Genial. Creo que entendieron bien el plan, (¿Se puede considerar este hecho como un milagro para los de su especie?). Se supone que tres personas deben disparar los tres arpones y luego recogerlos para intentar joder las alas del bicho y atraerlo hacia el mástil. Ahora tengo a una ameba preparándose para disparar, a saber con qué puntería, uno de los arpones, pero todavía necesito otras dos amebas más, una para disparar el arpón restante y otra que rompiera el pico del mástil. Debíamos incrustar la cabeza del dragón ahí cual signo de victoria tras una cruenta guerra. Pero no veo a nadie, puesto que el tipo del pelo azul y el cura esquizofrénico están ocupados intentando distraer al bichejo. Mierda, necesito más carnaza.
- Y-yo...¿Podria Ayudar con tu plan?- pregunta una vocecita a mi lado.
Me giro con un deje de desdén hacia lo que sea que haya pronunciado aquellas palabras. Una chica está parada a mi lado (¿desde cuando está esta aquí?). Hm, demasiado esmirriada. Una palabra aparece en mi mente: débil. ¿Me servirá? ¿Podrá ser lo suficientemente fuerte como para disparar el otro cacharro y sujetarlo? Me invaden las dudas. Pero no tengo otra opción que joderme y usarla.
-Niña, estás en tu día de suerte-le miro fijamente a los ojos- Tu boleto ha sido premiado con un precioso arpón para disparar- Pausa-. A las alas, ¿entendido?. Muévete y más vale que no la jodas.
Veo que la niña sale corriendo hacia el artilugio restante. Vuelvo mi vista hacia el tipo de la varita.
-¡Eh, tú, peliazul!-grito fuertemente para que me escuche- ¡Intenta cargarte el pico del mástil con tu magia!, ¿entendido? ¡La cabeza del dragón! ¡Tenemos que incrustarla ahí!
Todo está listo. Todos están en sus puestos. Noto como la adrenalina corre por mis venas mezclándose con mi sangre. Mis oídos retumban con el sonido de mi pulso acelerado. Pum, pum, pum, pum. Me encanta esta sensación, mezcla de excitación y miedo. Miro de reojo a los otros dos, me observan, ¿pendientes de mi señal, tal vez? Asiento con la cabeza.
-¡Preparaos! ¡3, 2, 1...! ¡AHORA!
Lanzo el arpón directo al nacimiento de sus alas. La suerte está echada, pero... ¿quién tendrá la combinación ganadora?