-Una pluma blanca!!!!!.- Grito, indicandolo con el dedo.
La repentina declaración de la chica todavía seguía dando vueltas en mi mente. ¿Cómo era posible que nadie se hubiera percatado de lo que dijo? ¿Por qué nadie le había prestado atención a ese detalle? ¡Un pluma de ángel! Prueba irrefutable de que allí se encontraba, al menos, un lobo con piel de cordero. Me levanto de la mesa del viejo Fistandantilus y me agacho a recoger la pluma ante la atenta mirada de todos.
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¿Podría ser esto verdaderamente una pluma de ángel?- pregunté, mostrándoles a todos aquel endemoniado objeto mientras lo miraba con curiosidad-
Podría ser simplemente una pluma normal y corriente. ¿Quién de nosotros ha visto un ángel tan cerca y vivido para contarlo como para saber cómo son? Pero... -el tono de mi voz descendió un poco-
¿Y si lo es en realidad? Eso significaría que...Me siento en el taburete más cercano y miro al suelo, exhalando un sonoro suspiro.
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¿Nadie se ha fijado si en aquella mesa había alguien anteriormente? ¿O si ha pasado alguien? Yo estaba de espaldas, hablando con el señor Fistandantilus y no pude percatarme de nada, pero alguien tuvo que haber visto algo, ¿no?
De repente, me acurdo de algo sobre lo que llevaba unos minutos pensando y que se había ido completamente de mi mente por el asunto de la pluma. Miro a la chica de las vacas, que se encontraba a unos pocos metros de mí.
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Sharuka, hay algo que me tiene intrigada. ¿Culpar a alguien?-le miro a los ojos fijamente. Los ojos son el reflejo del alma y en ellos se pueden observar perfectamente las emociones-
No se puede inculpar a alguien sin motivos y mucho menos al azar, a no ser, claramente, que los tengas o que pretendas crear disputas. ¿Hay alguien de quién sospeches especialmente, querida? Quizás deberías compartir tus observaciones con nosotros .
Esperé hasta poder escuchar sus palabras.