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Autor Tema: Talina, lágrima de luna  (Leído 3582 veces)

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Desconectado argetlam911

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Talina, lágrima de luna
« en: 06 de Noviembre de 2011, 21:29:22 pm »
Bueno, no sé muy bien qué decir, no es la primera vez que comento en un foro, pero sí la primera vez que lo hago en este (creo). Siempre me ha apasionado el mundo de los libros, y cuando tengo tiempo ando sumergida en alguna que otra lectura. Un día, todavía no sé muy bien el porqué, empecé a escribir la historia que imaginaba al irme a dormir desde que mi hermana me regaló un colgante que brillaba con la luna. Me han preguntado si me gustaría publicarla. Y siempre contesto, que como gustar,... Pero no es mi objetivo. Comencé a escribirla, porque me gustaba pensar que dentro de un tiempo, cuando no imaginara al irme a dormir, podría abrir el ordenador y leer algo que había salido de mí. Y cuando empecé a escribirla, sin querer una persona importante para mí la leyó (me dejé el documento abierto), y me dijo que no lo dejara, que creía que se me daba bien. No busco reconocimiento, sólo, no sé, compartirla, pues he visto que muchos de vosotros escribís por aquí, no sé.
No es una historia correspondiente a los personajes del juego, pero me han animado a dejarla por aquí. Espero que os resulte fácil de leer e interesante. No está acabada, así que se aceptan críticas. Muchas gracias, y un saludo chic@s!

____________________________________________________

Prólogo

Alguien me dijo una vez, hace ya bastante tiempo, que cuando un ser querido se aleja de tu lado, una parte de tu corazón viaja con él a donde quiera que vaya, así como una parte del suyo se queda contigo. También que, si sabes conservar ese pedazo de corazón, la persona estará en cualquier momento junto a ti, disfrutando de tus alegrías, llorando cuando tú estés triste, apoyándote en los malos momentos,... ¿No te has preguntado nunca por qué te invade de repente unas ganas de reír, no siendo aparente el motivo? ¿O te sientes extraño, como si tuvieras el cuerpo cortado, y tampoco sabes encontrar la razón?
Eso quiere decir que eres buen amigo, y que le das importancia a los sentimientos, ya sabéis, cursilerías de esas.

Aquel era uno de esos días en los que tenía la sensación de que me llevaba lloviendo encima, tres horas seguidas, una gran tromba de agua. Durante toda mi vida, las personas a las que he querido no han durado mucho a mi lado. Problemas, más problemas, todos desembocados en un distanciamiento no deseado por ninguna de las partes.
Hasta el momento, no tenía pruebas de que las palabras que me dijo aquel, según él, monje, eran verdad. Pues, a pesar de todas mis separaciones, nunca había experimentado la sensación de que alguien me apoya, de que se alegra y llora conmigo, de que me da ánimos para seguir adelante cuando yo he perdido la esperanza. Pero hacía un par de semanas que todo había cambiado.
Al principio, me decía a mí misma que era algún cambio hormonal o algo parecido, lo que duró poco tiempo porque dos semanas antes tuve una pesadilla y cuando me desperté, me encontré con una fotografía en mi mano. Fotografía que, seguro, yo no había tomado. En la penumbra pude encontrar el interruptor de la lámpara de la mesita de noche, cuando la encendí, tiré la imagen lo más lejos que pude, una y otra vez, pues ésta volvía cuan boomerang la sostuviera. Terminé por darme por vencida.
Cogí la fotografía y al verla, me sorprendí tanto como la primera vez. Un hombre encorvado, con una larga barba blanca, estaba ataviado con algo que parecía una gran manta fina, me saludaba con una amplia sonrisa.
Fue entonces cuando recordé sus palabras, que me chocaron más que la primera vez que las escuché.
No estaba especialmente asustada con la aparición de dicha imagen, ya tenía experiencias con apariciones, desapariciones, levitaciones,... Desde hacía ya bastante tiempo, dependiendo de mis estados de ánimos podía o no podía hacer algunas cosas que después no podía explicar. Mis sueños, pesadillas para mí, me decían mucho sobre la vida de los demás y la mía propia.
Dejé la imagen en un cajón y volví a dormirme. No tuve una noche tranquila, volví a despertarme una y otra vez,...


Desde ese día me siento cada vez más extraña. Me encuentro como decía anteriormente, alegre, triste, nostálgica, eufórica,... Pero sabía el porqué, aunque no por quién. Últimamente lo único que sentía eran pesares. Nada en relación conmigo. Lo peor era que cada vez el sufrimiento iba a más, o por lo menos eso creía yo, ya que día tras día el sentimiento de dolor era mayor.
Tenía el presentimiento de que lo que debía hacer era encontrar a la chica o al chico que estaba conectado, de alguna forma, conmigo. No sabía nada sobre esa persona, ni edad, ni sexo, ni si existía de verdad. No tenía nada en lo que apoyarme para hallar una pista que me condujera hasta ella. Tras haber meditado unos días, quise llegar a la conclusión de que lo que buscaba era una mujer, mi instinto me decía que no, aún así me convencí de que era chica.
Cogí un papel en el que apunté a todas las familiares, amigas o conocidas que habían tomado caminos distintos. Me salió una lista de más de trescientas personas; pero no era ninguna de ellas. Por probar, cogí otro papel e hice lo mismo pero con varones, más de seiscientos. Me sorprendí de que conociera a tanta gente, y todavía más, de que con esa cantidad de personas ya ni me hablara. También tuve la certeza de que a ninguno de ellos lo llevaba en el corazón.
Volvía a estar como al principio, sin nada de donde tirar. Lo dejé por el resto del día, a la mañana siguiente tenía que trabajar y debía acostarme a una hora razonable. Me duché, cené, puse el despertador y me tiré en la cama como si llevara toda la vida sin ver una.

Desconectado argetlam911

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #1 en: 07 de Noviembre de 2011, 14:38:57 pm »
*¡¡Capítulo 1!!*


-¿No puede ir más rápido? Por favor, que llego tarde.   -Volví a mirar el reloj, quedaban diez minutos para que empezara la reunión.
Estaba desesperada, en esa reunión me jugaba mi puesto de vicepresidenta en la empresa en la que trabajaba por aquel entonces. No era nada del otro mundo, era catedrática en matemáticas y, a decir verdad, me rifaron a la hora de entrar en cualquier puesto. Trabajaba en una empresa fusionada con un banco del extranjero, y sólo en dos años había llegado a vicepresidenta de la compañía. Con solo veintidós años y medio había llegado más algo que cualquier otro que rozaba los cincuenta. En la reunión de aquella mañana tenía que presentar un proyecto sobre una nueva política que íbamos a poner en práctica a partir de ese momento para intentar ganar un quince por ciento más, del cual el cinco iría destinado a países en vías de desarrollo. Ésa era mi idea, y estaba dispuesta a que se cumpliera.
Por fin, abrí la puerta del taxi y salí corriendo escaleras arriba camino de mi oficina. Por donde pasaba todo el mundo me daba los buenos días, y yo, como en automático contestaba de la misma forma.
-¡Aurora!, ¿Ya han empezado? -Pregunté, parándome en seco, a mi secretaria y, a la misma vez, buena amiga mía.
-Todavía no ha llegado el delegado al que quisiste que invitáramos. Pero todos los demás están en la cafetería, como vi que no estabais ninguno de los dos, les propuse tomarse un buen café calentito, que por supuesto correría de nuestra cuenta. -Le dirige una sonrisa en señal de agradecimiento. -¿Puedo preguntar por qué has querido que venga ese hombre aquí? En una reunión de tan alto nivel, un hombre que se dedica a irse de voluntario a otros países y...
-Aurora, tú también vas a estar presente en la reunión, y entonces comprenderás por lo que le he dicho que venga. Acompáñame a coger unas cosas que he dejado en recepción.
-No podemos movernos de aquí, están al llevar. -Era verdad, y le di la razón, las dos maletas que había traído, podían esperar.
-Bueno, avisa a alguien para que las suba, por favor.
No pasaron ni dos minutos, cuando varios hombres asomaron por la esquina; todos trajeados y, seguramente, con buena conversación. Detrás de todos ellos, se veía a una persona cabizbaja, vestida de manera informal, con el pelo moreno y rizado por los hombros, y con un par de pendientes en la oreja. Me causó buena impresión ese chico, es más, me quedé embobada mirándolo. Debía tener unos pocos años más que yo. Aurora se dio cuenta y me arreó un codazo lo suficientemente fuerte, a la vez que discreto, para sacarme de mi imaginación.
Mi secretaria acompañó a los componentes de la reunión a la sala del fondo de esa misma planta, pero le dije a mi nuevo “entretenimiento” que esperase un momento.
-Necesito hablar con usted un momento, antes de que empiece la reunión. -Le sonreí cortésmente y le tendí la mano. -Rosa, vicepresidenta de la compañía.
-Lo mismo pienso yo. –Y, estrechándome la mano, se presentó el también. -Lucas Moreno, vengo por orden del Delegado del Conjunto de las Obras Sociales, soy su ayudante personal. El delegado me ha puesto a mí al frente de esta operación. Mucho gusto.
-Mucho gusto. -Debería dar las gracias aunque de forma indirecta, pero tuve el presentimiento de que nos veríamos más veces. -Le he hecho venir a causa de que mi nuevo proyecto, como verá en la presentación, vamos a tener ganancias de sobra para esta empresa y desearía destinar parte de ellas a campañas promovidas por su organización; por eso, creí oportuno que viniera, para que le diera el visto bueno antes de proponerle nada más serio.
-Estoy de acuerdo, ¿entramos?



Parecía como si llevara dando charlas toda la vida. Todos quedaron complacidos ante mi propuesta, se aceptó sin ningún “pero”. El presidente de la compañía, no oficialmente, por supuesto, me dijo que mi puesto estaba asegurado, aunque todavía me quedaba la más dura de las pruebas: sacar adelante mi propuesta. Pero eso no me preocupaba, tenía ganas de celebrarlo.
Un par de horas más tarde, sentada en mi oficina, recibí una llamada. Aurora descolgó el teléfono, como de costumbre, vino y me avisó.
-Dile que te deje el mensaje, que estoy ocupada. –Suspiré. -Gracias, Aurora, recuérdame que te lleve a almorzar un día de éstos. Tú eliges el lugar. –Le  sonreí y me dejé caer en la butaca en la que estaba sentada. Me moría por ir a casa, cenar y sentarme en el sofá a ver una buena película. Ésa era la mejor forma de celebrar algo, bajo mi punto de vista. Aurora volvió y dejó un papel sobre la mesa, lo leí y me quedé muy extrañada. -¿Qué quiere decir esto?
-No tengo ni idea. El del teléfono no me ha dado su nombre, me ha pedido por favor que te haga llegar el mensaje, que por cierto me dijo que copiara palabra por palabra. –Se encogió de hombros. –Lo copié, pero no sabía si dártelo. He notado que el hombre parecía nervioso. Rosa, no me has contado nada de esto, se supone que soy tu amiga. ¿Conoces a alguien nuevo y no abres la boca?
-Au, conoces toda mi vida. Estoy tan desconcertada como tú.
El folio rezaba:


“No me dejes sólo con mi realidad. Te veré esta noche. Setúbal me habló de ti. Durante toda la vida, dejamos demasiadas cosas en el camino, aunque esas cosas al seguir el suyo propio pueden volver a encontrarse contigo. Yo soy una de esas cosas, pero que no dejaste en esta vida. Consecuencias de vidas anteriores nos abordan en el presente. No podemos evitar muchos problemas que suceden a nuestro alrededor, ya que muchos de nosotros no tenemos poder para cambiar a grandes masas. Este mundo no funciona como queremos. Pensemos que no todo es lo que vemos, hay mucho más haya de lo que observan nuestros ojos, tenlo en cuenta.
Puede que ahora no entiendas mucho de lo que te digo, ya te explicaré con más detalle. Te pido que no salga este asunto de ti, de mí y la de amable señorita que copia el mensaje.”



No podía dar crédito a lo que leía. Aunque noté un cambio en mi interior, la angustia que me oprimía pareció relajarse un poco.
-Ya, menuda broma. Vidas pasadas, presentes,… ¿Todo esto es lo que te ha dictado? Este hombre se aburría en su trabajo y no tenía otra que hacer. –Mi cansancio aumentó. De repente se me ocurrió una idea, que por cierto no me gustaba nada. –Aurora, en este momento no estoy para bromas. –Mi voz era pura crispación. Estaba hasta arriba de trabajo y ahora me venían con esto,…
-Rosa, yo no he inventado nada, de eso puedes estar segura. Ha llamado un chico y me ha dicho que copie palabra por palabra lo que iba a dictarme, y que te lo haga llegar lo antes posible. –Hizo una pausa, para coger aire, mientras yo seguía dándole vueltas, aún sin creérmelo. –Mira mejor vete a casa y yo me ocupo aquí de todo.
-No hace falta, resistiré.
-Insisto, vete a casa.
Tras discutirlo varios minutos, accedí. No me quedó más remedio. Au se mostraba impasible, al igual que yo. Cuando empezábamos así, podíamos pasarnos horas. Para ahorrarme el esfuerzo, le dije que ya vendría el lunes. Cogí mi chaqueta y todo lo que tenía que llevarme para preparar y adelantar trabajo.
En la calle no hacía frío que dijéramos, pero se veía a mucha gente vestidos con chalecos y rebecas. Era la parte del día que más me gustaba, me despejaba y ayudaba a olvidarme un poco de lo que ocurría en la oficina. A veces perdía el autobús pero eso no me importaba, me daba más tiempo para relajarme. Y por lo que parecía hoy sería uno de esos días.
En la parada había más personas esperando al vehículo; al llegar, saludé con educación y me senté en una de las esquinitas del banco. A estas horas de la noche, lo que más se encontraban eran chavales con sus parejas y algún que otro trasnochador.  No tardé mucho en estar sentada en uno de lo incómodos asientos rojos del transporte. A decir verdad, no sabía si realmente podía llamarle autobús; era una vieja tartana, que daba más botes que una pelota, y que cada vez que tomaba una curva, algún tornillo saltaba del lugar donde debería estar.
El tráfico era fluido, cosa rara en el centro de la ciudad. Pronto comprendí el porqué: un policía se encontraba en el centro de la calzada dando paso en el problemático cruce donde se formaban retenciones de hasta más de dos kilómetros, en las cuales podías pasarte una hora tranquilamente. Bueno, no tan tranquilamente, porque a mí personalmente me desquiciaba.
Por fin sonó por el megáfono la voz que anunciaba mi parada. Cogí mi bolso del suelo, me lo eché al hombro y bajé a la calle con algunas personas más. Mi portal quedaba sólo a unas manzanas de distancia.
Busqué en el bolso las llaves del piso, abrí y llamé al ascensor. Yo nunca monto en ascensor, me siento muy incómoda; pero hoy algo me decía que debía montar en él y subir hasta mi casa. Entré y un escalofrío recorrió mi cuerpo. La puerta estaba a punto de cerrarse cuando entró un joven. No podía verle la cara pues llevaba puesto un gorro. Eso ahora tampoco importaba. Le pregunté el piso al que se dirigía, y me respondió que subía al quinto.
- Entonces estupendo, yo voy al mismo. – Le di al botón y el ascensor comenzó a subir.
-Le pasa algo, ¿no es verdad? –Por lo que se veía, mi preocupación estaba reflejada en mi cara. Negué rápida-mente con la cabeza, intentando dejar claro que no era nada, que no tenía importancia.
-No es nada, he tenido un día difícil en el trabajo, y no sé qué hago montada en un ascensor. –Estaba arrepintiéndome terriblemente de haber tomado aquel camino. –Me dan un poco de miedo, ¿sabe?
-Comprendo.
La puerta se abrió y salí de allí como si me fuera la vida en ello. Me despedí brevemente de él, para entrar en casa. No pasaron ni treinta segundos antes de que el timbre de la casa sonara. Terminé de cambiarme y me dirigí hacia la puerta.
Justo delante se encontraba el mismo muchacho con el que subí en el ascensor. Llevaba un papel en la mano. Abrí, y sin decirme palabra, me tendió un sobre para que leyera su contenido.

Desconectado Gereidil

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #2 en: 08 de Noviembre de 2011, 14:28:52 pm »
Preciosa historia, me encantaria seguir leyendola :) /smile

Desconectado argetlam911

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #3 en: 08 de Noviembre de 2011, 22:27:28 pm »
*¡¡Capítulo 2¡¡*



La batalla estaba a punto de estallar, aunque ninguno de los bandos se sentía con ganas de combatir. Toda la culpa era de los reyes.
El del reino de Hiumpetsis no tiene heredero desde hace varios siglos. Posee familia real, pero ninguno de ellos puede acceder al trono, pues Blocphinm aprovechó esta situación y sometió a este reino. Y ahora lo maneja a su antojo. Hace y deshace con él según conveniencia. Desde hace varios años Hiumpetsis intenta recuperar su independencia, luchando porque alguien que no sea heredero directo, pero que tenga sangre real, pueda gobernar el país.
La guerra se libraría en breves. El sometido no tenía ninguna posibilidad, o eso pensaba el opresor. Pero Hiumpetsis tenía la esperanza de que Daniel trajera con él a su vuelta, al futuro heredero de su país, el cual gobernaría y pararía esta guerra sin sentido.


-Debemos hacer algo, rápido.
En la pequeña taberna de pueblo pesquero de Esseh se había concertado la reunión que tanto esperaban los integrantes de la sociedad encargada de recuperar el control del país. No se tenía constancia de la existencia de esta organización, sus componentes eran obligados a realizar un juramento mágico, en el que se decía que si se daba alguna pista sobre ellos, el castigo era la muerte. Pero no una muerte normal y corriente; al estar jurado mágicamente, eran los espíritus los encargados de que se cumpliera la promesa.
-Daniel lo está buscando. Ahora sólo nos queda confiar en él, y rezar por que la guerra no se inicie antes de su regreso. Como Jefe de la Asamblea propongo que cenemos, después llegará el tiempo para preocuparse.
-Permítanos contradecirle. –Uno de los presentes alzó la voz, y todos los que se encaminaban a la sala contigua, que no eran muchos, pues otros no se habían movido de su sitio, se volvieron. –Los que estamos aquí sentados, queremos que se tome en serio este asunto de una vez por todas. ¡Va a estalla una guerra! Comer puede esperar. –El emisor no parecía contento de haber sido él el que trasmitiera el mensaje. Su voz sonaba a la misma vez dura y asustadiza. Más de los que estaban sentados se levantaron, diciendo:
-Nosotros pensamos lo mismo. –Decía un anciano bajito y regordete, con un largo bigote.
-Tendríamos que empezar a considerar otras opciones y no confiarnos tanto. –Decía otro con vos chillona, que fue avalada por varios síes de la multitud.
-Lo mismo puede salir bien, que puede salir mal. Y como Blocphinm caiga en la cuenta, estamos totalmente perdidos; se iniciaría una carrera por encontrar el heredero. Si ellos ganan,… -Decía por otra esquina.
Empezó así una discusión, que fue cortada rápidamente por el Presidente para agradecer a esos hombres recordarles cual era el verdadero fin de la organización. Durante tantos siglos que llevaba formada, se habían acomodado todas las generaciones.
-Blocphinm no llegará en la vida antes que nosotros. Sólo Hiumpetsis conoce la existencia de la profecía, y la mayoría del pueblo desconoce su contenido. Los únicos que la conocemos verdaderamente somos los que estamos aquí presentes, y todos estamos bajo juramento. A decir más, para mí no es necesario el juramento, tengo confianza plena en cada uno de vosotros.
-Gracias. –Dijeron, al unísono todos, menos uno que observaba desde la esquina, sumido en las sombras.


Muy lejos de allí, mientras se celebraba esta reunión, una persona estaba viendo reflejado en una burbuja todo lo que sucedía en aquella taberna. Era como una visión de la cual ésta se veía asombrada, pues no podía creer aquello de lo que se hablaba en aquel encuentro. Las sospechas habían empezado a flotar por el aire. No era normal que mirasen de esa forma al gazapo. Lo interpretó como un mal presagio, aunque no podía hacer nada. La comunicación no formaba parte del conjuro.
La extraña mujer pensó que si eran descubiertos, la magia no serviría de nada para salvarse. Debía partir cuanto antes a la fortaleza de Altirh para dar la sustanciosa información al duque, que éste a su vez trasmitiría a palacio. Pero esperaría a que concluyera la reunión.
La burbuja se quedó en blanco por un momento. Al parecer, Saturos corría peligro de ser descubierto. O era señal de que la asamblea se había tornado al desinterés. Cristal se envolvió en su negra capa y se dirigió a su caballo. Tras un breve reconocimiento, ésta subió al animal y galopó hasta internarse en la oscuridad.

Desconectado Klavir

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #4 en: 10 de Noviembre de 2011, 08:56:33 am »
No me despegue hasta llegar al final del capitulo 1 xDD

Me gusta tu estilo para escribir, me siento un poco reconocido con aquel, no por como escribes si no por la personalidad.. a través de la escritura descubres a la persona.

PD: Leí el capitulo 2, pero o quedé colgado o creo que hay algún error en la publicación.. de todas formas decidí quedarme hasta cuando termina el 1 y esperar una respuesta para no quedar confundido >:3

Saludos.

SilentShadow.

Desconectado argetlam911

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #5 en: 10 de Noviembre de 2011, 14:42:33 pm »
No te preocupes, ahora mismo las historias van un poco por separadas
ahora mismo publico el tercero





*¡¡Capítulo 3!!*


Cerré la puerta corriendo. Se me vino de repente a la cabeza el mensaje que me había pasado Au,… Ése que yo me tomé a broma. Cogí la silla que tenía más a mano y la apoyé contra la puerta a modo de palanca. Esperé varios segundos, y para mi sorpresa, el muchacho no intentó derribar la puerta, sino que volvió a llamar al timbre de la misma manera que la anterior.
Me abalancé sobre el bolso, y saqué a toda prisa el móvil. Marqué como pude el teléfono de Aurora, rezando por que contestara. Nada, nada; no cogía. Probé de nuevo con el mismo éxito. Mis ojos se humedecieron rápidamente, y un par de lágrimas cayeron por mis mejillas.
Después de varios largos segundos logré controlarme. Empecé a respirar hondo y vi que algo entraba por debajo de la puerta. Era el sobre, en él se había escrito: “Te resultará duro al principio, pero si necesitas ayuda sólo llámame por mi nombre, y no tardaré en llegar. No me dejes solo con mi realidad.”
Abrí la puerta de forma que pudiera ver lo que había en la calle, pero a la vez, que lo que hubiera fuera no pudiera entrar. No había nadie. De todas maneras, cerré la puerta con llave y le puse el pestillo de la cadena. Me dejé caer contra la puerta para intentar analizar todo lo ocurrido, y descartar que había sido un sueño.
Sin saber porqué, mantenía fuertemente agarrado el sobre que acababa de coger. Mi mente recorría cada uno de los momentos de aquella noche. No se dejaba atrás ningún detalle. Siempre se me había dado muy bien fijarme en las cosas y por mi propia experiencia, tenía que reconocer que mi memoria era excelente. Miré el reloj, y me encontré con que llevaba alrededor de dos horas sentada en el suelo.
Cuando logré levantarme, llamé por teléfono a una pizzería para que me trajeran la cena, pues no estaba de humor para hacer nada. Volví a intentar contactar con Aurora, pero seguía sin localizarla, en casa no cogía y su móvil estaba apagado. Se me ocurrió de repente, que tal vez estuviera en la oficina, poco usual en ella, ya que, seguramente, se habría marchado al poco de irme yo. Telefoneé rápidamente al departamento donde yo trabajaba, pero tampoco cogía nadie.
Un escalofrío recorrió mi espalda. Había sentido moverse algo detrás de mí, algo que no pude reconocer en ese instante. Estaba paralizada, por una parte, quería darme la vuelta y ver que era lo que había, pero por otra, sabía que no me iba a gustar lo que en realidad vería. Mi miedo se iba incrementando conforme pasaban los segundos. Era miedo a lo que pudiera encontrar, no al hecho en sí de que allí hubiera entrado alguien.
-Hola, ¿Rosa?
La voz me resultó extrañamente familiar, lo cual me sorprendió. Aunque lo más chocante fue el efecto que causó en mí. Ya no estaba para nada asustada.
-Veo que te acuerdas de mí. –Dijo la misma voz mientras yo comenzaba a darme la vuelta. –O por lo menos has reconocido mi voz. –Era aquel ancianito que me habló sobre los poderes en las personas ocultos. –Creo, por la reacción que estás teniendo esta noche, que ya te ha visitado.
Abrí la boca, no me salió ninguna palabra, así que continuó:
-Él es un buen chico, no le tengas miedo. Ha sido un poco brusca la manera en la que os habéis encontrado pero no es algo que no se pueda solucionar. Ah, por lo que veo también te dejó el sobre. ¿Has leído lo que dice?
Se acercó un paso hacia mí, ahora podía verlo mejor. Seguía igual a como mi mente lo recordaba. La misma cara llena de arrugas con su característica expresión de serenidad. Seguía igual de encorvado, y llevaba el mismo bastón. Sus ropas sí habían cambiado, llevaba una especie de bata gris cubierta por una capa de viaje un poco más oscura.
Yo intentaba responder, pero no podía articular palabra alguna. Aún así, él esperó mi respuesta.
-Sí, -logré decir tras lo que me parecieron horas. –sí lo he leído, por fuera, porque no lo he abierto.
Me tendió la mano para que le dejara el sobre, se lo di.
-Querida, esto es sólo el diez por ciento de lo que puedes leer tú en este sobre, aunque lo realmente importante se encuentra dentro. –Recalcó la palabra <<tú>>, y un escalofrío volvió a recorrer mi cuerpo. –No te asustes, ya hay cierta familiaridad entre nosotros. Además, vengo a hablar contigo en total confianza. Hay algo que debes saber, y una vez que lo sepas, tendrás que decidir tu destino, y para eso, está aquí este magnífico sobre. –Seguía hablando, y, como ocurrió la primera vez que nos vimos, yo no entendía ni lo más mínimo de lo que decía. Llegué a la conclusión de que a ese hombre le gustaba complicarme la vida, pero aún así lo escuché. –Verás, tú tendrás gritar su nombre cuando quieras que él regrese. Cuando lo haga, espero que no te comportes como has hecho hace unas horas… mm… suena el timbre, ¿no abres?
-Es mi cena. -Le expliqué, aunque asintió como si ya lo supiera. Elevé la voz:    -Ya va, un minuto.
Me volví de nuevo, y me disculpé. Después me encaminé hacia el bolso, de donde saqué la cartera para coger el dinero de la comida. Le di algo de propina al chico y me dirigí hacia el salón, donde me estaría esperando el monje. Me daba mucho apuro ponerme a comer delante suya, así que deje la pizza a un lado de la mesa y le ofrecí a mi… ¿huésped? que se sentara en el sillón. Tras lo cual me senté yo en el sofá de justo enfrente.
-No te preocupes por mí y come sin reparo, sé que tienes hambre. No sé como la gente de hoy en día sólo hace tres comidas al día: desayuno, comida y cena. Además, vuestros platos son de lo más simples. En fin, sigamos a lo que íbamos, ¿dónde me quedé? –Mientras pensaba, yo le hice caso y me acerqué la pizza, comiendo despacio y con educación. Le ofrecí, pero me dijo algo sobre que su estómago no soportaría tanta porquería. –¡Ah! Sí, en nuestro amigo. Pues bien, sé que no soy nadie para regañarte, pero debes saber que tu forma de actuar esta tarde ha sido deprimente, y…
-Claro, mi forma de actuar ha sido deprimente,… Es que últimamente, a cada desconocido que llama a mi puerta, le ofrezco que se quede una temporadita, como si fuera su casa propia. –Intenté sonar sarcástica, pero me dio la sensación de que soné enfadada. –Póngase en mi situación, por favor.
-Viéndolo de ese modo llevas razón, aunque,… Bah, dejémoslo, porque terminaremos discutiendo, y no he venido a eso. Rosa, la guerra se acerca. Será uno de los peores enfrentamientos de la historia de nuestro mundo. Si este conflicto se produce, la Tierra no lo podrá resistir. Hay demasiado en juego, y tenemos que mover piezas claves si queremos evitarla justo a tiempo.
-Un momento, pare, pare, pare. ¿De verdad va a estallar la guerra? –Yo estaba muy sensible desde hace tiempo a causa de los conflictos que se producían en Oriente Próximo, y hasta un punto sabía que Estados Unidos también iba a meterse en el ajo, pero de ahí a que hubiera una gran guerra mundial,… me parecía un poco precipitado, aunque ¿qué te puedes esperar de la mente humana? –Eso no puede pasar, yo estoy totalmente en contra de cualquier tipo de violencia, no creo que pudiera soportar una matanza masiva.
-¿Entonces estás de acuerdo conmigo en que tenemos que poner todo de nuestra mano para evitar esta guerra sin sentido, no? No podemos dejar guiarnos por intereses ni cosas así, debemos llevar siempre por delante nuestros ideales. –Me pareció un poco cursi lo que estaba diciendo, pero no le faltaba lógica. -¿Sabes? No creí que me costara tan poco convencerte.
-Es que, llevas razón, ¿cómo voy a negarte mi ayuda en todo lo que sea posible? –Deje esa pregunta suspendida en el aire, y continué: -¿Qué puedo hacer yo? Es decir, cómo puedo contribuir a evitar la guerra.
-No corras tanto, cierto es que debemos andar a prisa, pero no podemos marcharnos sin él. Vuestro viaje será largo y duro, aunque estoy seguro de que juntos llegaréis sin… demasiados problemas. –No me gustó la forma en que dijo “demasiados”. -Te costará mucho convencer a los demás de que tú eres la que ellos esperaban, pues todos piensan que una mujer no es digna de ese cargo.
-Ya, estoy al tanto de que en muchos países se sigue discriminando por razones de sexo, pero una mujer puede hacer lo mismo que un hombre sin impedimento alguno.
-En eso estoy de acuerdo contigo. –Me dirijo una cálida sonrisa, lo que acentuó más los surcos de sus arrugas. –La cuestión es que tú vas a viajar a un lugar donde tanto el hombre como la mujer no entienden estos conceptos de los que estamos hablando. Ése es tu papel en todo esto, cambiar la forma de pensar de muchos del país, y de otros tantos extranjeros.
>>Viajaréis a Hiumpetsis donde deberéis reunir a todos los miembros del Consejo, y decidles que encontramos a su heredero, heredera en este ca…
-Disculpe pero me estoy perdiendo. –Hasta lo de los extranjeros lo llevaba todo de maravilla, pero lo siguiente que había dicho me sonó totalmente a chino. -Hium… no sé que, ¿dónde queda eso?
-En Balsamia, por supuesto.
-No conozco ningún sitio que se llame así. –Lo que dije pareció hacerle gracia porque se rió con ganas. –Un momento, ¿estamos hablando de lo mismo?
Tuve que esperar a que parara de reír para que me contestara la pregunta, aunque todavía no comprendía lo gracioso de mi comentario. Cogí otra porción de la pizza.
-Eso depende de lo que tú estés hablando.
-Pues de qué va a ser si no, de una Tercera Guerra Mundial. –Otra carcajada estalló. Ahora comprendí que me había quedado dormida cuando me senté de espaldas a la puerta.
-A mí no me conciernen asuntos humanos. Bueno, lo único que me retiene en este mundo eres tú, aunque no eres humana del todo. Con razón comprendiste todo tan rápido,…  -Estupendo, más risas. –Hablábamos de cosas diferentes.
>>Entonces hay que hacer mucho trabajo aquí aún, pero no podemos esperar. La guerra estallará. Él debe de encargarse de ti,… Os daré una semana. Para cuando ese tiempo finalice, ya deberás haber aprendido todo lo básico. Lo demás ya lo asimilarás de camino, a no ser que decidas no venir, lo que nos pesará a todos.
Estaba más perdida que el barco del arroz. Sí, pensé, esto es realmente un sueño. El anciano se levantó de donde estaba sentado, pero no se dirigió hacia la puerta, sino que volvió a sentarse, pero esta vez a un lado del sofá en el que yo me sentaba. Me dedicó una cálida sonrisa, y prosiguió:
-Escucha atentamente, en el sobre vienen las instrucciones necesarias para encontrarlo a él. El único problema es el del nombre, aunque yo sé que tú lo sabes. En una semana volveré, y quiero que para esa fecha todo ya esté listo. Tengo fe en ti, y sé que lo conseguirás, también estoy seguro de que elegirás correctamente.
Se levantó de nuevo, esta vez sí anduvo en dirección a la puerta, aunque no llegó a alcanzarla, pues se paró en medio del pasillo, justo donde yo lo vi por primera vez esa noche.
-Bien, me marcho. ¡Ah!, quítate esa idea de la cabeza, esto no es un sueño.
Y dicho eso, desapareció sin dejar tras de sí el más mínimo rastro de su presencia.
« Última modificación: 10 de Noviembre de 2011, 15:10:44 pm por argetlam911 »

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #6 en: 13 de Noviembre de 2011, 00:37:56 am »
Queremos la siguiente parte ya=D /smile

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #7 en: 14 de Noviembre de 2011, 21:17:10 pm »
*¡¡Capítulo 4!!*


Sólo se oía el cabalgar de un caballo en la noche. Una noche cerrada, una noche sin luna.
El jinete, debido a la escasa –inexistente- luz, debía parar cada pocos metros para comprobar si el camino que seguía era el correcto. En más de una ocasión tuvo que cambiar su rumbo, pero finalmente llegó a su destino.
Un gran castillo se alzaba ante sus ojos, rodeando de una muralla prácticamente impenetrable. Pero el jinete sólo tenía que dar su nombre, y sería recibido con las mejores galas. Y ese día más que nunca, su información era altamente sustanciosa. Nada podría hacer más feliz al Duque que las palabras que estaban a punto de salir por la boca de la mujer.
Descabalgó cuando llegó al patio central del castillo, que estaba a rebosar de soldados, que protegían a unas doncellas las cuales se acercaban con ropas secas para la mujer. Una vez que entró en la sala más cercana, desenvolvió las ropas de las cuerdas y se cambió.
Llamó a la puerta en señal de que ya había acabado, y las muchachas entraron a recoger todo lo que había dejado.
-Podéis tirarlo. Ya no me hará falta. –Y diciendo esto se encaminó hacía la salida en busca del salón donde debía estar el señor del castillo.
Recorría ávidamente el pasillo sin quitar la mano de la empuñadura de su puñal. Tenía un presentimiento. Lo que venía a trasmitir suponía una ventaja sobre Hiumpetsis. Aunque en su mente una vocecita le decía que eran ellos lo que iban un paso por detrás.
Tres toques cortos, pero a intervalos regulares, eran la llamada especial con la que Cristal contaba para hacer saber al Duque que ella estaba allí.  La puerta de la alcoba de éste tenía forma de herradura, y la madera estaba muy marcada por los nudos de la misma. Era una puerta tosca, preparada para que el Duque no fuera molestado bajo ninguna circunstancia menor.
Perecía ser ése el caso ya que no contestaba nadie a la puerta. Pero la bruja no podía marcharse sin ser escuchada, por lo que llamó de nuevo. Pensó que el Duque entendería que era una razón de peso. Nada.
Empezó así Cristal a preocuparse, pues nunca antes había pasado nada parecido. No sabía si sudaba por las abundantes antorchas que iluminaban el pasillo o por lo nerviosa que se estaba poniendo. Tras sopesar las posibilidades, un pequeño conjuro salió de sus labios y la puerta se abrió al instante.
La habitación continuaba, en apariencia, como tantas veces antes. Una gran mesa, rodeada de altas y lujosas sillas, coronaba el centro de la sala. Pegados a las paredes se encontraban varios, cómo no, suntuosos armarios, y no podía faltar una cama bien mullida, donde el Duque pasaba las noches con bellas muchachas gracias a su derecho de pernada. Los planos seguían en el mismo sitio, los cuadros a la misma altura de la pared. De pronto reparó en algo que nunca estaba así, la pequeña ventana no tenía el paño que solía cubrirla.
Cristal se aproximó lentamente, cruzando la habitación, hacia la posición de la claraboya. El paño estaba tirado en el suelo, y manchado de sangre.
-¿Sabes? No eres una buena bruja. No has notado mi presencia.
Notó algo caliente que le corría la cara a la altura de la oreja, no volvió a escuchar nada más.
« Última modificación: 14 de Noviembre de 2011, 21:25:08 pm por argetlam911 »

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #8 en: 16 de Noviembre de 2011, 21:55:04 pm »
FUCK YEAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!!!~~ Mola mazo!!! o.O o.O /love  Suige asi y llegaras lejos, Animos!!!!~~  /hi



Un millon de saludos!!~ /laugh

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #9 en: 22 de Noviembre de 2011, 10:07:02 am »
*¡¡Capítulo 5!!*

Tenía una semana para ponerme al día… ponerme al día ¿con qué? Se me quitaron las ganas de comer al instante. Me había dicho demasiadas cosas esa noche, de las cuales no entendía ni la mitad. Guerras, nombres, herederos,… Me había saltado algún capítulo de mi vida, que por alguna razón, prefería no recordar. O también era una opción que alguien me estuviera gastando la broma más pesada de mi vida, ya que si no era un sueño, no había otra explicación posible. Pero ahora que lo pensaba detenidamente, no me cabía en la cabeza que tantas personas se hubieran puesto de acuerdo…
Vale, empecé a hacer uso de mi mente, cogí indicios y traté de llegar a una conclusión. No podía, miré le reloj, las tres de la mañana. Empecé sin poder dormir bien esa noche, y terminé igual o peor. Lo mejor de todo era que al día siguiente no trabajaba. Así que, plan redondo: me iría a correr temprano (a una hora normal, ya que me acosté a las tantas) y día entero vagueando por casa.
No podía creerme que unas horas antes hubiera firmado la operación más importante de toda la historia de mi empresa, se suponía que debería estar celebrándolo con mis amigos en algún local del centro de la ciudad. Pero, como veis, en lugar de eso estaba lavándome los dientes y preparándome para ir a la cama, dando por sentado que la noche no sería nada tranquila.
Mi sueño fue muy contradictorio. Estaba en mi casa, pero tenía miedo de perderla, pues estaba totalmente nevada, pero era un hielo abrasador. El hielo quemaba cada cosa que encontraba a su paso, empezó por el pasillo, siguiendo con la cocina y con el contiguo salón, terminando con mi dormitorio, donde yo me encontraba. Entonces me empezaba agobiar, quería sacar cuanto pudiera de la casa para intentar salvarlo, pero sólo tenía un par de minutos antes de que todo acabara.
Perdía todas mis fuerzas al intentar llevarme los muebles, y cuando ya asumí que moriría abrasada por el hielo, un chico con un gorro, al que no pude distinguirle la cara, me cogía en brazos y me sacaba. Me llevaba a un lugar seguro. No temas, estoy aquí. Me decía constantemente.
El sueño se repetía una y otra vez, pero cada vez iba conociendo más detalles de mi ¿salvador?: el gorro perdía nitidez de un sueño a otro.
-¡Daniel! –Me desperté empapada en sudor, gritando ese nombre a pleno pulmón. Un espeso pelo rizado coronaba unos ojos verdes que yo había visto recientemente.
Pero el nombre no me sonaba… Daniel… Yo no conocía a nadie que se llamara así. Se me vino rápidamente una imagen a la cabeza: un chico que subió conmigo en el ascensor me dio un sobre. ¡El sobre!  Lo verdaderamente importante se encuentra dentro. Anoche, al final, no leí el contenido del sobre (comprended que mi cansancio era monumental). Aunque, ahora sentía la necesidad de leerlo, mi intuición me decía que no me encontraría realmente bien hasta que conociera el contenido.
Ningún buen día empieza sin tomar un buen desayuno. Con el sobre en la mano me dirigí a la cocina, allí abrí el mueble de encima de la Vitro y cogí el bote de café.
Bien, ahí estaba yo, desayunando, pero más que nada, estaba volviendo a darle vueltas a la cabeza sobre lo que (no estando muy segura) había vivido la noche anterior. Quería retrasar el momento todo lo posible, pero no veía excusa alguna para demorar más la apertura del sobre. Como tantas veces en las últimas horas, un escalofrío recorrió mi espalda mientras me estiraba para coger la carta. Poco a poco me fijé en todos los detalles con los que había sido adornado, detalles que no había logrado distinguir la noche anterior.
En una de las esquinas inferiores del envoltorio de la  carta, que todavía no había visto, se encontraba un extraño emblema que nunca en mi vida había visto antes. Debería ser algún escudo de una familia de ese tal mundo Balsamia, ya que se parecía bastante a los escudos que había estudiado en el instituto en clase de Historia. Sí, era igualito que los escudos de la Edad Media: una bandera coronada con una diadema en la que había incrustadas varias piedras de incalculable valor. Había en el blasón más detalles, pero no me dio tiempo a verlos ya que éste desapareció.
No quedó rastro alguno del emblema. Estupendo, otra cosa a añadir a la lista de chismes raros.
Llegó el momento, contuve la respiración y el mundo se paró del golpe; no oía nada procedente del exterior, pero un fuerte pitido atormentaba mis oídos. Puse el dedo debajo de la solapa del sobre y, con mucho cuidado, fue deslizándolo por el contorno de la misma hasta que la despegué completamente, dejando sin defensa su contenido. Se trataba de un finísimo papel, y al sacarlo, me di cuenta de que estaba escrito con una letra pulcrísima. Lo contemplé embelesada durante unos minutos, envuelta en una situación no real que me llamaba desde lo más profundo de su ser.

“Querido y ansiado heredero:
Hemos de dar gracias al cielo por haber permitido que llegáramos a vos. No sé si os acordaréis de la situación en que se encuentra Balsamia, ya que érais realmente pequeño cuando os separaron de vuestra madre, aunque por todos es sabido que ella os contaba bellos cuentos sobre nuestro país. Todos confiamos en que una parte de nosotros os haya acompañado durante estos años en que nos esforzábamos por encontraros.
Realmente nos encontramos complacidos de que esté leyendo este pergamino porque significará que nuestra búsqueda ha dado resultado y que no hemos plantado cara a Blocphinm en vano. También nos alegra que Daniel os encontrara, él sabrá contestar a todas vuestras preguntas.
Os pedimos, por vos y por vuestro pueblo que regreséis a Balsamia, sois nuestra única esperanza. Os rogamos, también, que antes de que toméis una decisión precipitada, habléis con Daniel. Sólo debéis desear verlo y él aparecerá.
No nos dejéis solos con nuestra realidad.”


Al final del texto, había un firma que no logré descifrar. Pero lo que más me llamó la atención fue el comentario sobre mi madre. Eso era cierto, mi madre siempre me contaba cuantos de extraños lugares donde todo siempre era perfecto, donde pasara lo que pasara todo siempre terminaba saliendo bien. Volvía a leer el primer párrafo y volvió en envolverme la sensación de que el mundo se paraba.
Mis padres hacía varios años que habían muerto, y ambos eran hijos únicos. Un gran peso me oprimió el pecho, pues nunca me había preguntado por mi familia, siempre me había creído lo que me había sido dicho. Pero en ese momento, un presentimiento me recorrió el cuerpo. Ahora sé que mis presentimientos han de ser tomados en serio.
Mi familia, seguro que había algún primo lejano, un  pariente que supiera algo de la historia de mi familia. Corrí hacia el ordenador y entré en la base de datos del hospital donde nací para buscar todas las personas que tuvieran mis mismos apellidos. Di gracias en silencio a Aurora, porque si su hermana no trabajara en el hospital nunca habría podido encontrar lo que buscaba. Resultó, que siete personas tenían mis mismos apellidos, todos eran varones.
¡Vaya! Siete varones y con idénticos apellidos, pero lo que más me sorprendió fue la fecha de su nacimiento. Todos habían nacido el mismo día de mi cumpleaños. No me lo podía estar creyendo, eso no era cierto. La única diferencia eran los años. Cada uno de los chicos había nacido un año antes que el otro, y por consiguiente un año antes que yo.
En la partida de nacimiento no ponía dato alguno de los padres… Eso me desconcertó, y me llevó a buscar mi propia partida. No. No. No. No podía ser. En la mía tampoco figuraba ningún dato de mis progenitores. Desconocidos. Tuve ganas de llorar. La angustia me embargó y me costaba respirar. ¿Quién era yo? ¿Qué era de mi vida? Todo había sido mentira. Imprimí rápidamente las ocho partidas de nacimiento y apagué el ordenador. Lo más probable es que fuera la pequeña de ocho hermanos.
Un sentimiento nuevo me invadió: añoranza. Mis otras siete partes que siempre había llevado en el corazón, y que nunca había sabido que existían.
Deseé con todas mis fuerzas que el chico del gorro negro de la noche anterior apareciera… Y de pronto, sonó el timbre.
Me dirigí lentamente hacia la puerta, aunque no me encontraba preparada para lo que me esperaba, estaba muy decidida a saber la verdad. Cuando abrí la puerta, un joven (volvía a estar vestido de negro) apoyado contra la pared aguardaba a que le recibiera. No dijo nada, dejó que lo examinara, y no  hizo movimiento alguno de querer entrar sin que le invitaran a hacerlo. Tuve una muy mala primera impresión, no dejaba ver ninguna parte de su cuerpo, todo iba cubierto, incluso las manos; y en la cara, con ese oscuro gorro que le llegaba a la altura de la nariz, sólo podía vérsele la franja de la boca, la cual se encontraba cubierta de una barba, más o menos, espesa.
Ya terminada la inspección, y sin ningún pretexto más para dejarlo fuera de casa, le invité a pasar con un movimiento de mi mano. No quise mirarlo mientras entraba, y le dije de espaldas que se dirigiera hasta el salón. Para darme un momento de respiro me fui hasta la cocina a coger unos vasos y la botella de agua de la nevera; me tomé todo el tiempo del mundo. Hasta que llegó el momento, y me senté en el mismo lugar en el que había estado sentada la noche anterior.
-Veo que no tienes más excusas para demorar la charla, ¿no? –Y se rió descaradamente. No, ya empezó a caerme mal. Pero hice caso omiso, y mientras se reía, serví agua en los vasos.
-Si quieres otra cosa que no sea agua, puedo traértela.
-No, agua está bien. –Le tendí el vaso y se lo bebió de un trago. –Perdona, pero llevo un par de días de locos y apenas he tenido tiempo para beber o comer, ¿puedes darme un poco más? –Volví a llenarle el vaso. Esperé y esperé.
No pude aguantar más y salté:
-¿Qué se supone que pasa conmigo? Porque desde hace unos dos días me pasan cosas raras, me persigue gente rara, me llegan cartas raras. ¡Todo es muy raro!
-Bien, tranquilízate, verás el principal inconveniente ha sido la muerte de tus padres adoptivos aquí en este mundo. Pues al cumplir los veintidós años, ya deberían de haberte contado la verdad. Pero nosotros nos hemos enterado hace poco de que ellos habían fallecido un par de años atrás. –No sabía que decir, así que le dejé continuar: -Los espías de Saturos nos han llevado la delantera en ese tema.
>>En cuanto hemos sabido la historia, he tenido que salir en tu busca, para encontrarte antes de que te encuentre Blocphinm. Por ahora llevamos ventaja, aún así, no tenemos tiempo que perder.
¿Blocphinm? ¿Qué diantre era eso? Vivan las palabras extrañas, llevaba varias horas escuchando muchas de ellas.
-Pero verás, me llevan sucediendo cosas raras dos días seguidos, guerras, personas que se aparecen y desaparecen en mi casa, cuadros volando,… ¡no sé quién que me busca! ¡Tampoco entiendo qué pintan mis padres en este asunto! Es más, ¡NO ENTIENDO EL ASUNTO!. –No me había dado cuenta, pero había empezado a levantar la voz tanto que termine gritando. Bebí tan rápido agua que casi me ahogué, lo que causó más risas en aquel chico. Lo que me sorprendió fue que no dijo nada, dejó que yo me tranquilizara. –Lo siento, la verdad es que me siento impotente, pareces saberlo todo sobre mí, pero yo en cambio, estoy más que perdida.
>>Hace un par de días mi vida era normal, estaba a punto de cerrar el trato más importante de mi vida. Y de repente, sin que te conozca de nada, apareces ayer en el ascensor y…
-Vale, de mucho no me conoces, pero ya nos habíamos visto antes de que pasara lo que me estás contando. –Puso una voz un poco más aguda de la estaba empleando ahora. –“El delegado me ha puesto al frente de esta operación.” –Sonrió. -¿Recuerdas?
Se quitó la especie de pasamontañas que llevaba y la barba de pega. ¡Era cierto! No me lo podía estar creyendo. Era el mismo muchacho de la mañana anterior. De pronto me sentí espiada, me sentí sin vida privada. ¡Viva la privacidad y el derecho a la intimidad!
-¡Vale! Dejémonos de adivinanzas. Por lo que veo, te ha costado aceptar quien eres,… -Me miró, con aquello irresistibles ojos verdes, pero, ¿en qué estaba pensando? Concéntrate.
-Verás, no sé quién soy, he leído algo sobre una mujer, un heredero,… y algo más pero no sé qué pinto en todo esto, la verdad.
-Verás, -repitió, con mi mismo tono, -tendrás que centrarte en el tema del heredero, bueno heredera. ¿Lo ves ahora? – Sin esperar respuesta, siguió. –Tú, eres la heredera de nuestro reino, la pieza perdida de la corona, y por consiguiente, nuestra reina. Mi reina.
No sabía por qué una parte de mí no se inmutó con la revelación. Como si lo supiera pero sin saberlo. Me acomodé en el sofá y bebí lentamente otro trago de agua.
-¿Puedes ayudarme en algo? –Por primera vez vi sorpresa en su rostro, esa expresión de autosuficiencia desapareció. Me levanté y cogí las partidas de nacimiento.
Me siguió.
-Necesito saber quiénes son y si tienen algo que ver conmigo. –Las cogió y me miró fijamente.
-Tienen bastante que ver contigo, pero ahora no tenemos tiempo de explicarlo todo. El monje sólo me dio tres días, y uno ya se ha consumido. Sé que es necesario para ti saber de tus hermanos. Ellos también esperan que tú vuelvas.
¿Qué hacía yo metida en ese fregado? En fin, era verdad que tenía hermanos. Esto parecía ser uno de los libros de fantasía que tanto me gustaba leer. ¿Qué se suponía que era lo correcto en aquella situación? No podía ir a ningún lado, la empresa ahora formaba parte de mi vida, y después de la presentación del viernes no me podía quitar de en medio. La empresa dependía de mí.
¡Qué lío! Ojalá nada de eso estuviera pasando. Prefería estar viviendo una mentira que conocer la verdad sobre mí. Pero, esa verdad me estaba trayendo nada más que problemas y calentarme la cabeza.
De pronto de di cuenta que rechazaba todo eso porque me suponía un problema. Nadie quiere tener problemas, y yo no soy distinta al resto de la gente. En realidad, estaba comprobando que sí era diferente a los demás. Bueno, la vida no había sido para mí un camino de rosas y ahora tenía la oportunidad de preguntar por qué.
¿Por qué mis padres no seguían viviendo conmigo a pesar de mi juventud? ¿Por qué se me había ocultado la existencia de mis hermanos? ¿Por qué…?
-¿Se puede saber qué piensas? –Yo estaba empezando a odiar esa voz, siempre tan oportuna…
-Lo haré, pero tenemos que atar un par de cabos antes de nada, no puedo desaparecer así como así, como si me hubiera tragado la tierra.
-¿Me creerías si te digo que ya está todo hecho? La verdad, todos estaban convencidos de que lograría llevarte de vuelta, así que dispusieron todo para nuestro viaje. La empresa ya sabe que no vas a estar disponible durante un largo tiempo, aunque no sabemos si deberemos ampliar el plazo acordado y…
-Para el carro, ¿que habéis hecho qué? Pero, ¿por qué decidís por mí? –No me quedaba ninguna duda de que lo que me estaba diciendo era absoluta verdad.
-No te enfades ahora y prepara todo lo que quieras llevarte. Algo de equipaje sencillo, ya conseguiremos ropas del país en cuanto lleguemos.
Me sorprendí que no me hubieran hecho el equipaje (ironía).

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #10 en: 29 de Noviembre de 2011, 22:53:32 pm »
Animos wapetona y sigue escribiendo k lo haces genial!

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #11 en: 04 de Diciembre de 2011, 14:10:47 pm »
*¡¡Capítulo 6!!*



-Tranquilizaos, mi señor, la bruja no podrá decir ni una sola palabra sobre lo que vio en su bola de cristal. –El guerrero rió por lo bajo, fijando su vista en su señor, y mirando de reojo el bulto que había tendido en el suelo.
-Bien, es importante que mantengáis ocupado a Saturos, por lo menos hasta el próximo consejo, para que no note la falta de esta bruja.
-Como siempre, nadie del consejo debe saberlo, ¿me equivoco?
El señor del castillo se dio la vuelta y sonrió para sí, haber escogido a Álex para aquel tipo de trabajo fue su mejor elección. Siempre sabía llevar todo a su extremo correcto, y guardaba silencio, que bien era una cualidad a tener en cuenta.
Álex sentía el acompasado ritmo de su respiración en el pecho. Esperaba ansioso las próximas órdenes que debería cumplir. A su temprana edad, sólo veinticuatro años, era uno de los guerreros de más fama y uno de los más temidos de todo el norte de Balsamia. Se encontraba satisfecho con él mismo, su físico era espectacular y nadie había tenido jamás una queja sobre él. Era perfeccionista en su trabajo, no dejaba ningún cabo suelto. Todo aquello bien valía lo suyo, y por supuesto el precio de sus servicios era elevado. Pero merecía la pena.
Cristal, la bruja que acababa de llevarle a su señor, no le pareció muy peligrosa cuando empezó a vigilar sus movimientos, pero nunca lo dijo, sólo cumplía órdenes. A Saturos sí lo veía como un manipulador nato, capaz de cualquier cosa con tal de conseguir sus propósitos. Mantenerle vigilado no sería tarea fácil, pero lo conseguiría, siempre lo hacía.
-Como te dije antes, Álex, te estoy gratamente agradecido. Al salir, te espera parte de la recompensa. Tienes tres días libres. Puedes marchare.
-Gracias, mi señor. –Y haciendo una reverencia, fue caminando de espaldas hasta la puerta.
Una vez en el pasillo, un guardia se le acercó para entregarle una bolsa de cuero donde estaba parte de la recompensa acordada. No importándole lo que el hombre pensara de él, se sentó y comenzó a contar las monedas que había en el interior de aquel pedazo de piel seca. Cuando hubo comprobado que todo estaba en orden, se dirigió al patio trasero del castillo donde aguardaba su caballo.
Tenía tres días por delante y una bolsa de monedas recién ganadas; y ya sabía que iba a hacer con ellas.
Mientras cabalgaba, vagó por sus recuerdos. Viajó en su mente a unos cuantos años antes:
Cuando era niño vivía en una pequeña ciudad llamada Vidiack. Su familia no era como el resto que habitaban en el mismo lugar, ya que Álex era hijo único, un gran contraste con las demás que solían tener como mínimo tres. En el colegio nunca fue bien recibido por sus compañeros, ya que éstos no contaban con él en sus aventuras y el aludido no hacía nada por ocultar lo infantil que le parecían los juegos de los demás niños. Pasaron así algunos años y, como suele ocurrir en las pequeñas ciudades, nada parecía cambiar.
Hasta que un día, al llegar al colegio, un chico que no conocía de nada ocupaba el lugar libre que había junto al pupitre de Álex. Según escuchó más tarde, la familia del nuevo eran unos fugitivos que se habían alojado en Vidiack temiendo ser perseguidos por Blocphinm.
Pronto se dieron cuenta de que serian grandes amigos. Compartían ese gusto por lo tranquilo, por escapar del bullicio, y juntos crecieron soñando en que un día servirían al heredero de Hiumpetsis.
Cada noche, los dos amigos daban una vuelta por los alrededores del pueblo, haciendo una larga parada en un claro cercanos pero bien oculto. Allí pasaban horas luchando entre sí con unas espadas de madera que habían fabricado.
Álex contaba con una rapidez y unos reflejos asombrosos, en cambio su amigo tenía un don para elegir la estocada más acertada así como el de adelantarse a los acontecimientos.
Noche tras noche, ambos chicos fueron perfeccionando el arte de la espada. Y día tras día, llegaban a ser mejores amigos. Después de cada noche de entrenamiento, se despedían en el roble de la plazoleta del pueblo, para volverse a encontrar a la mañana siguiente camino de la escuela.
Pasaron así seis años, hasta que una mañana, Álex estuvo esperando en el roble más tiempo del normal. Preocupado, se dirigió a casa de su amigo. El mundo se le vino encima cuando vio que no quedaba nada, la ropa había desaparecido junto con la comida y con los animales, y lo más importante de todo, con su amigo.
Sin saber qué hacer, ni a quién acudir, corrió al claro donde solían pasar las noches. Nada, tampoco quedaba rastro alguno del chico. Se sentó en el suelo, y desenterró las espadas que tenían escondidas bajos los matorrales; por primera vez en mucho tiempo sintió como las lágrimas recorrían su cara. Allí permaneció, con los trozos de madera en sus manos, llorando. Cuando se encontró demasiado débil hasta para seguir sentado, decidió que era hora de volver a casa. Y deseando que todo volviera a la normalidad, empezó a caminar hacia  el pueblo.
Con el movimiento, se dio cuenta de que una de las espadas tenía algo inscrito, y pudo reconocer la letra de su amigo. “Nos han encontrado”.
Mientras cabalgaba, otra lágrima brotó de sus ojos. Aquellos recuerdos habían marcado su vida. El día que prometió que serviría a Hiumpetsis, lo hizo con la espada de su amigo en la mano, y aún conservaba el pedazo de madera donde había leído el mensaje. Desde aquel momento, ayudar a la búsqueda del heredero había sido su mayor prioridad.
Sus padres entendieron su decisión, ya llevaba tiempo diciendo querer convertirse en lo que era: el mejor guerrero y espía del reino.
Nunca había vuelto a saber nada de su amigo, pero siempre lo recordaba como una de las personas más importantes de su vida. Deseaba que, estuviera donde estuviese, no hubiera sido encontrado por Blocphinm. Por más que preguntó, jamás le dijeron nada sobre su paradero, con el fin, aparentemente, de protegerlo.
Pero Álex ya no era ningún niño, y estaba decidido a encontrar algunas de las repuestas que en su día le fueron negadas.



-Tranquilo, Sence, ya casi llegamos al río. –Álex tranquilizó a su caballo. Llevaban toda la noche cabalgando, y el animal estaba asfixiado.
Como había prometido su amo, el río apareció ante ellos a los pocos minutos de su anuncio. Descabalgó y se limpió la cara con el agua helada que fluía por el cauce, mientras su caballo bebía desesperadamente. Llevaban horas sin parar, y Sence, a pesar de su resistencia y juventud, necesitaba beber cada cierto tiempo.
El agua del río Bachtech no había cambiado nada, seguía igual de fría, de dulce y de transparente como la recordaba. ¡Qué recuerdos! La orilla de aquel río fue el lugar donde se prometió a sí mismo encontrar a su amigo, pasara lo que tuviera que pasar. Siempre que tenía algo de tiempo libre visitaba aquel lugar, disfrutando de su belleza y recordándose su promesa. Vidiack estaba a poco más de media hora a pie, distancia fácilmente salvable con ayuda de Sence. Su madre lo obligaría a que pasara algún tiempo en la ciudad, ya que rara vez disfrutaba de su compañía; y su padre, aunque no lo manifestara abiertamente, quería lo mismo. Se alegraba mucho de ver a sus padres, y de volver a ver el pueblo, donde era bien recibido.
Alzó la vista, y entre los árboles pudo distinguir el regular trazado de la cuidad. Como casi todas las de Hiumpetsis, su forma era octogonal, con cuatro entradas principales, cada una orientada hacia uno de los puntos cardinales. La ciudad aquella vez estaba muy iluminada; Álex hizo mentalmente un recuento de los días que había pasado fuera, para hacerse una idea de la fecha aproximada en la que se encontraba. Cayó en la cuenta de que era la época de  las fiestas populares de Vidiack. Eso lo desanimó un poco, aunque no demoró su llegada a su casa.
Cuando su madre abrió la puerta de casa, una enorme sonrisa recorrió su encantadora expresión.
-No has cambiado nada, madre. ¿Sigues llevando el pelo recogido? Bien te aconsejé que lo soltaras, que estabas mucho mejor. –La sonrisa de Alba se ensanchó más, cosa que su hijo no creía posible.
-Siempre reprendiéndome. Se supone que la madre soy yo. –Los dos estallaron en carcajadas; así se saludaban, simulando que no llevaban meses sin verse. –Bueno, pasa, pasa. Tu padre fue a ayudar a preparar las fiestas. Empiezan mañana, ¿vas a quedarte verdad? –De pronto el tono de Alba cambió, le preocupaba el tiempo que tendría para disfrutar de su hijo, pues en la mayoría de los casos era escaso.
-Esta vez solo tengo tres días, así que no estaré mucho tiempo. –Viendo que su madre entristecía, bromeó un vez más: -Aunque si te arreglas el pelo pensaré en alargar mi estancia.
Su madre se soltó rápidamente el moño y lo sentó en la silla de la cocina.
-Veo que Sence sigue igual de fuerte que siempre, ¿ha comido? –Al ver que su hijo asentía, encendió el fuego: -¿Has comido tú? Hoy tenemos un magnífico guisado, de esos que te gustan.
-Eso es estupendo, madre.
No necesitaban decirse nada más, ambos se conformaban con saber que el otro se encontraba bien. Sanova llegó mientras su hijo terminaba su segundo plato. Al verlo, sonrió con el mismo entusiasmo que su madre y lo abrazó. Luego volviéndose hacia Alba le dijo:
-Vaya, deberías dejarte el pelo al aire más veces.
Álex sintió que había llegado el momento de dejar a sus padres solos, así que puso su plato en la pila y se marchó escaleras arriba a su habitación. Los peldaños seguían crujiendo conforme subía, y su cuarto no había cambiado en absoluto. El catre contaba con sábanas limpias, y los escudos del país colgados en las paredes carecían de polvo. Su madre sabía lo importante que eran para él, y siempre los mantenía impolutos. Abrió su armario y cogió algo de ropa para cambiarse, se dio un baño con el agua que Alba le había subido mientras estaba cenado, y guardó su ropa de servicio.
Cuando bajó de nuevo al salón, sus padres ya no se encontraban en el salón. Álex vio una nota encima de la mesa: <<hemos salido a la fiesta, ven cuando quieras>>.

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #12 en: 13 de Diciembre de 2011, 19:33:41 pm »
¡¡Capítulo 7!!


Hacía solo unas horas que había salido de mi casa y ya me pesaban como lustros. Las mismas palabras rondaban siempre en mi cabeza: “estamos perdidos si no regresas”. Pues menuda ayuda iban a tener…
Según lo que me contaba mi compañero de viaje, iríamos a un lugar llamado Balsamia, donde el modo de vida que tenían era parecido a un siglo XVI en España. Y a todo deberíamos añadirle brujas, magia,… Ya sería para menos, pensaba yo.
Llevábamos algún tiempo andando por túneles subterráneos, donde el hedor y la oscuridad eran agobiantes. A cada paso que daba, una rata recorría mis pies; y sus interminables chillidos caían como losas sobre mis oídos. No quería quejarme, pero esto no parecía tener fin, y cansaba, realmente cansaba.
A veces tenía la sensación de que nos habíamos perdido. Si me hubiera dejado allí abandonada, hipótesis que cobraba fuerza cuanto más tiempo pasaba, no sería capaz de encontrar el camino de vuelta. Más de una vez nos detuvimos, yo para descansar, él para comprobar las posibilidades. Creía que definitivamente nos perdimos cuando llegamos a una bifurcación, donde sólo Dios sabía qué camino seguir. En aquellos momentos, se había sumado al carro la humedad, que calaba hasta los huesos. Y para colmo, mi linterna empezó a fallar. Estupendo.
Lucas pasó algún tiempo cavilando y finalmente me dijo:
-¿Qué camino tomarías tú?
Me pilló totalmente por sorpresa. Yo estaba allí sentada, sí. Pero mis pensamientos se encontraban a años luz de allí. Pensaba en Au, pensaba en cómo había podido acabar en un embrollo como aquel. En cómo me había dejado convencer por alguien a quien no conocía de nada. ¿Cómo sería mi vida entonces? Lo había dejado todo.
Muchos se preguntaban cómo tan joven podía tener el puesto que tenía. Era fácil. Lo social no era lo mío. ¿Qué hace una persona cuya vida social es una mierda? Muchas cosas; y a mí me dio por estudiar. He de admitir que en mis dos primeras entrevistas me rechazaron, por falta de lo que llaman carisma. Y en al tercera, creyeron que tenían la persona perfecta para ayudarme a despegar en lo social porque según me dijeron, ya despegaría yo solita en lo demás. Esa persona era Aurora, mi mejor amiga.
Así que la pregunta me cogió por sorpresa y no supe que contestar, de modo que solté sin pensarlo:
-Derecha.
Lucas había estado observándome, y no lo mostraba, pero en el interior se reía de mí. Aunque dedicó una sonrisa cálida y comenzó a andar por el túnel de la derecha.
-Vamos, sígueme. No tienes linterna.
Era cierto, mi linterna había muerto. La dejé en el suelo y un montón de ratas se aproximaron a ella cuando me levanté. El señorito se alejaba, así que más valía darse prisa. Mientras andaba, sentía las miradas de los pequeños animalitos sobre mi espalda.
Llegamos a una compuerta un tanto extraña; el marco estaba repleto de una secuencia de grafías distintas a las que yo utilizaba y que se repetían cada tantos dígitos.
-Esta es la puerta que nos lleva a mi mundo. A tu mundo. Parece una compuerta corriente para aquellos que no la buscan. Pero ella también esperaba tu regreso, y se ha manifestado. No puedes atravesarla tal cual, pues es ella quien decide quién pasa y quién no lo hace.
-Si es una puerta, cómo…
-La verdad, no sé cómo. –Respondió adivinando mi pregunta. –Lo que sí sé es que funciona. Que por aquí salí hace años a buscarte y le juré que volvería contigo. La Puerta ha esperado; y ahora sabe que estamos aquí.
-¿Cómo podemos, entonces, atravesarla?
-Susúrrale tu nombre, demuéstrale quién eres; y nos dejará paso.
Pero si ni siquiera sé quién soy, me decía yo mientras me aproximaba a la Puerta. Me encontraba a mí misma ridícula agachándome. Cómo le demuestro a un trozo de metal quién soy.
¿Se puede comprender cómo funcionaba aquello? Claro que no. Pero mis ojos no podían negar lo que estaban viendo. Un agujero se iba haciendo cada vez más grande en el centro de la pared. No pude aguantarme el dar un paso atrás, asustada, y quitar la mano de aquel marco tan extraño.
Mi compi de viaje me tendió la mano mientras daba un paso hacia la puerta. Ni en broma iba yo a cruzar eso. No, rotundamente no. Me eché todo lo atrás que pude hasta que topé con la pared de detrás. <<Miércoles. ¿Qué hago?>>. A Lucas le pareció una situación muy graciosa, o al menos eso creí, pues empezó a llorar de la risa que le había entrado.
<<Nada, nada, yo voy apuntando y ya te las devolver todas juntas, mala persona>>.
-Vamos, no pasa nada, he hecho esto millones y millones de veces. –Dijo cuando paró de reír. –Yo voy a pasar, cuando estés lista, sólo salta.
-Por mí como si te tiras a un pozo. –Pero creo que lo dije tan bajo que ni lo escuchó.
Él saltó, dejándome allí. Y a oscuras, además. Se había llevado la linterna.
Un ruidito por aquí, otro por allí; y algo pasó por encima de mis pies. El ruido aumentó considerablemente, y en parte gracias a mis gritos. Lo único que veía era un puntito de luz filtrándose por el agujero de La Puerta. Tenía dos opciones: saltar (¡nooo!) o buscar la salida por una laberinto de túneles por el que llevábamos horas andando sin aparente sentido para dar con una puerta que llevaba años esperándome. La vida tiene un gran humor negro. No se cuál de las dos opciones era más esperanzadora. Creo que ninguna.
Podía plantearlo de la siguiente manera: no voy a salir de los túneles sin ayuda del petardo inaguantable, aunque me costara reconocerlo. Sólo tenía que saltar entonces. Claro, pensarlo es lo más fácil, lo complicado era mover los pies una vez estuviera delante de La Puerta.
Y así fue. Qué bien caminé hasta el marco, una vez me coloqué delante me convertí en una digna estatua de museo. La única diferencia es que podrían oír mi corazón a kilómetros de distancia.
Algo que me sorprendió fue que Lucas no volviera a buscarme, dado lo pesadito que era. Prometió dejarme sola y así lo estaba haciendo.
<<Bueno. Una; dos; y tres. ¡Salta!>> No, no salté. No podía. Pero si creía que no se me movían ni los pulmones al respirar.
Seguía oyendo a las ratas, pero yo ya no gritaba. Gracias a ellas no estaba sola, aunque fueran un poco asquerosas y olieran mal.
Lo que hizo que me moviera fue algo que noté en el cuello y al llevarme la mano detrás de la cabeza toqué algo peludo. <<No, no, no.>> Me había tropezado, estaba cayéndome al suelo. Pero, ¿estaba blando?
-Así se hacen las entradas triunfales. -<<No, Lucas>>, pensé.

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #13 en: 27 de Febrero de 2012, 16:27:32 pm »
precioso:)

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Re:Talina, lágrima de luna
« Respuesta #14 en: 29 de Marzo de 2012, 18:01:17 pm »
*¬* me encanto la historias , tu sintasis es genial me guiare por el dicho de que ''eres como escribes'' sigue asi :D