No lo entiende. Sencillamente no lo entiende. ¿Cómo es posible?
¿Cómo terminó todo así? Él casi postrado, con la rodilla derecha hacia arriba y la izquierda recargada en el suelo. Se encuentra apoyado en su espada negra con ambas manos. ¡Ambas manos, por Dios! Siempre usa una con ese tipo de espadas. Incluso la Atroce Blade ha logrado dominarla con sólo cinco dedos. A base de entrenamiento y costumbre, se ha hecho de los mejores espadachines del reino. ¿Entonces cómo demonios, su amigo, que ahora es un espíritu vengador, es mejor que él? ¡Es un vil espíritu! ¡Ellos no entrenan ni mejoran! ¿Acaso tanto es el odio hacia lo vivo? Dios, que asco. El ser humano era de una manera y el espíritu es de otra. No le cuadra, simplemente no le cuadra.
Su vida por perdida ya la dio.
Respira pesadamente y sangra a chorros. Son aspiraciones atropelladas y exhalaciones apresuradas. A decir verdad, podría estar mucho peor. Podría faltarle un brazo o una pierna… Pero no es así. Es como si el espíritu, a lo largo de años de masacrar inocentes y culpables, ha aprendido a disfrutar el dolor ajeno. Suena demasiado irreal pero es lo único lógico que se le ocurre. ¿Por qué ha pasado esto?
A su alrededor, la mitad del equipo completo está en el suelo. Todos han sucumbido ante el poder, aparte de que están exhaustos de haber peleado contra otro fantasma. Esfuerzos sobrehumanos. Repito, ¿no son dioses? Cualquier otra persona se habría roto en cuerpo y alma, pero ellos siguen con lo mismo: tercos e imparables. Aunque el universo esté en su contra, siguen blandiendo sus armas y sus gritos no cesan. No ven diferencia entre rendirse o morir.
Lenneth, Vendimia, Angellore, Blood, Ark y Masaho mismo. Del otro lado del terrible laboratorio, se encuentran Grahnye, Eltosian, Sonata Arctica, Sajour, Hypnotize, Valsione y un sobreviviente, Aslak Fauster.
Sin notarlo, una lágrima se le escapa de su ojo izquierdo; sólo siente que un líquido se desliza por su mejilla. Retira su mano del pomo de la espada y pasa los dedos para limpiarse lo que cree sangre. Pero, aún en sus sucios dedos, protegidos por metal y cuero, nota que eso no es el preciado líquido rojo. Maldice y vuelve a apretar los ojos. Seyren ni se inmuta porque aquél caballero contra el que está peleando nunca baja la guardia. Aunque junte sus párpados, él sabe que Masaho está alerta siempre. Con su fino oído escucha y vigila todo: más de una vez trató de tomarlo por sorpresa pero es imposible.
Pero lo que el espíritu no sabe es que Masaho se está rompiendo. Se ríe amargamente el pobre desdichado y sus ojos se siguen humedeciendo. Está expuesto a un ataque. Se está fracturando por dentro como un grueso vidrio atravesado por un puñetazo. Está el agujero y las fisuras se siguen expandiendo, poquito a poquito, hasta que el vidrio se haga pedazos. La voz se le va, los músculos no responden y su corazón late con violencia, con odio. Aguantó bastante tiempo contra el que podía llamar hermano.
-Eh, mocoso, de pie.- brama Blood. Ella no está en un mejor estado: su puño izquierdo está ensangrentado y cree tener algunos dedos fracturados. Tiene múltiples cortes en todo el cuerpo, al igual que Masaho, pero a la campeona le fue peor al no tener una armadura. Su rodilla derecha tampoco anda en perfectas condiciones, haciendo difícil que salte o vuele, incluso que camine. ¡Ella también se está rompiendo! Pelear contra el hombre que amaste y no por gusto ha de ser feo. Sólo una chispita está dentro de su interior, y esa chispita está aguantando el cuerpo y el corazón. Una fortaleza casi inquebrantable.
Lo gracioso es que los dos tienen lágrimas en los ojos. Masaho desea poder llorar y Blood se niega a hacerlo.
Ella de pie, ya a su lado. Él de rodillas, casi en el suelo. ¡No entiendo! ¿Por qué querer detener lo inevitable? ¿Qué caso tiene resistirse a la muerte?
Sus cuerpos son demasiado frágiles si los comparas con el mejor de los castillos. Estas construcciones aguantan cientos de ataques y siguen de pie. En cambio, Blood y Masaho no soportan tanto. ¿Entonces por qué insisten?
El laboratorio es oscuro y tiene algunas fuentes de luz en el alto techo. Tiene muchas escaleras y desniveles, rampas y pequeños precipicios. Es un lugar bastante lúgubre, si me lo preguntas. Aunque sean instalaciones muy modernas y bien elaboradas, el lugar no es agradable. Los grises pasillos parecen infinitos y llevan a caminos sin salida. El aire es pesado, está repleto de muerte y odio. Dos zonas están inundadas: hacia el norte del lugar y al sureste. En el resto del nido de experimentos se encuentran plataformas y rejillas derribadas, aparte de tubos de cañería cortados y que no muestran su destino. Parece más depósito y tiradero que un laboratorio de experimentos humanos.
En estos momentos, un buen tequila le caería de maravilla a Blood. Incluso sake… ya de perdida ron, por Dios. Ella desea que llueva tan siquiera ron. ¡Piña colada, al menos! La pobre reza por dentro queriendo que pase eso. Pero sabe muy bien que no va a pasar. Nunca. A lo mucho lloverán ranas, no alcohol. Aunque pensándolo bien… si toma alcohol, le hará daño a las heridas.
¡Bah, que importa! Quiero alcohol.
-Mocoso.- dice Blood.
-Dime.- responde Masaho.
-Si salimos de esta, me vas a pagar una ronda de cervezas.- amenaza ella.
-Si salimos de esta, vamos a tener un duelo tú y yo.- amenaza él.
-¡De acuerdo!- exclaman al mismo tiempo.
Ahora ambos ya están de pie. Masaho se tuvo que levantar despacio con mucha voluntad. Fortaleza física la tiene, pero pelear contra Seyren se está volviendo una complicación. Blood ya estaba de pie. Ella tiene la voluntad pero no la fortaleza física.
Ni Lenneth, ni Angellore, ni Vendimia, ni Ark se pueden parar ahora. Están muertos… del cansancio. Fueron los primeros que tomaron daño. Entre ellos seis, apenas acabaron con Kathryne Keyron. ¡Fue de lo peor! La muy maldita era de elemento inmaterial. Así que Blood no era amenaza alguna pero aún así insistió en atacarla. Nunca dejó de repartir patadas y puñetazos.
Las flores florecen sabiendo que van a morir.
La batalla de Seyren, Masaho y Blood continúa. Han pasado más minutos y sigo sin entender como esos cuerpos siguen obedeciendo a sus locos corazones. Empapados de sudor, sangre y lágrimas. Realmente dan lástima al verlos tan maltrechos y sin parar de pelear. Seyren, por lo contrario, no muestra signos de agotamiento y mucho menos de dolor. Casi podría llamarse el guerrero perfecto… ¿No será para eso que experimentaron con ellos? Aunque los documentos dicen otra cosa, la verdad. Resultados inesperados, tal vez.
El aire está más tenso que antes y sigue apestando a muerte. Sólo Dios sabe cuantos han muerto ahí sin recibir un entierro digno y sin notificar a sus seres queridos. Lo peor es que ni los cuerpos quedan: son desmembrados y arrojados en partes por todo el laboratorio. Y ese, justamente, podría ser el destino de nuestro grupito. Es posible que terminen siendo nada más que basura y carroña. Es muy posible que mueran luchando hasta que dejen de sangrar.
Están hartos de tan dolorosa pesadilla. Blood hasta fantasea con darse un baño con uno… bueno, veinte tequilas. Dejar que el alcohol le devore la piel y le lave las cicatrices. Dejar de existir, le encantaría. ¡Pero no puede! ¡No ahora! Tiene mucho por hacer: patear el trasero del espíritu del hombre que amó, vencer a Masaho en un duelo y gozar con cientas de rondas de cerveza que el mismo patrocinará, y si acaso, tal vez, tener sobrinos de Valsione y nietos propios. Falta mucho, eso sí. Pero está dentro de sus planes.
El tiempo pasa. No son capaces de diferenciar entre un minuto y una hora. La realidad es una: son figuras hechas con palillos de dientes peleando contra un rascacielos. Van a ser aplastados, o al menos deberían. Eso indica la lógica. ¿Pero desde cuándo mis amigos son lógicos? Contra viento y contra marea, contra el bien y el mal. Contra ellos mismos. Nunca dejan de combatir estos locos.
¡Ah, dementes!
Se separan unos metros, dándose un respiro (aunque Seyren lo hace más por respeto que por cansancio).
-¿Por qué serás tan guapo?- se lamenta Blood. Seguro es una pena tener que acabar con la belleza, del tipo que sea.
Y dicho esto, tensa todos sus músculos una vez más. Hasta su rostro se torna serio y la sonrisa desaparece. Todas las heridas que tiene su perfecto cuerpo parecen no estar. La sangre ya está seca y sus puños listos. Poco le importa tener unos dedos y unas costillas fracturadas…
Lo gracioso, es que aunque no se digan palabras, Masaho y Blood saben muy bien que se van a turnar esta vez. Guerreros que no intercambian sonidos vocales pero sí miradas.
¡Blood carga contra su amor! De forma literal y figurativa. Es tiempo ya de arrancarse ese sentimiento de raíz que sólo logra sufrimiento físico y emocional.
-Más, si te acercas un poquito más, me meterás en ti.- canturrea de forma burlona la muchacha. Seyren alza su espada y se pone en guardia… Es raro: ha estado recordando sus disciplinas y costumbres al pelear contra ellos. Por unos últimos momentos, tiene honor, tiene gloria, tiene amor. Al verlos tan llenos de coraje y motivación, ha decidido poner de su parte: enfrentarlos como era antes. Seyren Windsor, caballero excepcional y leal.
Lo que sigue es un intercambio de patadas y puñetazos contra estocadas y sablazos. Los dos peleadores están sin nuevas heridas. Blood prefiere no usar un mazo porque la hace más lenta, además de que le quita toda la gracia. Seyren, en cambio, tiene una afiladísima Katana entre ambas manos. Por ahora no usa más armas… Recordemos que él empezó a usarlas todas y contagió el estilo. Masaho y Eltosian sólo lo imitaron, aunque cada uno desarrolló su propio estilo.
Los choques entre los huesos y carne de los nudillos contra el metal fantasmagórico de la espada, resuenan en todo el pasillo. Si los quisieras encontrar, bastaría con seguir el sonido. Pero si fueses inteligente, huirías cuanto antes de ahí. ¡Es que es terrible! La decaída figura de la campeona que se niega a morir contra el vengativo espíritu que nada tiene por perder. La chica chorrea sangre al abrir las heridas recién cerradas y el fantasma emite aires extraños.
Entonces, Seyren, levanta la espada por encima de su cabeza con ambas manos. Masaho pensó que sería un ataque frontal, de los básicos. Pero el espíritu gira el arma entre sus dedos, ahora con la punta de la espada hacia Blood. ¿Qué es eso? Ninguno de los dos sabe. Y es una técnica que más adelante los caballeros van a utilizar.
Spiral Pierce!!
¡Con una espada!
Blood queda atónita. No se mueve, no puede. Sus ojos fueron incapaces de seguir los movimientos de la espada. Sólo la vio desaparecer y volver a las manos del caballero.
-¡Cúrate!- ruge Masaho mientras se interpone entre los dos combatientes.
-¿De qué hablas?- cuestiona Blood sin entender un carajo. Luego, una helada brisa se siente muy hondo, hasta los huesos. Demasiado fuerte para ser una brisa cualquiera. Los ojos de la campeona apuntan a donde sintió eso… Y estos mismos se dilatan: tiene una perforación en el abdomen, hacia el lado derecho. Sólo queda pensar que la Katana entró y salió por ahí. Es una perforación ancha: diez centímetros de diámetro.
La chica cae de rodillas y sujetándose la herida. La sangre se desborda de entre sus dedos y las lágrimas se escapan de sus ojos. ¿Por qué soy tan débil? se cuestiona ella. El aire y la sangre se le están acabando, lo mismo con las ganas de pelear.
Batalla para respirar y para seguir pensando. Todo se nubla, todo se vuelve rojo. La vida la está abandonando… Escucha los coros celestiales y mira a los ángeles abriendo sus brazos para recibirla. Quiere escupirle a todos esos entes alados pero ni es posible para ella. La vida la está abandonando.
¿Ah? ¿Qué es esto? ¡Me he adelantado! Les ruego que me disculpen. Les diré como comenzó todo, ¿va? Todo fue… ¡No me odien! ¡Es culpa de ustedes por llegar tarde! Ya, ya, que seguro Blood se nos muere, ¿así que para qué tanto drama? ¡Como sea!
No, tienen razón. De eso ya sabrán después con el reporte que hará Eltosian. Mejor pasemos al otro equipo.
Oh, bueno, todavía no. Sigamos. Hay que darle al público lo que quiere.
Parece que a Blood le salen alas de fuego. ¿Por qué? Porque se levanta con todo y herida mortal. Vuela, campeona, vuela. Corre como alma que lleva al diablo y se apoya en ambas piernas, sólo para saltar y en el aire, interceptar a Seyren con una patada con la pierna lastimada en el rostro. Y mientras va cayendo, otra patada con la pierna sana ahora en el pecho. El espíritu parpadea, confundido. Esos últimos dos impactos… realmente dolieron. El pobre alcanza a ver como Blood no cae al suelo porque se apoya en sus manos… Ahí es cuando ella parece una bailarina exótica: las manos bien plantadas en el frío suelo y las puntas de los pies hacia arriba, demostrando perfecta coordinación y equilibrio. Los codos sin doblar y el cuerpo sin arquear. Los ojos en blanco.
-¿Qué demonios…?- susurra Masaho a lo lejos. Justo cuando iba a recoger a su compañera caída, ella cayó inconsciente. Y de inmediato se puso de pie.
La noche estaría encantada de verla tan salvaje. Su llama brilla más allá que la Tierra.
Parece que Blood baila break dance al dar tantas patadas con sus manos y antebrazos apoyados en el suelo. Son movimientos inhumanos.
Y normalmente le sería imposible bailar eso porque requiere de mucha fuerza abdominal… y tener una perforación de diez centímetros de diámetro en el vientre es feo. Además de que las tripas normalmente se saldrían por ahí. Pero no, el secreto será revelado después.
Pelea inconsciente la condenada, terca hasta la muerte. Herida de gravedad y con los ángeles tratando de jalarla de vuelta al paraíso. Pero no, ella no quiere desaprovechar su cuerpo frágil y mortal. Se ata a su propio estandarte: el orgullo.
La cabrona escapó del Edén y se pone de pie, manteniendo sus puños hacia abajo y los ojos aún en blanco con el cuerpo perfectamente derecho. Se ve imponente y temible. Emite un aura rojo, un aura peligrosa. Realmente se ve que tiene alas de fuego. Aunque reine la oscuridad, ella siempre volará. Parece que resurge de las cenizas como el ave Fénix. Casi me dan ganas de derramar lágrimas con tanta demostración de coraje, orgullo y lealtad. Aunque sea una borracha, es alguien respetable y de honor intacto. Y es todo esto lo que le cae de golpe a Seyren. Con sólo verla así, comprende que ahora él es el perdido. Más, aún siendo un vil espíritu, la esperanza es lo último que se pierde.
Sin palabras se lanzan al combate una vez más el espíritu y la campeona. Los huesos crujen. Los dientes rechinan. La sangre se derrama. Y la muerte acecha muy de cerca a los dos, expectante del resultado (no me preguntes porque la parca quiere llevarse a Seyren también, seguro porque se le escapó o algo). Imagina lo increíble que es la batalla como para que ella no sepa quien gana. Ya todo terminó, sabes. Todo el amor que hubo entre esos dos, se fue. Seyren alguna vez llegó a mirarla y pensar que sería una campeona comprometedora. Pero el verdadero Seyren, no éste: espíritu malévolo, sediento de sangre y dolor.
Cada vez que me acuerdo de esto, me río.
Blood ruge una penúltima vez. ¿Cuántas horas han pasado en realidad? Pocas pero como bien dije, parecen eternas. Y no creas que las horas se han desperdiciado ya que han cambiado las vidas de los del pelotón. Sus mentes nunca olvidarán el dolor, el sufrimiento, el terror y la gloria. Sí, gloria. Gloria de peleas tan épicas y duraderas, locas. Y con tal rugido una chispa de miedo surge en el espíritu vengativo. Sabe que viene lo feo, de alguna manera lo sabe.
Blood mantiene una distancia prudente entre Seyren y ella misma. Unos cuantos metros. Las esferas de su alma surgen, son consumidas para entrar en un estado de furia y vuelven a emerger. Parece la reina del mar. Las ondas de energía parecen las olas de éste. Y si cae, ¿qué es la vida? ¡Si por perdida la dio desde hace años!
Blood ruge una vez más. Ella es libertad, ella es su propia diosa. Todo a su alrededor parece insignificante, todo incluso sus amigos. Masaho que está atónito y los demás que no se mueven. El espíritu teme por su vaga existencia y suspira. Aunque no sale ni entra aire, es el gesto que podemos interpretar como un suspiro, ¿no? Los hombros suben y bajan, y luego la boca se abre. Un suspiro.
Sangre derramada por inocentes y culpables, por una guerra silenciosa que va a estallar.
No, no hay culpables más que la avaricia, el poder, el miedo y demás emociones malditas. Esas emociones que pueden llevar tu alma al infierno.
Y Seyren enfunda su espada y flexiona sus rodillas. Inclina su torso hacia adelante, ya listo para su primera muerte (porque recuerden que no es el verdadero Seyren del todo). Parece un samurái. Un duelo entre la campeona y el caballero renacido. En sólo segundos, se disputa todo… Y se lanzan a eso, a resolver el conflicto.
De lejos sólo vemos figuras moldeadas por años y años de lucha, de dolor, de gusto. Ningún dios impedirá el final de ellos. El cielo los está castigando a los dos por males que nos hicieron. Ningún dios impedirá la colisión entre los dos entes llenos de poder y coraje.
Asura Strike!!
Por un lado, y por el otro
Ignition Break!!
Y una explosión de fuego envuelve a las dos siluetas, evitando que alguien ajeno al encuentro pueda distinguir que pasa. Las llamas producidas por el caballero son de un diámetro de tres metros. Todo ha llegado a su final. No más dolor, no más ira. No más esperar.
-¡BLOOD!- chilla Masaho mientras intenta andar. Sus piernas no responden por ahora por más que trata de moverlas. Se maldice a si mismo por ser tan débil, por hundirse. Por tener miedo… Y reacciona: tira su espada a un lado y con ambas manos se aprieta el muslo derecho. Luego hace un esfuerzo descomunal y levanta su pierna, para después arrojarla un paso hacia adelante. Si tus pies no sirven, usa tus manos. Así anda varios pasos… que realmente, se vería ridículo si no fuese por la armadura rota, la sangre, su rostro de histeria y sus compañeros caídos. Ahí se ve perdido.
Y adivinen que… el estandarte del orgullo sigue en pie. Una mujer increíble.
Para defender a sus amigos y su fe luchó sin tregua y con valor. Las llamas no son suficientes para acabar su débil cuerpo. La victoria se ganó. ¡Ella nunca arderá en la hoguera! Se niega a morir. ¡Tremenda mujer! Y justo enfrente suyo, Seyren se está desvaneciendo. Como si fuese una figurilla hecha de cuerdas, poco a poco se va deshilando. Él le sonríe a ella y extiende su mano, mano que Blood normalmente tomaría. Pero no ahora que está inconsciente. Sí, queridos lectores, todo esto lo ha hecho con el mero instinto. Una guerrera de corazón. Y lástima por Seyren que no es correspondido en la despedida. Pero no importa, él entiende la situación. Voltea hacia Masaho… y le sonríe.
Entonces desaparece de la vista de todos.
Otra vez la mente de Masaho hace un crack. El pobre ya está demente. Un alarido de dolor y falta de juicio no se hace esperar; alarido que parece el chillido de un dragón. Cae de rodillas, ya sin energía y sin ganas de moverse. Comprobó que su amiga está bien por ahora. Falta tratarle las heridas… A ella y a todos. Pero eso no le importa ahora, está agonizando por dentro. Está ardiendo por dentro. Realmente podría morirse de tristeza. ¡Pero muchacho! ¡No te rindas aún! ¡Te falta mucho por vivir! ¿Y tu mujer? ¿Y tus amigos? ¿Y tu honor?
Ella se acerca.
Y creo él que me escuchó porque se levanta a los pocos segundos. Su figura da lástima: de pie y casi destrozado, lágrimas que se mezclan con la sangre y un equilibrio falso. Se va a caer, se va a caer… Y cae sobre una Blood que lo abraza estando los dos de pie. Ella sigue sin conocimiento, el instinto mismo actúa. El caballero renacido se ríe entre dientes y le susurra:
-Te debo una ronda.
***
Tonto corazón.
No hay sangre. No aún.
Sólo moretones y orgullos partidos. Grahnye está de rodillas y exhausta de tanto curar a sus compañeros. Sajour es el que recibió sólo el daño. No sangre, no cortes, no desmembramientos, sólo daño. Valsione ha agotado sus pociones y Sonata Arctica está estresado. Hypnotize contempla sus cuerdas rotas y la madera astillada; le partieron la musa en dos. Aslak, en cambio, está inconsciente y casi sin vida. Eltosian, del otro lado, está más que harto y enloquecido. Se está quebrando.
¿Por qué?
Porque Howard Alt-Eisen es su enemigo. Ese herrero tan poderoso y majestuoso que alguna vez educó a Angellore, es su enemigo. Un demonio en persona, pero de los que no logran llegar a nuestro mundo por medios normales. Entonces dirás, ¿cómo carajo está ahí? Ellos tampoco saben. ¡Y mucho menos yo!
Destino cruel que los obliga a defender los frutos de una traición. Una mujer todo un reino condenó. No entienden la situación y no la han elegido. Aún desconocen todo lo que está detrás del velo. Pero eso no les impide sentirse mal y tener que defenderse. En infinitas ocasiones peleamos contra nuestro destino sin saber porqué. Siempre hemos de afrontarlo con al frente en alto y una sonrisa, ¿no crees?
A simple vista Howard parece un oscuro herrero renacido: musculoso, ágil y resistente. A simple vista se nota que es un espíritu igual que Seyren. Su tenue color de piel y su falta de respiración. También la falta de emociones o el pícaro brillo que tuvo en sus ojos alguna vez, es notorio. Eso y sus retorcidos movimientos que parece una serpiente.
Al final, pudiste tenerlo todo, mi imperio de suciedad.
¿En qué se han convertido? En demonios internos. Tantas ironías en la vida. Ironías que Eltosian no comprende ni quiere hacerlo. Él está mal, muy mal. Su respiración es errática y sus extremidades tiemblan. Los dientes rechinan y los ojos están inyectados de sangre. No está de humor, en simples palabras. Él realmente cree que el destino le está haciendo MUY malas pasadas; malas, malas. Feas pasadas. Más, muy en el fondo espera que sus amigos la estén pasando mejor porque tanta ironía y coraje no se lo desea a nadie. ¡Pero está equivocado! Masaho está casi retorciéndose por puro dolor psicológico, Blood tiene un túnel en su abdomen y los demás respiran muy apenas. Pasarán un par de horas antes de que puedan echar a andar sus piecitos.
Eltosian se lamenta. Si pudiera él volver a empezar todo sería mejor. Habría traído más gente. De hecho, habría atacado de lejos con magias poderosas y explosiones. Habría desecho el lugar para que nadie pudiera entrar. A nadie le desearía tanto sufrimiento, ni a su peor enemigo. ¡Pero no existe regresar el tiempo! No aún… Aunque seguramente Kafra Corp. tiene esa tecnología pero no la comercializan.
Minutos.
Horribles y angustiosos minutos. Todos al suelo tal como el equipo que descansa del otro lado del enorme laboratorio. Sajour ya no pudo sacrificarse por los demás y el dolor es infinito. Pocas ganas tienen de luchar. Incluso Sonata Arctica anda sentado. Valsione abrazando a su Lily la cual está hecha un mar de lágrimas. Debe darle esperanza. Grahnye por unos segundos cuestiona la existencia de su Dios y a Hypnotize se le van sus musas una y otra vez; tararea canciones y las pierde… Ah, es que él es un juglar muy silencioso excepto cuando toca la guitarra o el violín. Aslak sigue exhausto aunque ya más estable. El único de pie, también con alas de fuego, es Eltosian. Sí, también está poseído por el orgullo y el coraje. No, aún no está inconsciente y seguro no lo estará, sólo demente.
Es cierto, falta algo de protagonismo por parte de los demás pero están al borde de la inconsciencia así que no se pueden dar ese lujo, no aún.
Con las botas bien clavadas al suelo y la lanza en la mano derecha apuntando hacia el cielo, como retando a los dioses a que ayuden a Howard. No le teme a la oscuridad. Cada noche vigila el sueño de su amada pero eso no significa que tenga que descuidarla de día. Sus dientes siguen rechinando y la sangre hierve en su interior.
Él ha de esperar hasta el final para vengarse por ti.
Arderán en la hoguera por defender su fe.
El caballero carga contra el espíritu sin pensarlo. Cuando un metro separa a ambos combatientes Eltosian arroja la lanza como lo hizo alguna vez contra Blood. Y los segundos que tarda Howard en desviar el arma disparada con su propia hacha, son los segundos que el caballero aprovecha para saltar y desenfundar su sable (sí, aquél que usó contra el estómago de Blood) y caerle con todo su peso sobre la cabeza.
Los minutos siguen igual de eternos.
Piernas. ¡Benditas piernas! Éstas ayudan a que Eltosian siga bailando con Howard. Es una danza macabra donde el que falle el paso perderá la vida.
El condenado herrero estuvo a punto de desaparecer pero materializó otra hacha justo a tiempo para bloquear el mortal ataque. ¿Y de qué forma? El hacha apareció encima de su cabeza y la espada chocó contra ella, transformando el daño a contundente en lugar de cortante. Es como si hubiese usado sus habilidades para forjar un arma con materiales encantados. Pero materiales falsos esta vez.
Con los sentimientos a flor de piel y el dolor tejido hasta los huesos. La gravedad se hace más obvia en el agotado cuerpo del caballero mientras que el perverso herrero sigue casi intacto (menudo tramposo el espíritu).
Soldados perfectos, ¿no? Los dos. Uno porque no se rinde y el otro porque no es de este mundo.
Tantos años sin haberse jugado la vida en serio y de golpe casi la muerte lo despedaza con un tajo de su hoz. Pero, ah, como son tercos. Como ya he dicho varias veces: siempre luchando contra los dioses, siempre enfrentando su destino. ¡No se cansa! La lógica no existe, queridos lectores. Y yo sonrío.
Silencio.
Los labios del rubio están sellados. Sólo se escucha su agitada respiración y los besos entre su sangre y el suelo.
La lanza que le dejó la cicatriz a la campeona casi llora. Está solita y lejos de su amo. ¿Cómo pretende la pobre cumplir su función si está lejos de su dueño? Ella desea con todas sus ganas que aquellos fuertes dedos la vuelvan a sostener para poder brindarle esperanza y darle otro motivo más para vivir. Ganas no le faltan de rodar y llegar a los pies de Eltosian.
No puede.
Lo lamento, lanza. Pero esta vez no estás para cubrir el hachazo que le dan a tu señor y que casi le arranca el brazo derecho: el filo inmaterial clavado justo a lado del pectoral de dicho lado, hasta la mitad. Tendones, nervios, músculos y casi hueso. La sangre salta y gotas llegan a ti, que estás en el suelo, haciéndote sentir todavía más impotente. ¡Pero a tu amo no le importa! Él sabe lo valiosa que eres. Y una sonrisa se dibuja en aquellos sellados labios y él aprovecha la cercanía: desenfunda una daga de combate de su pierna izquierda con el brazo sano y se la clava en el cuello al herrero fantasmal. El cuchillo estuvo refugiado detrás de la placa de metal que está encima del calzado. Es un arma de hoja oscura y se usa comúnmente en la milicia. Si Howard hubiese sido un humano, habría muerto. ¡Maldito espíritu ventajoso!
Lágrimas escapan de los ojos de la esposa. Ella cree que el final está cerca, que no hay más. Y yo quisiera susurrarle: Mujer, calma, aún te falta conocer por completo a tu hombre.
De nuevo varios metros separan a los dos sádicos.
El joven esposo ha perdido unos cuantos cabellos. Mejor cabellos que la cabeza entera, ¿no? Él ha usado cada arma inimaginable que se escondía en su armadura. Dagas, espadas largas, espadas cortas. Todas terminaron rotas y lejos de sus manos. Él es muy capaz de usar el pomo solamente para atacar; Howard lo sabe y por eso lo arrincona contra la pared más cercana. Una pared que tiene manchas de sangre de diferentes organismos, palabras escritas con metal y piedra y arañazos de gente desesperada. Ver la pared le provoca a cualquiera un escalofrío. Es como una pintura que relata toda la historia del suculento laboratorio.
Brocca sigue lejos. Su arma favorita y la que mejor maneja no está disponible por el momento. Alguna ayuda se le debía dar a Howard, ¿no?
Todos y cada uno del equipo se sienten mal física y emocionalmente. ¡No le pueden ayudar! Sus mortales cuerpos no obedecen… O más bien, no pueden. Falta energía y descanso. Ni arrastrarse les es posible. Incluso Sajour que es el mejor entrenado contra la falta de vitalidad, no puede.
Desgracia tras desgracia. Lágrima tras lágrima.
Ahora Eltosian casi pierde la pierna derecha. Un tajo muy profundo se encuentra en el muslo y le rozó el hueso. Cortó el músculo y algunos nervios. Y a pesar de todo eso, los labios siguen sellados. Sabe que si grita el herrero maldito lo va a disfrutar y que su gente se va a desmoralizar peor. Tiene que ser un buen líder; lo es. Nunca deja de exigirse a si mismo lo mejor. Y también sabe que todo hombre tiene su precio, por muy alto que sea, y que el suyo está por llegar. Y sobre todo eso sabe que nunca más peleará igual. Tantas heridas mortales que terminarán como cicatrices que le desgarrarán el sueño cada vez que se acueste.
El espíritu baila como haciendo un rito prohibido y como poseído por el instinto mismo. Brazos al aire y sus armas girando; en ocasiones se relame los labios y a veces lame sus hachas. Es un horrible rito.
Y llega.
Eltosian termina de rodillas y con la cabeza gacha. La sangre y el oro le tapan el rostro. Sus brazos cuelgan casi como péndulos y su corazón yace frente a él, figurativamente. Quiere dar para más. Sólo quiere. Sólo le es posible querer. ¡Se ha desplomado! ¿Llegó su hora? Es posible. Muy posible.
El sombrío herrero idea planes macabros sobre como descuartizarlo, como hacerlo sufrir, como hacerlo llorar. Como terminar de destrozarlo. Como repetir lo que ha hecho con cientas de víctimas anteriores. Y se le ocurre la mejor de las ideas: dejarlo a él para el final.
Los ocultos cielos chillan cuando Howard Alt-Eisen se acerca al pequeño batallón con pasos lentos y arrastrando el hacha. Aunque sea inmaterial, el rayón del metal falso contra el piso es agudo. Eltosian ha pasado a ser el postre.
Grahnye, Sonata Arctica, Sajour, Hypnotize, Valsione y Aslak Fauster. Ellos le miran de frente y sin temor aparente; con la frente en alto y la cara endurecida. Y hay algo que le resulta familiar… La mirada de la alta sacerdotisa. Es una mirada profunda y de paz, llena de rectitud y lealtad. Se parece mucho… a la de Eltosian. ¿Acaso las miradas se contagian?
El herrero entonces gira su cabeza y divisa al caballero en las mismas: mentón alzado y rostro de piedra. Y como si de samurái se tratase, sus manos sobre los muslos, cerca de la cintura y la espalda recta. Las piernas dobladas hacia atrás y los pies en vertical.
Todos ellos están listos para morir. Pero yo sé que no lo están muy en el fondo. Quieren seguir respirando por muchos años más.
Como una terrible araña escogiendo su bocadillo de entre toda la red tupida se siente Howard. Una sacerdotisa perdida, un caballero masacrado, un asesino cruz exhausto, un paladín derrocado, un juglar aplastado, una bioquímica rendida y un hechicero moribundo. Todos tan suculentos y tentadores. Aunque eso sí: dieron mucha pelea. Es de los grupos que más han durado por acá… Porque expediciones anteriores terminaron en la eliminación de dos de sus antiguos compañeros y en el exterminio de cientos de leales servidores. Blood y compañía tuvieron algo de suerte, pues Howard, Seyren y Kathryne Keyron no contaban más con la ayuda de Eremes, Cecil y de Margaretha. La gracia, ¿no? Apenas entre cientos valientes pudieron acabar con ese trío. ¡Pero Howard ignora que es el último sobreviviente! La misión es casi un éxito.
No habría para ellos nada mejor que una canción de cuna. Poder cerrar sus ojitos, relajar el cuerpo, dormir… y dormir por siempre.
Pero Dios no abandona a los suyos. Grahnye se pone de pie con varios milagros unidos y junta sus manos. Parece que quiere rezar. Los codos a lado de los pechos y los ojos cerrados; dedos entrelazados y respiración pausada. No reza, ruega. Ruega porque sus almas lleguen al paraíso y puedan descansar por fin. Han sufrido como ningún otro humano, elfo o dios lo ha hecho antes.
Ya, paz. Paz por fin.
Howard Alt-Eisen levanta su hacha con ambas manos. Un ejercicio básico. Partir por la mitad algo.
Grahnye es la primera… en observar como Eltosian en pocos parpadeos toma su Brocca del suelo y con ella atraviesa la espalda del herrero. La punta del arma saluda de frente a Grahnye, como diciéndole “¡He vuelto!”. El caballero tuvo que atacar por la espalda para salvar a su esposa y su gente. ¿Poco honorable? Tal vez, pero dime tú, ¿qué es el honor sin amor o sin tener a quien proteger?
Pierce!!
Esfuerzos sobrehumanos. Alas de fuego. Estandarte de orgullo. ¡Locura!
Eltosian retuerce el arma con dos manos y la sacude hacia arriba y abajo, tratando de remodelar el cuerpo del espíritu con un túnel nuevo para mejorar la circulación y disminuir el tráfico. Después la retira ante los atónitos ojos de su esposa. Y forzando todavía más su cuerpo, le da un azote con Brocca feliz en un costado a Howard, logrando arrojarlo varios metros lejos. Todo este acto ocurre en segundos y sin embargo le cuesta a Eltosian unos meses de vida.
Bowling Bash!!
El herrero no se ha repuesto del susto y de la sorpresa. Eltosian tiene segundos gratis, segundos que aprovecha: carga de nuevo contra él, casi como empezó todo. Un rugido de león, de gloria y de poder le desgarra gustosamente la garganta. Ahora Howard teme y trata de huir emprendiendo una carrera. ¡Las cosas no deberían ser así, piensa! Pero lo son. Lo son porque así se lo han ganado ellos. Para bien o para mal, esto es lo que pasa:
Eltosian brilla como un caballero dorado y de nuevo atraviesa a la sombra retorcida y maldita que se hacía llamar Howard.
Pierce Stab!!
Recordemos que no son en realidad lo que ellos fueron sino unas versiones corruptas y sin sentido. La lanza de platino quema a la criatura de la noche y la obliga a evaporarse. Por los aires se va el terror. Por los aires se va todo el miedo y la pena…
Están vivos. Han vencido lo peor que ese lugar podía ofrecer.
Los dos grupos han sobrevivido contra toda expectativa y apuestas de los dioses. Pero esta prueba superada sólo es una pequeña parte de lo que sigue. Aún faltan misterios por salir a la luz y cuestiones personales que resolver.
Más, me alegro que estén bien dentro de lo que cabe.