el profesor riéndose. Él es alto, más alto que los demás y de cabello largo que le llega a poco más de los hombros y se lo ata con una coleta; tez pálida sin quemar: prefiere estar encerrado estudiando que peleando en la calle. Ojos negros. Ark, a diferencia de los demás profesores, no lleva un zorro en el cuello: no le gusta pasear animales o pelajes muertos. Lo hace menos imponente pero más reconocible. Su túnica carmín sin mangas pegadita al cuerpo y que termina poco después de la cintura. La túnica tiene bordes y detalles dorados, además de que se abre y cierra con un zipper (lo cual facilita las cosas, según él). Pantalones de un color gris suave, sin bolsillos. Dos cinturones de color azul que tienen gemas del mismo color. Zapatos comunes de cuero y una larga sonrisa debajo de una chata nariz y esto último encima de una dura quijada. Lo más extraño de su uniforme, son las pulseras anchas (de la muñeca al codo) que caracterizan al uniforme de los profesores. Largas tiras de color beige que llegan hasta casi el suelo… tiras que le dan problemas cuando corre o similar.
Es un sujeto muy coqueto, loco y agradable.
-¡Que eres un pervertido sinvergüenza!- brama Blood.- ¡Y ya sabes muy bien como son sus ropas!-
Si los vieras de lejos, te sería gracioso ver a una campeona echándole pestes y maldiciones gitanas a un profesor que es su amigo. Y todos a su alrededor tratando de calmarla. Es que para ella es muy molesto que quieran espiarla mientras se ducha o cambia. Ark tiene muchas mañas pero a pesar de eso, es alguien versátil y leal.
Eltosian rueda sus ojos y se acerca al tubo. Sonata Arctica entra de nuevo y es seguido por Eltosian, quien batalla un poco más al tener una armadura gruesa.
Es entonces que el silencio reina el lugar. Blood notó algo… peculiar en Masaho. Algo muy peculiar y sobresaliente. ¡Una Atroce Blade en su espalda! Una espada que mide cerca metro ochenta (lo mismo que el caballero) y no tiene muchos detalles: una hoja gruesa y larga que parece más machacadora que cortadora, y que termina en punta. El mango es de 30 centímetros, así que un metro y medio son de puro metal.
-¡¿Cómo pretendes meter eso por ahí?!
-Esto…
Blood se lleva la palma derecha a la cara y la arrastra hacia abajo, haciendo un gesto de “Maldito tonto”.
Y como respuesta a eso Vendimia suelta una risilla. Ella es de menor estatura que Angellore y tiene el cabello también castaño claro, sólo que el de la alta sacerdotisa cae en dos largos mechones hacia los lados y en dirección a sus pechos. Su tez es la más blanca de todas las presentes (considerando que el asesino está del otro lado del tubo ya). Tiene una fina y delicada nariz con una boquita pequeña. El mentón es un poco más afilado de lo normal pero nada malo. Sus facciones son delicadas e inspira un aire de paz. Lo más extraño son dos cosas: ojos miel de un tono oscuro y una cicatriz larga que empieza en el muslo izquierdo y termina en el talón del mismo lado. Claro que la cicatriz es tapada por la liga con encaje de su uniforme. Uniforme, que por cierto es negro y tiene detalles rojos: las ligas, las muñequeras y la cruz. Se ve más gótica que una servidora de Dios.
Y ahora que lo pienso, todo el grupo es una bola de raros sin remedio.
Vendimia se sigue riendo y abraza a Masaho, el cual queda con cara de ¿Eh? y Angellore queda con una cara de rabia y celos y de ganas asesinas de matar a la sacerdotisa. Aunque la herrera quisiera matarla, no le sería fácil. Vendimia aguantó un envenenamiento a manos de Beelzebub, así que un carrazo no es tan mortal. Es más, sería una caricia comparada con todo lo que ella sufrió por el veneno.
-¿Así que por fin hiciste lo de tu Atroce?- le pregunta Vendimia cuando lo suelta.- ¡Y aparte te conseguiste una linda novia!
Angellore sigue con la cara de pocos amigos y se acerca a su hombre y lo sujeta con firmeza del brazo derecho.
-¡Mío!
-Eso ya lo sé.
Vaya momento para armar una escenita de amor, ¿no? No obstante, es necesario para aliviar tanta tensión.
-Tengo una idea.- dice Vendimia. Y discute con Greyhne. Entonces ellas dos solitas entran al tubo sin avisarle a nadie. Ark no miró. Batallan también pero lo logran sin mayor complicación.
-¿Eh? ¿Qué hacen ustedes acá?- cuestiona Eltosian, curioso. Ellas no dicen palabra algunas. En cambio, juntan sus manos y se concentran bastante. La energía de sus almas fluye de una a la otra; el aire se hace más pesado y se cansan tantito. Después se sueltan y suspiran. Se regresan como si nada a donde están los que no han entrado.
-¡Abra cadabra!- entonan Vendimia y Greyhne al tiempo que hacen una coreografía muy graciosa y sin sentido. Todos los presentes quedan con una cara de What?
Del suelo, justo enfrente del tubo, surge un círculo azulado. Una luz emerge de este dibujo hecho por las sacerdotisas: un portal. El primero en entrar y sin hacer preguntas es Masaho, seguido de Angellore y el resto del equipo.
-¿Cómo lograron eso?- pregunta una curiosa paladina. ¡Puros curiosos y metiches en este grupo, además de raros! Ella es la más alta de las damas del grupo. Es más fuerte que Blood pero no tan ágil y flexible. Su cuerpo está entrenado al límite pero eso no le quita lo guapa que es: un largo y abundante cabello, suelto, que apenas a la altura de los hombros se tuerce en una trenza que llega hasta el trasero. Sus finas cejas tienen encima un casco hecho del cráneo de un demonio. ¡Es un cráneo del Baphomet grande! Se usa a modo de protección e intimidación. Ella misma lo despellejó, limpió y talló. Su piel, igual que cualquier buen espadachín, está quemadita. El cuello es algo grueso y su peto es de color azul con bordes y detalles dorados. Es una sola pieza. Ella, como está con raros, es rara: no muestra vientre ni mucho menos pierna. Lenneth toma en serio su profesión, y mostrarle puntos débiles al rival no es bueno. Usa una falda blanca gastada y algo descolorida, larga. Sus botas son del mismo color que su peto y también tienen detalles color oro. Son botas de metal que terminan en punta, graciosas. No usa capa. La considera un impedimento para desenvolverse en una pelea. Su voz también es la más ronquita de las damas del grupo.
-¡Secreto de sacerdotisas!- dicen al unísono y se ríen. Lenneth pone una cara de fastidio y suspira:
-Como es imposible que una sola persona haga puntos de portal en algunos lugares, fueron dos personas. Gastando más magia de la usual, debe ser posible guardar puntos donde no lo es.
-¿Si ya sabes para que preguntas?- interviene Ark, curioso. ¡Y dale con meterse donde no les llaman!
-Porque lo acabo de descubrir.
La paladina les guiña el ojo y entra al portal, esperando lo peor.
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Comentarios, por favor, que quiero mejorar xD