- No te preocupes por tus vacas, niña - le digo a la chica de las vacas - Es mejor preocuparte por tu propia vida, y la de todos los que estamos aquí. No es a tus vacas a quienes los ángeles buscan, así que estarán bien, no tienes que preocuparte por ellas, ya que ahora incluso ellas son más queridas por los ángeles que nosotros... Ya no nos quieren, después de tantos siglos...
-Me doy la vuelta y me dirigo al asiento más cercano, murmurando en voz cada vez más baja -
Tantos siglos adorando a Dios... confiando en que se haría su voluntad... rezando a los ángeles, seguros de que ellos nos cuidaban y nos amaban... ¿de qué han servido todas esas tonterías?
Si no podemos confiar en los propios ángeles, ¿en quién podemos confiar ahora? - Ahora estaba sentada, con cara de haber sido absorbida por los pensamientos que se producían bajo mis canas.
Pero alguien cantaba. Aunque todo lo que había fuera estaba en ruinas, cantaba con alegría, y era capaz de traer alguna sonrisa a este mundo.
- ¡Usted sí que es un verdadero ángel! - Le digo, y todas las miradas se dirigen hacia mí, como si esa palabra fuera un tabú.