Han pasado dos años entre capítulos y "vacaciones". Dedicado a Pabla.
Capítulo 19: Guerreros incandescentes.
Dos estilos totalmente distintos, dos personalidades distintas pero un deseo en común: Concretar la misión. Por cuestiones tácticas sabían que debían salir de donde estaban, estar rodeado no es la mejor de las situaciones ante enemigos que no aparentan poseer emoción alguna por lo cual se podía descartar el factor psicológico en ellos. Espalda contra espalda, mantenían sus movimientos con discreción, ya que los “cazadores” esperaban el primer ataque.
En minutos de duda, permaneciendo inmóviles, la tensión era tal que ocuparía el terreno en forma de niebla, espesa y fría. Horward dio un paso al costado, dejando ver una carreta, un vagón de hierro gris, como el cabello de su dueño, con ruedas en las esquinas y un asa en un extremo, de ello extrajo una arma; un hacha un poco más grande que él, el mango hecho de metal rematado con dos cuchillas en cada flanco, rojo fuego, solo esa parte ya era más que el torso del White Smith.
Tal acto despertó la “impaciencia” de Seyren quien se colocó en guardia, su espada media un poco menos de metro y medio y su anchura superaba en unos centímetros su brazo. Sostenía a ese monstruo con una sola mano.
La confrontación era inevitable, Eltosian con su lanza y Masaho con su espada, corriendo hacia la misma dirección para salir de la formación en la que los colocaron sus adversarios. Los dos fueron a interceptarlos, una doble colisión se lleva a cabo, los nuestros no lograron hacer retroceder en nada a los clones y empezó: Cuatro guerreros dando todo, ambos generales esquivaban los ataques de los otros dos debido al alcance que sus armas les proporcionaban, aun así se presentaban oportunidades para apuñalar y cortar, pero eludidas al fin.
Masaho y Eltosian hacen una pirueta y cambian de contrincante, Horward menea su hacha, el Lobo salta, su compañero bloquea a Seyren, cae en los hombros, alza su espada y arremete, el forjador se adelanta y antepone su hacha para defender a su aliado. El guerrero oscuro imprime más fuerza, obligando a los otros a saltar hacia atrás, quedando en frente de ellos con mirada desafiante.
- Hay que ser rápidos, ellos poseen energía ilimitada. – Decía mientras se sacude una mano, Eltosian. El empujón que le habían propinado entumeció temporalmente dicha extremidad.
- Lo sé, si tan solo… - Miró a su aún amilanado protegido. Volvió la cabeza hacia adelante. – Hasta el fin.
El “padre de Raise” emprendió carrera hacia ellos, mientras el otro miraba. A pocos metros de sus objetivos desvió su curso.
- ¡Va por DX!
- ¡Maldita sea! – Como pudo, Masaho alcanzó cierta velocidad, cierta fuerza, la que solo aparece cuando la vida de alguien querido está en peligro, embistió a Horward, dándole un cabezazo en el pecho.
Puso a DX en un rincón seguro y continuó, un honda sonora se expandió.
- ¡Spiral Pierce! – La imagen era clara, Eltosian tenía presionado a Seyren con su lanza, este último se protegía con la parte ancha de su espada.
El White Smith fue a socorrer pero no contaba con que se lo impedirían, una espada lanzada hizo que se doblará hacia atrás como si de un jugador de limbo se tratase, aprovechando que la guardia estaba baja, Masaho colocó un buen puñetazo en el rostro del clon haciendo que suelte su hacha, enviándolo de lleno al piso, este, sin resentirse por el ataque recibido se levantó de un brinco y sujetó el brazo del hombre del clan Fenryr y atrayéndolo hacia él, le dio un rodillazo en el estómago seguido de un codazo en la nuca, que lo dejó sin aire.
- ¡Masaho! – Al notar a su amigo en problemas, perdió concentración. Seyren se dio cuenta y como si fuera una pelota de tenis lo envió a volar de un revés. Una ágil acrobacia y Eltosian caía de pie.
El lobo intentó ponerse de pie, sin embargo, una bota le hundió la cara contra el suelo, cosa que lo hizo enfurecer, cogió la pierna que lo estaba molestando con su mano e inició un apretón, parecía que se lo iba a arrancar. En esa incómoda posición, Horward logró tomar su hacha con intenciones de guillotinar, Masaho lo presintió, dejó el agarre y haciendo puente con sus dos brazos se levantó haciendo trastabillar a su adversario, regresándole el codazo, en esta ocasión, en su mejilla.
- ¿Te encuentras bien? – Dijo su camarada ayudándolo a incorporarse.
- Necesito… mi… espada. – Respondió un poco agitado.
- Te la traeré, descansa un poco.
- Ni loco. – Los golpes de los clones eran más poderosos que los de un ser humano ordinario, de hecho, si él fuera ordinario estaría muerto. Aparentaba estar bien, ya que “su última sesión” causaron estragos a nivel del sistema nervioso. Mareado, veía doble. Escupió un poco de sangre. Ahora tenía que luchar contra cuatro oponentes.
Nuevamente de pie, aunque un poco magullado, sabía que las energías no le durarían eternamente, sin embargo, su voluntad era ilimitada, su voluntad… su honor como Lord Knight… su espíritu de combate, nadie necesitaría más para enfrentar lo que se ponga delante de uno. Era hora del 101%.
- Magnum Break. – Eltosian, empezó a maniobrar con su lanza canalizando el efecto de su técnica, el despliegue se había convertido en un remolino cuyo eje era el Lord Knight. El poder iba en aumento, el suelo en sí estaba siendo aspirado por la corriente, uniéndose a la tempestad. De repente se fue contra los dos llevando consigo toda esa energía, el White Smith cogió su carreta y la antepuso como escudo, tomo impulso y con Seyren detrás fue a “cruzarse” con Eltosian.
Impactaron, el contacto entre el metal y la honda hacían llorar al campo, lágrimas de concreto y fuego volaban y centellaban en el aire, danzando al ritmo de quien cediera y de quien ganara. Ambos bandos estaban igualados, aún en desventaja no podían moverlo. Sin embargo, su fuerza disminuía y el estaba consciente de ello, mientras los retenía, una gota de sudor se evaporaba por sus mejillas, empezaba a despedir niebla corporal. El calor iba en aumento, las chispas hacían estragos en los ojos del guerrero cuyo parpadear se realzaba tan constantemente que apenas distinguía que poco a poco su lanza se iba quebrando y con ello, perdería. Casi viendo como por milímetros su fiel compañera era consumida por su propio fuego y el de sus rivales. Tenía que explotar todo de sí.
Como humano, como guerrero pero más que nada como amigo tenía las cosas claras en ese momento de meditación. Antes de ejecutar su último acto, una ráfaga lo empujó por la espalda, triplicando su poder… Era Masaho, quien enrojecido vivamente permitió superar a sus enemigos, los cuales fueron arrollados por el vendaval que formaron, cayendo estrepitosamente.
- Imposible. – Farfullaba Kiel, viendo su pantalla. Sintió su orgullo herido de alguna forma al ver a sus creaciones derrotadas.
- Lo lograron… - Solo atinó a decir el joven, sus esperanzas volvían.
Sentado después del esfuerzo realizado, con su mejor amigo de pie, quemando como el sol en pleno verano, como un hombre de flamas.
Disfrutaban el breve momento de victoria. Sus miradas se dirigieron hacia los cuerpos tendidos que, pesadamente se levantaban. El cuerpo de Horward presentaba algunas quemaduras superficiales, su chaleco estaba desecho, ahora no era más que harapos, su pantalón estaba rasguñado y tenía leves manchas rojas; por otro lado, Seyren tenía grietas en su armadura, el daño no fue tanto como en su camarada, la carne abierta en forma de línea de su frente rocía sus lagrimales, como si llorara sangre, lo ciega, le hace ver rojo su entorno, le enfurece. Esos rostros ensangrentados y sin expresión de dolor alguna ponían nervioso y a la expectación de más.
Suspirando como si tuviera que hacer algo desagradable, el segundo General se paró, sabiendo que debía jugar su carta de emergencia. Cierra los ojos, un brillo verdoso aureo empieza a rodear cada parte de su ser.
- Parry… - Sus heridas van sanando más rápido que en cualquiera y ese rojo carmesí empieza a dominar su humanidad. Estaba ardiendo. Dos estrellas sanguinolentas. - ¡BERSERK!
La segunda ronda de dolor, cada uno elige a su “pareja” y al segundo están intercambiando golpes de espada, lanza, hacha y un vagón como defensa y ataque a la vez eludiéndose mutuamente, coreografiando una interpretación musical épica, donde los soldados encuentran la paz en el blandir de sus armas y provocar chispas y lesiones con ellas, todo adornado por esa bella palabra que significa todo para ellos: El honor. Se agachan, giran, saltan, aún en su estado de semi cansancio podían ejecutar esas acciones sin cometer errores, porque en la presencia de uno se definiría el resultado de tan feroz contienda.
Un revés con su hacha derriba a Eltosian, que cae de bruces. Horward ve su oportunidad y empieza a azotar la espalda con su carreta, impactos que podrían quebrarle la columna si no estuviera protegido, cambia a la otra mano y el filo de su hacha se hace sentir cada vez más fuerte, Parry se estaba rompiendo, se incorporaba mientras lo seguían golpeando sin piedad, antepone su lanza, la cual es partida a la mitad.
Una ventana se abre, una herida está abierta, en medio del aturdimiento vislumbra una salida, en un último intento, arremetió con todo, centrándose en las rodillas, donde con certeros puños desarticula los miembros, el fuerte sonido de los huesos moverse fue insoportable para oídos sensibles, su rival caía, no sin antes finiquitar al otro con un carretazo en la sien. Eltosian rodó varios metros, saliendo de su ira.
Por el otro lado, desde hacia unos minutos Masaho y Seyren se medían, con una llave de espadas, la disolvieron y comenzó el esgrima, la melodía despertaba.
Después de tantas peripecias, uno se vuelve épico y se enamora de la poesía del combate, el sonido del chocar de las espadas transmite una fina melodía, triste pero para el espíritu de un guerrero, necesario.
Lo hipnotizaba, llegaba a su mente volátilmente, cada milésima de segundo le hacia recobrar aquel fragmento de él que extravió a escasos minutos de esta pesadilla. No es tan tarde para ti, ni para nadie… Aún. Como un timbre tocado por un niño travieso, retumba en su cerebro, con los ojos bien abiertos, como si hubiera visto un fantasma, aunque así había sido. Un fuego frío.
Desarmado ahora, lo esperaba, la espada caía sobre él para partirlo casi simétricamente, como él quisiera, nada como el equilibrio entre las partes. La atrapa entre sus manos, la mueve a un costado, la cabeza de Seyren va hacia atrás, casi cayéndosele, debido al puño de Masaho, con ese mismo impulso, un cabezazo recíproco con sonar de metal desquebrajado y hueso crujiendo llena el ambiente maldito. Lo despertaron.
Ambos están en el piso, el Lobo tiene los colmillos limados.
- ¿Empate?
Puedes dudarlo, solo sigue observando tu pantalla.
Que alguien responda si ese sufrimiento puede compararse con perder la voluntad, esa que nos caracteriza, la que fortalece, la que impulsa a pelear. Un observador callado quería la muerte. Sus ojos le duelen, quiere sacárselos. Su respiración le asfixia, quiere llorar. Su corazón quiere salirse, y le ayudaría.
Victorioso salió quien se levantó cuando todos están en el piso. Recogió su espada, caminó junto a su rival, si pudiera le dedicaría una mirada de respeto. Aun en contra de un código que siguió con fervor, debía cumplir las órdenes, aunque eso significara rematar a alguien vencido y despojarse de su amor propio y orgullo. Como en un altar de sacrificio, empuñó su espada para ofrendar a su señor a tan gran adversario.
Una fuerte embestida lo sacudió de pies a cabeza. El despertado y despistado joven regresó…
Fin Capítulo 19
Sí, aquí se puede usar Parry con lanza.