Capítulo ICapítulo IICapítulo IIICapítulo IVCapítulo VExtiende su brazo izquierdo y del interior de su cuerpo se desprenden cinco pequeñas esferas que terminan flotando por encima de su cabeza. Giran y giran como pequeños juguetes de bebé. Son peligrosos fragmentos de su alma que le ayudan a hacer daño y que son necesarios para varias de sus habilidades. Y de inmediato golpea el suelo entre sus pies con el mismo puño sólo para absorber las esferas dentro de si misma y entrar en un estado de furia; una vez más llama a los pedazos de su alma.
Sonrisa torcida, de esas que dan miedo y sabes que debes correr.
Pero el caballero renacido frente a ella no corre. No, no está demente, simplemente cumple sus órdenes: ya que el resto del gremio fue aniquilado entre magias, golpes, espadazos y demás, debe romper él mismo el emperio. Los únicos aliados suyos que quedan son una alta sacerdotisa, un mago de la alta hechicería y él mismo. Del otro lado, defendiendo el emperio, está la campeona y un paladín. Ambos batallones sufrieron demasiadas bajas y sólo quedan esos cinco.
La campeona no pierde tiempo y aplica la estrategia que habló con el paladín: se teletransporta detrás de sus rivales en menos de un segundo y voltea. Aún necesita dos segundos antes de poder hacer algo. El paladín tampoco pierde tiempo y va directo por la sacerdotisa. Y en pocos momentos se desenlaza la pelea.
***
-¡Mozo! ¡Una cerveza!- grita la misma campeona, anda muy borracha. El grito de su ahogada voz se oye en el bar de Comodo, esa ciudad tan bonita y viciosa, donde la música nunca deja de sonar y la gente jamás deja de ser amable y cálida. Justo lo que necesita la chiquilla después de ser humillada por aquél maldito caballero. Ella anda sentada enfrente de la barra, rodeada de toda clase de chusma: turistas, pueblerinos y desconocidos. El bar es alegre con todo lo que un buen bar debe tener: bailarinas, bardos, meseras, muchas bebidas, mesas y sillas, brabucones, víctimas y varios barman. El interior del establecimiento es agradable con pisos y paredes de madera, muchas cortinas, palmeras en cada esquina, muchos sillones duros y singulares tapetes. Allá afuera los fuegos artificiales no cesan, tampoco la magia.
Y justo en la segunda silla de la barra, está la muchacha con una amiga.
-¡Lo recuerdo, maldita sea! ¡Aún lo recuerdo!- se pone a vociferar demasiado enojada nuestra protagonista sólo para dar un laaargo trago a la cerveza y acabársela. Deja el tarro a un lado y éste encuentra otros nueve tarros cerca, así que al menos no estará solito.
-Ya te oí decirlo treinta y dos veces.- responde la compañía. Ella es una bioquímica de nombre Valsione. Es más bajita que la campeona y también de una naturaleza más apacible. Su tez es delicada, pálida y muy fácil de marcar; ojitos castaños con cejas que no se ven porque el cabello morado y largo las tapa; el cabello llega hasta el cuello y es bastante suave, es obvio que se lo cuida, liso, sedoso. Usa un sombrero de Deviruchi en la cabeza (¿Dónde más si es un sombrero?) y posee orejas puntiagudas, de elfo. La nariz es larga y recta, bonita. Las mejillas no sobresalen, tampoco sus labios y el mentón mucho menos. Una fina mujer. Su uniforme: una capa morada con bordes dorados y decorados blancos. La blusa tiene un tono más pasteloso de morado y cubre sus enormes pechos. Su falda es cortita pero sin llegar a enseñar algo, sólo toque sensual, y por supuesto que también moradita pero esta con bordados dorados. Las botas parecen de invierno… moradas. Ahora mismo el carrito está vacío porque vino a beber con su amiga, pobre amiga. La humillada y derrotada campeona, Blood.
-¡Mozo! ¡Otra cochina cerveza!-
Y eso sólo indica que Blood ya pasó de las quince cervezas y va a soltar groserías a diestra y siniestra. Continúa hablando:
-El muy perro detuvo mi Asura como si lo hubiese hecho con un palillo. Después, me pegó tan duro con la lanza y me volvió a pegar con ella. Fueron cuatro impactos, la verdad. ¡Me trató como a una mosca! Me levanté para darle otro Asura después de devorarme una baya de ese diosillo feo. ¡Y me pegó otra vez! ¡Y otra vez! El desgraciado después me pegó con todas sus fuerzas y al final terminé en el suelo. ¡Malnacido! ¡Presumido!
-Treinta y tres veces.- responde Valsione después de darle un sorbo a su primera cerveza. Blood sigue echando pestes y maldiciones gitanas al caballero que la derrotó.
-Y ese malparido paladín no pudo con él tampoco. ¡Cayó más rápido que yo! Que Dios los castre a todos. ¡A tomar por culo!
-Mh, eso es nuevo.-agrega la alquimista renacida.
-¡Te voy a Asurear a ti, pechugona!- ruge la campeona.
-Envidiosa.
Y como Blood cantó, se levanta de su silla… o más bien, se cae. Se retuerce en el suelo y se pone de pie muy apenitas. La cabeza le da vueltas, no tiene balance y sus fragmentos de alma se niegan a salir a flote; está totalmente perdida. Alza su puño derecho (para que se den una idea de lo mal que está, ella es zurda) y señala a su amiga.
-Verás que comerás polvo. Ahí que San Pedro te reciba, canija.
Y dicho y hecho, Blood cae inconsciente al suelo. Valsione suspira.
Esto se repite cada vez que Blood es derrotada en las guerras de gremio. ¡Las adora! Simplemente las adora, pelearse contra medio mundo y aplastar a medio mundo. Tumbar dientes y tronar huesos son sus especialidades. Pero cada vez que alguien le gana, se emborracha. Dice que así limpia su alma, pero no hace más que ensuciarla. Ella es bastante conocida por su habilidad y su terquedad, también por su fuerza y coraje, y sobretodo por sus borracheras.
Valsione paga la cuenta y con ayuda de algunos voluntarios echa a Blood en el carrito. La avientan ahí dentro como muñeca de trapo. Total, no se va a levantar hasta muchas horas después y ni se acordará de lo que hizo. Después la gran amiga sale del bar arrastrando el carrito que debe ser para llevar objetos importantes y bombas, no el cuerpo de una campeona ebria. Camina y camina y llega con la chica Kafra más cercana. Hablan, negocian y luego con extraña magia la empleada manda a ambas a Izlude. Magia exclusiva de la corporación, que ni los más alocados aventureros han logrado copiar o descifrar. Esa ciudad tiene el gremio de espadachines, un aeropuerto y la mazmorra debajo del mar. Es otra ciudad bonita pero bastante más estricta y cuidada. El centro de la metrópoli es un bonito quiosco en donde se venden y exhiben toda clase de productos y también hay carteles y anuncios. Ya alrededor se despliegan los demás comercios, la gente, el gremio y el aeropuerto. Y algo cerca del gremio de espadachines, se encuentra la casa de Blood y Valsione. Es una cabañita sencilla y sin mucho adorno.
La bioquímica abre la puerta y después de meter el carrito la cierra. No hay necesidad de poner seguros ni cerrar ventanas porque lo más valioso que ellas poseen se guarda en los servicios Kafra. Además, si se atreviesen a asaltarlas, el homúnculo de Valsione y la mascota de Blood saltarían a la defensa. Y si por alguna razón, se traviesen a entrar por el cuarto de ambas chicas, la campeona salta sobre el pobre ladrón como perro bravo y salvaje contra una chuleta por muy ebria que esté. Entonces se armaría todo el escándalo y los vecinos se quejarían, los guardias investigarían y todo el show se acabaría.
-Buenas noches.- sonríe una Valsione desnuda. ¡Así es! ¡Duerme desnuda! Menuda mujer desvergonzada. Enseguida se cubre con la cobija para que los dioses no la miren. No se preocupa por tapar a su amiguita porque igual terminará en el suelo como todas las noches. Blood se sacude como loca cuando duerme, así que la mera verdad, ni chiste tiene cobijarla. Siempre está en constante movimiento, nunca quieta. Alguno a veces se pregunta si la energía se le acaba. ¡Parece un demonio! De un lado a otro, sembrando caos, sembrando amor. Sin dueño y sin quien amar. Que le griten a los cielos que ella se cayó de una nube. Y del otro lado, la amiga duerme con una apacible sonrisa en una carita de porcelana. Ella, en cambio, duerme siempre apoyada sobre su mejilla derecha; la sonrisa no se borra en toda la noche. Parece más una linda estatua que la amiga de una demonio. Las dos caras de la moneda. Una amistad sin igual.
El sol. El bonito sol se asoma por la ventana y llega a las radiantes caras de las chicas. Esos rayos de sol le hacen cosquillas a Blood y dormida suelta una risilla. Toda la vida buscando el arca perdida. Ellas curarán todos tus males y te ayudarán a volar. La mañana debería comenzar con rituales pero en lugar de eso, groserías se escuchan en todo el cuarto. Obviamente, este escrito no va a repetirlas. Y como es de adivinar Blood es la que escupe tantas palabras feas. Las palabras fluyen, fluyen, fluyen.
-¿Por qué tengo frío?- murmura la campeona a medio dormir.
-Porque te dejé desnuda.- responde su amiga.
Y lejos, muy lejos de ahí, al norte, otro personaje que recordamos abre sus ojos. Muy temprano, mucho antes de que la campeona y la bioquímica abriesen los suyos. Es la clase de disciplina que se encuentra en muy pocas personas; él es el caballero renacido que derrotó a Blood. Eltosian. Mide con exactitud 177 centímetros. Su cabello rebelde y sin peinar es color de oro opaco y su tez está bastante bronceada por el sol de tantas guerras y misiones, aunque se nota que alguna vez fue de tonalidad intermedia. Un gran soldado. Pesa con exactitud 82 kilos. Él siempre siente la llamada de la libertad; deja las sábanas a un lado y se levanta. Después voltea con una mirada extraña que pocos conocen, una de amor y arropa de nuevo a su esposa. Ya después les describo a dicha diosa que primero va el caballero.
Antes de salir de su sencillo cuarto el muchacho de tres décadas y cuatro años menos extiende el brazo a lado de la puerta. Toma una lanza sencilla, de esas usadas por la infantería. Es un arma delgada que va a utilizar para calentar porque todos los días entrena desde muy temprano. A él no se le rompe el alma. Camina sin armadura, descalzo y sin vergüenza porque sólo lleva unos pantalones. Su fornido y elástico cuerpo es el fruto de años y años de práctica, guerra, aprendizaje y entrenamiento. Recorre los estrechos pasillos que guían hacia el exterior de la vivienda compartida por todo su gremio. Y termina fuera, a minutos de la ciudad de Juno, esa ciudad voladora y que es el conjunto de tres islas. El corazón de Ymir hace milagros. Capital de República de Schwaltzvalt. Eltosian y su gremio viven al nivel del suelo, cerca del puente que eleva tus pasos hacia Juno. Es más tranquilo ahí sin tantos aventureros y no hay que estar aguantando a los sabios y locos. Viven ahí en las ruinas que están abandonadas.
Sin decir palabra alguna, Eltosian ataca un enemigo imaginario frente a si usando ambas manos con la lanza. Es una estocada llena de fuerza. Después gira un poco su cabeza, buscando más enemigos imaginarios. ¡Los localiza y da otra potente estocada! Da pasos hacia los lados, pareciendo un baile y continúa atacando sin piedad a sus víctimas. Enseguida da repetidos golpes a otro pedazo de aire. Cinco en total. Sigue con su danza y al cabo de los minutos su cuerpo ya está lo suficientemente despierto y cálido para empezar con algo más complicado: sujeta la lanza con una mano y la hace girar entre sus dedos como si fuera las aspas de un ventilador. Arde el cielo. Camina, baila, camina. No deja de girar el arma y la pasa a la otra mano. Camina, baila, camina. Una rutina no tan complicada pero sí más acelerada. Al final termina con un golpe al suelo con la lanza y mira al frente sin aún sudar.
Dicha rutina se desarrolla sobre el suave pasto y al aire libre, a lado de las ruinas. Se va a otros cielos y regresa a donde mismo. Suelta después un suspiro Eltosian y choca los talones desnudos y saca más el pecho. Como siempre terminaba sus entrenamientos cuando era un pequeño espadachín. Esa costumbre NUNCA se la va a quitar.
Y de vuelta con las chicas:
-¡Maldita malnacida! ¡Me pude haber enfermado!- vocifera Blood desnuda.
-Pero no fue así.- la reconforta Valsione. Aunque ni palabras dulces necesita la campeona. Nunca se ha enfermado. Ha entrenado tanto y en tantos lugares que se ha vuelto inmune a la mayoría de las infecciones y enfermedades. Déjala gritar. Déjala volar. Su cuerpo parece ser el de un ángel.
-¡Por suerte!- grita Blood mientras se lanza sobre su amiga y la ahorca con ambas manos. Bueno, realmente no la ahorca. Si lo hiciera, se queda sin amiga y sin compañía. Además, ella misma sabe muy bien que nunca se va a enfermar y que Valsione la desnuda cada vez que se emborracha porque la ropa termina llena de diferentes tipos de alcohol y algo de dolor. Dios sabe porque ésta mujer tan loca es así. Sólo Él sabe. Y créeme que ella nunca dirá su pasado. Tampoco sabrás cuantas lágrimas ha derramado. ¡Pero basta de eso!
-¡Quiero mi cerveza!- ruge una vocecita chillona y demoniaca. Blood y Valsione desnudas voltean y encuentran a una criaturita feroz: un Baphomet Jr. Un ser pequeño de no más de 30 centímetros de altura que es la personificación misma de Baphomet… pero más chiquito e inofensivo. Bueno, ni tan inofensivo, porque muerde y posee una guadaña adecuada a su tamaño. Aparte, amenaza con su padre… el cual no importa cuantas veces lo maten, reaparece. Bastante terco, eh, como Blood. Pero fuera de eso, su Cabra Asesina Jr. (nombre que le dio Blood) parece un peluche.
-Ay, como jodes.- murmura la campeona. Aún desnuda. Sí, lo que hace uno para tener lectores…
-¡Mi cerveza, par de mujeres lesb-
El chillido es interrumpido por un almohadazo que derriba a Cabra Asesina Jr. y sale disparado contra la pared. Termina mareado y adolorido. Y sin cerveza. ¡Pobre víctima de un par de locas malditas! La otra pobre víctima es una homúnculo de forma humanoide que parece hecha de plantas. Tiene largos cabellos que parecen trigo y un vestidito blanco, además de que flota sobre el aire a una pulgada del suelo. Una linda Lif. Muy linda si la comparas con Cabra Asesina Jr… porque parecen ser los avatares de sus dueñas: el Baphomet Jr. es un hijo del mal, grosero, borracho y bravucón; la Lif es una criaturita de Dios, bondadosa y siempre ayudando, tranquila.
Los minutos pasan y ahora las dos se arreglan. Valsione se ducha, viste, peina y prepara las cosas en su carrito. La bioquímica va a salir a hacer ganancias con cartas y tesoros raros. Blood sólo se pone su ropa interior, shorts y una blusa. La campeona va a salir a correr y entrenar para hacerse más fuerte.
-Maldigo el día que te conocí.- susurra Blood justo antes de salir. Él se debió haber ido antes de que a ella le doliera… Aquél hombre tan apuesto y poderoso, tan gentil y feroz. Un caballero de los de capa y espada. Un hombre de verdad. ¿Y todo para que? ¿Para que ella se enamorase y él desapareciera sin dejar rastro? De todo lo que Blood, como mujer y guerrera ha superado… eso es lo único que todos los días le devora el corazón y su sentir. Jamás lo olvida. Sí, una mujer tan maldita, alguna vez fue toda una damita. Lo peor, es que no se dio cuenta hasta días después: empezaba a reírse por todo, suspiraba cada minuto, pensaba en cosas estúpidas con mayor frecuencia… ¿Podrían pelear juntos o en contra? Cualquiera de las dos habría sido un enorme gusto y honor. Por desgracia, ninguna sucedió. La pobre aún era una pequeña monje y él ya era un caballero renacido. ¿Para qué molestarse en entrenar juntos si iba a ser rechazada? Tiene vagos recuerdos de él. Muchas veces le oyó decir como saludo y despedida la frase “Vive libre. Muere honrosamente.” Le vio rodeado de caballeros, de la nobleza, de más renacidos… era todo un héroe, un dios. Pero los dioses también caen: Seyren desapareció un día, sin más. Salió y nadie le volvió a ver. Corazón roto pero cuerpo fuerte. Lágrimas de fuego se derramaron incesablemente.
Bueno, suficiente de su pasado. Ella se prepara mentalmente… Siente que si deja de pelear, va a desaparecer. Vive para combatir, para amar y para mejorar. Y justo cuando da un paso para comenzar a correr y volar, una figura más alta pasa a una velocidad mayor y choca con Blood. Ella sale disparada varios metros y dando volteretas, como si fuese golpeada por el mejor de los caballeros y siendo un vistazo al futuro. Maldice en voz baja… y levanta la vista, frente a Eltosian. Realmente no fue arrojada, sólo cayó al suelo, pero la sola presencia del chico parece una poderosa bofetada. ¡Lo recuerda perfectamente! Ese porte tan autoritario y presumido. ¡Lo detesta! Además, le ganó. Nadie tan perfecto para odiar que alguien mejor que tú.
-Discúlpeme.- dice un Eltosian apresurado al tiempo que la toma de los brazos a ella para levantarla. Blood se hace la pesada y aprieta todos sus músculos. El muchacho lo nota, la mira a los ojos y la suelta.
-¿Acaso no quiere que le ayude, señorita?-murmura, curioso.
-¡Un adivino! ¡Denle un premio!- responde, sarcástica.
-Señorita, no le he hecho daño intencionalmente.- responde, molesto.
-¡Me pateaste el trasero ayer! ¡Me has derrumbado de las nubes!- grita, enojada.
Eltosian levanta una ceja. Trata de hacer memoria: sus neuronas trabajan más rápido bajo presión y sigue sin acordarse. ¿Una campeona grosera y orgullosa? Ah… ¿Tal vez? No, ella no. Esa era más alta y menos dotada. ¿Y aquella otra? Tampoco, el cabello es distinto de color y peinado. ¡Hombres, que mala memoria poseemos!
-Ayer. A dos minutos de acabar la guerra.- cuenta Blood mientras se levanta y sacude el polvo… que ni polvo hubo, sólo lo hace para agregar drama, y para ver, si acaso, que el tal caballero pudiese tener algo de remordimiento por ensuciarla.
-Ah, sí… la que duró más que el paladín. ¡Que vergüenza de paladín! Ser derrotado en una prueba de resistencia por una campeona…
-¿Qué cosa has dicho?- cuestiona Blood mientras una venita se incha en su frente.
-¿Te has lastimado al caerte ahorita?- la ignora el caballero.
-¡Repíteme lo que dijiste!- brama la campeona.
-Me encantaría quedarme a platicar pero tengo prisa. Ya perdí mucho tiempo. Buenas tardes.
Da media vuelta Eltosian y camina, siguiendo su sendero. Blood rechina sus dientes y sus tripas se tuercen; sus músculos se tensan más y sus ojos casi se desorbitan. ¡Maldito! ¡Maldito! ¡Esto no se puede quedar así! Y ella comienza a trazar planes de cómo vengarse. ¿Cortarle la cabeza con un tenedor oxidado? ¿Castrarlo con una cuchara sin filo? ¿Robarle su cartera? ¿Atarle las agujetas de sus zapatos? Mejor derrotarlo en su propio estilo.
-Yo, Blood, te reto a un duelo formal. Testigos. Premios.- le grita a unos cuantos metros. El caballero la ignora y sigue andando ahora a un paso más acelerado. Se le hace tarde.
-¿O tienes miedo, espadachín insignificante?
Eltosian para en seco. Un aura negra comienza a rodearle y la furia se apodera de él. Más, no voltea. No debe mostrar debilidad; sólo alza la voz y dice:
-En dos horas. Área de entrenamiento del gremio de espadachines. Yo llevo a los testigos. El premio es el arma del perdedor.
Y ambos se retiran por lados opuestos, sonrientes. Una sonrisa es de locura y la otra de cordura.
***
La campeona en el suelo, escupiendo sangre. Ahora sí con polvo, las ropas rasgadas, herida… Derrotada. Su cadena a un lado, hecha trizas, tanto que ni para premio de consolación sirve. Fue apaleada, aplastada. El caballero fue feroz y terrible, tanto, que hasta las ganas le quitó de vivir. Todos en el gremio observándola, cuchicheando, riéndose. ¡Está loca! ¿Qué pensaba al retar al señor Eltosian? Las palabras echándole ácido a ella no cesan. Y de pie, el hombre que la derrotó. Con porte presumido, orgulloso. Una sonrisa malvada y la lanza apoyada en su pecho. El mundo se encoje ante él, incluida Blood. Es poderoso.
Y eso no sucedió. No aún. Está en la mente de Eltosian. Está muy seguro de su victoria. Ha analizado la batalla en su cabecita miles de veces. Obtuvo información de la campeona a través de su cuerpo, de su voz. Sabe muy bien de lo que ella es capaz y como contraatacar. Además, ya la vio en acción, así que seguro tiene el éxito garantizado. Más, hay algo que el muchacho no tomó en cuenta: el coraje de la campeona.
Las dos horas pasan.
Blood se duchó, cambió a su uniforme y preparó. Ella conoció a un pequeño espadachín de nombre DX mientras iba de camino al área de entrenamiento dentro del gremio. El niño no la dejaba pasar porque decía que no era ella una guerrera. La muchacha entonces le hizo cosquillas para dejarlo fuera de combate y salir corriendo en el recinto con el chamaco detrás de ella. Fácil estuvieron corriendo unas cinco vueltas al mismo pasillo, Blood probando a DX. El muchacho era igual de terco que ella; aunque hubo un punto en el que DX cayó al suelo y no pudo más. La campeona se le acercó y lo cargó en brazos. Fue un valiente y merece ser tratado con respeto. Además, le sacó provecho a la corredera: calentó su cuerpo para el duelo.
Había poca gente en los salones y salas, extrañamente. ¿Se habrán enterado del duelo y serían los testigos? Seguro que sí.
-Hasta que te veo. Llegas tarde.- alza la voz otra vez Eltosian. Blood voltea y dentro del edificio hay un claro. Es un área sin techo y llena de pastito con muñecos de entrenamiento alrededor. Son alrededor de cincuenta por cincuenta metros. Y tal como adivinó: muchos estudiantes y maestros están en el perímetro. Hay de todo: desde los que aún son novatos hasta los más épicos caballeros renacidos. El retado está armado con su Brocca y el escudo de las valquirias y parado con ese porte tan orgulloso de siempre; su armadura brilla como si fuese iluminado por un dios. Se encuentra en el centro de lo que se podría llamar la arena de combate.
-¡Ah! ¡Señor Eltosian!- grita DX sorprendido y se baja de un salto de los brazos de la campeona. Corre hacia su mentor y saluda sacando el pecho y golpeándoselo con la mano derecha. Después se para a lado de él con los brazos cruzados y tratando de hacer cara de malo. Blood sólo se ríe en voz baja.
-Él es mi testigo. Tú debes tener uno, así que elije de entre todos estos espadachines.- dice Eltosian, como si ella fuese a sentirse intimidada.
-Contigo basta.- responde ella con cinismo y una hermosa sonrisa. Ella se sujeta a si misma, se apoya en su sentido de justicia, de amor, de guerra. Una mujer íntegra y una guerrera perfecta. ¿A quién puedes necesitar si contigo eres feliz?
El primer duelista suelta un bufido, molesto. La segunda duelista mantiene la sonrisa. Aún no acaba.
¡Suelta un potente rugido! ¡Un poderoso grito que estremece a todos por igual! A todos excepto a Eltosian. Y Blood sale disparada corriendo a buena velocidad contra su rival. Carga directo, lista aunque él no lo esté. ¡Está loca!
La pelea será corta para ambos. Increíble para el público. Lamentable para los dioses.
-Te arrepentirás.- susurra Eltosian mientras cierra sus ojos, tranquilo. DX corre a un lado, asustadillo. ¿Qué es eso de atacar sin previo aviso? El caballero renacido prepara su lanza, calculando perfectamente cuanto tardará ella en plantar un golpe. La escucha venir, la escucha venir… Y, ¿deja de escuchar? ¿Qué diablos? Él abre los ojos, preguntándose que pasa y un pie volador se estrella contra su mandíbula. A Eltosian se le congela el tiempo, el cuerpo. Ella atacó con una patada después de un salto. Él siente su caída muy despacio, pensando en los errores que cometió al calcular y al subestimarla. Y repitiéndose que ella está demente. ¿Acaso se cree Taekwon? ¡La niña tiene serios trastornos de personalidad!
Blood retrocede a base de saltitos y mantiene el juego de pies como si fuese una boxeadora. Sus puños alzados y listos para todo… Ni siquiera ha llamado a los fragmentos de alma. Quiere demostrarle al caballero que es capaz de muchas cosas. Aunque sea mujer, es tan fuerte como él.
Eltosian se levanta. Escupe sangre a un lado y suspira.
-Está medio tostada de arriba.- susurra para si. Una luchadora tan especial es casi imposible de predecir. Alguna maña debe tener o algún problema. Tomaría tiempo averiguarlo pero sinceramente lo mejor es derrotarla ahora. Si sigue dejando que las sorpresas vengan, se complicará todo. Él también tiene unos ases bajo la manga, de esos que nunca pensó usar pero en momentos de locura ideó.
-Tú seguro piensas con los pies, ¿no?- dice Eltosian. Primero, un insulto. Segundo, esa voz tan presumida. Y tercero, que todos los presentes se rían
-¡Cuando acabe con él siguen ustedes!- los amenaza Blood, muy molesta. Esa provocación no fue a nivel diez, sino a cien. Y la respuesta a eso es lo único que Eltosian alguna vez predecirá: cargar de nuevo contra él. Él da unos pasos hacia adelante y luego arroja su lanza hacia ella: la lanza la pesca a medio correr y la detiene unos preciados segundos. Ahora ella siente el tiempo congelado que se le va de los dedos. Blood, a pesar de lo salvaje e indisciplinada que es, sabe muy bien que cada instante cuenta. La campeona trata de arrancarse la lanza lo antes posible porque llegó muy hondo dentro de su hombro derecho. Eltosian la alcanza y la ayuda: le arrebata la lanza jalándola hacia arriba, desgarrando varios músculos y casi el hueso. Pero no acaba ahí: el caballero le suelta un pisotón con el pie izquierdo sobre el pie derecho de ella, haciendo que Blood se trague otro grito. ¡No demostrará debilidad ella! De forma inmediata, Eltosian le reparte golpes a diestra y siniestra con la lanza, golpes que serían lo suficientemente fuertes para arrojarla varios metros hacia atrás… pero debido a que la tiene presa con el pie y a que ella es muy terca y le es imposible cubrirse, sigue en su sitio.
Bowling Bash!!
Recibe al menos cinco veces la misma técnica. Aunque Eltosian reduce su defensa al preparar el golpe, éste es muy potente. Al sexto golpe, él levanta su pie y ella sale arrojada muchos metros. Sale disparada como muñeca de trapo maltratada. El muy maldito le rompió un par de costillas y por poco le destroza el hombro derecho, inutilizando el brazo por el resto de la pelea. Blood se retuerce y gime en el suelo, muy adolorida. Nunca en su vida sufrió tanto dolor masivo a la vez… tanto, que casi podría morir. Su cuerpo está lleno de moretones y raspones, aparte de que la sangre ya le manchó el resto de la ropa. Un grito más se ahoga en su garganta y una lágrima amenaza con salir… ¿Así acabará? ¡No! ¡Aunque la rompan entera no se rendirá!
Con el cuerpo hecho trizas y el corazón intacto, poco a poco se levanta, apoyándose en el brazo izquierdo. De buenas que es zurda… o sus posibilidades de salir victoriosa serían nulas. Su aspecto es deplorable: la piel raspada y llena de moretones, la ropa empapada del tinte carmesí y su respiración se agitó demasiado. Parece lista para el matadero. Hasta se ha despeinado y tiene tierra y pasto en el cabello.
A Eltosian le sorprende lo que aguanta la condenada. ¿Cómo es posible que sea tan resistente si no es una espadachina?
La muchacha decide ponerse seria aunque sea un poco tarde para hacerlo. Respira hondo, despacio, calmando su mente y su cuerpo. El dolor desaparece poco a poco, demostrándose a si misma el dominio que tiene sobre su propio ser. Después, los fragmentos de su alma salen de su pecho y giran alrededor como los bonitos juguetes que son; son absorbidos y Blood entra en el estado de furia que necesita para hacer ataques más poderosos. Una vez llama a sus pedacitos de alma sin decir una sola palabra. Parece una fantasma con esos efectos de luz alrededor y su estado tan lamentable. Pero a pesar de todo, la sonrisa no se ha borrado.
-Mi abuela pega más fuerte que tú.- se burla Blood. Es muy obvio que miente. Pero al menos le provocó: Eltosian corre contra ella, dispuesto a darle el tiro de gracia. ¿Y por qué la campeona no se ha curado a si misma? Porque tiene un plan, una estúpida idea. Como ya recibió las bendiciones de los dioses siquiera antes de entrar al edificio, tiene algo de fuerza y destreza extra. También inteligencia, pero estando en furia, no es del todo útil. Y no quiere acabar con su rival de un solo golpe, quiere hacerlo sufrir.
Lo que sucede a continuación, es un hecho sin precedentes en la vida del caballero: carga contra la debilitada campeona y ella, en respuesta, se mueve con el juego de pies de un boxeador, haciéndole adivinar donde va a terminar. ¡Y es una finta! La chica se teletransporta detrás de él, justo como en la guerra del día anterior; Eltosian alcanza a reaccionar y gira hacia su derecha, poniendo primero el escudo para defenderse. Pero de nada le sirve porque Blood suelta una patada tan poderosa con la pierna derecha, directa al escudo, que lo atraviesa y destroza. Lo hace añicos sin siquiera haber necesitado impulso como la primera patada. El tiempo se congela una vez más.
Los espectadores ven a una campeona muy malherida con la pierna derecha al aire, los brazos caídos y la pierna izquierda como su único soporte. Los espectadores ven a un caballero renacido con la mano izquierda casi desnuda al perder el escudo y la mano derecha con su poderosa lanza. La suerte le ha sonreído a los dos. Trozos del costoso escudo están en el suelo. ¿Por qué entonces ella perdió con anterioridad si es tan fuerte? Porque no lo veía como el mejor de sus rivales hasta ayer. Después de recibir tal paliza, casi dos veces, uno se pregunta que si lo que está haciendo es lo correcto. Uno se pone a hacer planes y estrategias en su loca mente. Tener rivales hace a uno más fuerte.
El impacto fue tan poderoso que la suela del calzado de Blood no sufrió daños.
El impacto fue tan poderoso que el corazón de Eltosian dejó de latir por un segundo.
Los dos parecen a prueba de balas.
Lo que sigue de momento es un intercambio de golpes y patadas, de estocadas y empujones. Lo más gracioso es que cuando ella acierta en un ataque lo manda hacia atrás un metro y cuando él le da con la misma técnica la manda hacia atrás un metro. Tienen demasiado del cielo.
Pasan largos minutos de lo mismo. Los espectadores siguen atónitos… eso no es una pelea de simples humanos, es de bestias. Más de uno ha desviado la mirada ante tanta violencia y ferocidad de los combatientes. Poco le falta a Blood para que ese brazo se desprenda pero lo sigue usando tan fuerte y veloz que es imposible creer que está herido. Cuando acabe el duelo los dos merecen aplausos. Se entregan en cuerpo y alma el uno al otro… de la manera en que un guerreo lo haría: dando la vida para sacar lo mejor del otro. Son tan poderosos que inspiran y atemorizan. Jamás en la vida se volverá a ver una pelea tan singular.
-¿No te rindes?- susurra Blood con mucha dificultad. La energía se le está acabando y no le queda mucho para perder la conciencia.
-Nunca.- responde Eltosian en un estado mejor al de ella, aunque su espíritu ha sido un poco quebrado. Se repondrá rápido.
Ella. Él. Y otra persona más que observa desde la muchedumbre. Es la única que no es de ese gremio aparte de Blood. Pero, por ahora, no se meterá.
Después de más momentos sangrientos y veloces, la conclusión es un poco extraña: Eltosian tiene en la mano derecha la lanza y en la izquierda un sable pesado de una mano, ligeramente curveado, que desenfundó de su espalda; en su cuello tiene la mano izquierda de Blood apretándole con mucha fuerza, arrebatándole el aire. Blood tiene la lanza atrapada con su mano derecha y la izquierda ocupada; en su abdomen se encuentra alojada la espada. Ambos de pie, mirándose fijamente a los ojos.
Poco más y ambos mueren.
-Paren ya.- dice una voz. Es la persona que los veía a lo lejos, preocupada. Valsione se revela ante ellos dos. Ambos estaban tan ocupados que no vieron su caminar tan lleno de gracia y elegancia (la muy chiflada quería presumirse ante tantos hombres). Está a pocos centímetros de las bestias.
-O se sueltan o…- comienza la bioquímica. Dicho esto, levanta sus manitas. En una tiene una botella verde, ácido; y en la otra tiene una botella de gasolina con una mecha ya prendida.
-O junto ambas en mis manos. Seguro que tú, idiota, no quieres que explote a quemarropa. Y tú, otro idiota, seguro que no quieres inocentes heridos por tu culpa.
Lo peor es que la mecha se consume velozmente y si no se separan pronto igual va a estallar. Los dejó sin salida a ambos. ¡Llegó la domadora de leones! Poco a poco, ambos se rinden sin decir palabra alguna: Blood afloja sus ensangrentados dedos y Eltosian desenfunda con rapidez su arma del estómago ajeno. Entonces la alquimista renacida arroja ambas botellas contra uno de los muñequitos de entrenamientos. El pobre estalla en mil pedazos terminando peor que el escudo. ¿Qué culpa tuvo? ¡Valsione malvada!
Los demás siguen mirando sorprendidos. ¿Cómo es posible que entre los dos peleadores no hubiese ganador y sólo llega una chica y los amansa? Seguro algún bardo escribirá una canción de dicho suceso.
Ella cierra los ojos. Él aparta la vista. Apenas respiran, se hacen pequeñitos, se ponen a temblar. Blood tartamudea:
-Buen duelo.
-Lo mismo digo.
Y el público los recibe con aplausos y gritos. ¿No les dije que lo iban a hacer? Aunque haya sido interrumpido por una bioquímica sobre protectora, fue algo bastante bueno. Después, Eltosian y Blood charlan y charlan, pasando el tiempo. No tratan sus heridas, quieren tenerlas presentes por un rato más. La gente poco a poco se va yendo, de vuelta a sus clases y entrenamientos. El día sigue su camino; reanuda su marcha después de mirar a esos dos. Más de un dios paró a mirar también, acompañando al día. Es que ese par de locos tiene mucho por delante, como amigos, como guerreros. Compañeros de armas.
Grrr…Ruge un estómago. El de la campeona… ella de inmediato se sonroja y tapa el estómago con las dos manos. Valsione y Eltosian sueltan una risotada. Ella los amenaza. Ellos siguen riendo.
-Oiga.- DX le jala de la manga a Blood, haciendo que ella voltee.
-La invito a almorzar.- susurra con pena e inocencia la criatura. La muchacha acepta de muy buena gana y el pequeño espadachín la guía primero a la enfermería para que reciba algo de atención. Alguien debe cuidarla; a los pocos minutos sale con vendajes en el hombro derecho, la mano izquierda y las rodillas. El estómago le vuelve a rugir y DX la toma de la mano para después salir corriendo con ella. Llegan al comedor.
-Se parecen mucho.- dice Valsione a si misma.
-Sí, son muy tercos los dos.- responde Eltosian, suspirando. Ahora le toca a él recibir atención médica.
-No hablaba del pequeño…- responde Valsione y se ríe. Después se despide del caballero y le comenta que pagará los daños hechos por ellas dos. Se retira con una media vuelta muy sensual y canturrea mientras marcha. Un nuevo día. Apenas es de mediodía.
--Fin de capitulo 1--
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