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Capitulo I: La TormentaLa tempestad se batía inclemente sobre ellos, la nieve calaba todos sus huesos, el viento cortante traía consigo pequeñas partículas de tierra que les impedían ver bien. Así y todo continuaban la marcha, lenta pero inexorablemente. Eran dos hombres en territorio enemigo, encomendados en una misión de rescate que pocos habrían emprendido, dadas las circunstancias.El brujo se adelantó a su compañero y de su arcano bastón surgió una pequeña pero cálida flama que derritió la nieve a medida que seguían avanzando.- ¡Buena idea Wolfus – Exclamó el otro por sobre el rugido de la tormenta, haciendo arder su bastón también.- ¿Qué?- ¡Dije que fue una buena idea!- ¿Eh?- ¡Nada!La tormenta empeoraba a cada instante, ya se tornaba imposible seguir avanzando. Hacía tiempo que no veían animales por las cercanías, ni ningún ser viviente. El camino desde Syrtis había sido largo, y con no pocos enemigos se habían topado. A pesar de eso finalmente habían logrado llegar a las cercanías del castillo Imperia. No obstante, aquella tempestad les impedía continuar por el momento.- ¡Hay que detenernos y buscar refugio! – exclamó Wolfus, alarmado.- ¡No, estamos cerca del castillo, si esperamos hasta mañana será peor y más difícil llegar! – replicó Tuor, empedernido.- ¡Si no esperamos moriremos sepultados bajo nieve!- ¡Si esperamos más, quizás Aldarion no vea salir el sol! – contestó el llamado Tuor, un conjurador.- ¡No puedes estar tan seguro de eso!La discusión iba a prolongarse, pero una poderosa ráfaga de viento los arrojó a los dos al suelo. Una vez allí, convinieron en que no quedaba alternativa que buscar refugio. Encontraron una pequeña caverna en la ladera sur de la montaña, bien resguardada del viento y la nieve. Entraron encontrándose que estaba bastante seca y más cálida que el exterior. Al instante el conjurador dispuso una cúpula de protección y otras barreras mágicas para aislarse de posibles enemigos que patrullaran la zona. Ya en el interior crearon un pequeño fuego mágico y se quedaron esperando a que la tormenta amainara un poco.Días atrás un grupo armado de Uthgars habían atacado el puente de pinos, donde un pequeño destacamento estaba formando un sector de vigilancia y guardia para impedir el paso al reino por allí. La resistencia de los syrtianos fue fructífera y lograron repelerlos, sin embargo los atacantes lograron tomar prisionero a un joven bárbaro de nombre Aldarion. Esto preocupó mucho al líder de la patrulla, Tuor, quien partió para pedir audiencia en Fisgael con el Consejo de la Liga de Syrtis.El Consejo llegó a la conclusión de que los alsirios seguramente buscarían por cualquier medio hacer que el joven soldado les dijera la ubicación secreta de diferentes puntos estratégicos del reino dispuestos en la zona de conflicto.Furioso, Tuor abandonó rápidamente el consejo viendo que no pensaban mover un dedo para ayudar a Aldarion y organizó una expedición hacia alsius, una misión de rescate compuesta únicamente el brujo Wolfus y él mismo. Ahora, allí en aquella caverna, estando tan cerca de poder rescatar a su amigo pero sabiendo que era la misma naturaleza quien se los impedía le produjo una gran frustración.Wolfus observaba a su amigo, hundido en sus cavilaciones, y resolvió que él se encargaría del primer turno de guardia.- Yo vigilaré primero, si no te molesta – dijo.- De acuerdo wolf, descansaré los ojos un momento – dicho esto se acostó en el sitio más alejado de la entrada de la caverna y como buen soldado logró dormirse rápidamente.A unos metros de él, Wolfus sentado en la entrada de la caverna y protegido por sus sortilegios observaba el blanco panorama y meditaba en su interior.Ni la nieve ni el viento amainaron esa noche.
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Capitulo II: El Castillo ImperiaAl amanecer, con las primeras luces del astro rey se pusieron en marcha. La tormenta se había desplazado al sur, puesto que se podían observar densas nubes grises en esa dirección. Ahora el problema era otro. Destacaban como dos manchas de sangre frente al alba ladera de la montaña cubierta de nieve. Avanzaron unos pasos ocultando sus huellas, aunque, como señaló Wolfus, borrar sus rastros era tan eficaz como hacer señales de humo en medio de un tornado.- Qué bien que nos vendría un cazador a estas alturas, con sus habilidades para ocultarnos y su conocimiento del entorno… - farfulló Tuor.Wolfus se abstuvo de responder, aunque pensó en su hermano, Sybio, un joven cazador que seguramente les habría ayudado de no hallarse atendiendo asuntos en el interior del reino.Luego de una larga caminata y temiendo a todo momento que fueran descubiertos, lograron descender de la montaña. A lo lejos observaron un gran yeti que caminaba hacia el oeste, y decidieron no molestarlo. Ocultándose ahora entre los enormes pinos nevados y agradeciendo las nubes que encapotaban el cielo, avanzaron rauda y sigilosamente.Ya podían divisar la mole imponente del castillo alsirio. Las banderas ondeaban desafiantes en el viento y la presencia de la enorme torre central atemorizaba a cualquiera que osara mirarla con recelo, una magnifica e infranqueable puerta secundada por hombres armados desalentaron a los compañeros. Se percibía el andar de los soldados y unas trompetas llamando al cambio de guardia. Los camaradas se echaron tras una roca y hablaron entre susurros para que no fueran oídos. - Bien... tenemos que entrar - musitó Wolfus. - Están bastante bien protegidos.- ¿Qué te esperabas? Es un castillo - replicó Tuor sonriendo. - Bien, esto es lo que haremos, necesito que organices algo de pirotecnia a la derecha del fuerte, no muy lejos pero lo suficiente como para atraer a los guardias. Yo entraré por el lado opuesto, trepando la muralla, he visto su diseño y es posible, la colina facilitará eso...El conjurador estaba en su posición. Deslizarse a través de los guardias no había sido fácil, pero de acuerdo a los reportes de espías infiltrados dentro del reino, las tropas alsirias se estaban agrupando en el fuerte Trelleborg, y habían quedado pocos en el castillo Imperia. No muy lejos de su posición, el brujo comenzó a murmurar sus arcanas palabras mientras su báculo brillaba con una tenue luz azul.Un fogonazo y una gran explosión sacudieron las paredes del castillo. Los guardias salieron corriendo al sitio donde se había observado el relámpago, que había caído sobre una gran piedra, partiéndola en dos. Del otro lado de la muralla, Tuor trepó y luego ayudó a su compañero. Una vez arriba se encaramaron detrás del parapeto y caminaron con las cabezas gachas.Pudieron finalmente escabullirse hasta la torre e ingresar. El conjurador lanzó en su aliado diferentes auras de protección, así como en si mismo hizo otro tanto. Escalando los peldaños, llegaron por fin al último piso donde se detuvieron a escuchar.- Estúpido idiota, confiesa de una vez el resto, sabes lo que hará el Carcelero cuando llegue, sabes que desearás no haber nacido y aún así te resistes… – Dijo alguien con una voz ronca.Wolfus se animó a asomarse para poder ver y distinguió a dos figuras, un hombre alto, con armadura enfrentaba a un joven demacrado con heridas en el rostro y en el cuerpo. El muchacho alzó la vista a su captor y una mirada de odio destelló en sus ojos. El caballero alzó un brazo dispuesto a golpear al hombre en el rostro pero súbitamente quedó inmovilizado.El brujo salió de su escondite murmurando arcanas palabras lanzó una gran roca sobre su enemigo, quién con una expresión de terror en el rostro quedó aplastado debajo de ella. Tuor se adelantó y curó al muchacho, quien no era otro que Aldarion.No obstante el ruido de la piedra al caer había atraído la atención de los demás guardias de los pisos inferiores y ahora se escuchaban gritos, el entrechocar de armas y ordenes de los oficiales.- Muchachos... gracias... - sollozó Aldarion – lo lamento, no pude… - Su voz se quebró y unas lágrimas escurrieron por su rostro.- Aldarion, tendrás momento para lamentarte después, necesitamos salir de aquí primero – replicó Wolfus, preocupado por lo que oía debajo.Tuor alzó el báculo y comenzó a entonar extrañas palabras. Un gran despliegue de poderes surgió de él, grandes portentos mágicos inundaron la sala, dándole fuerzas a los que allí se encontraban.Preparados para lo peor, los compañeros se dispusieron a vender caras sus vidas.
CitarCapitulo II: El Castillo ImperiaAl amanecer, con las primeras luces del astro rey se pusieron en marcha. La tormenta se había desplazado al sur, puesto que se podían observar densas nubes grises en esa dirección. Ahora el problema era otro. Destacaban como dos manchas de sangre frente al alba ladera de la montaña cubierta de nieve. Avanzaron unos pasos ocultando sus huellas, aunque, como señaló Wolfus, borrar sus rastros era tan eficaz como hacer señales de humo en medio de un tornado.- Qué bien que nos vendría un cazador a estas alturas, con sus habilidades para ocultarnos y su conocimiento del entorno… - farfulló Tuor.Wolfus se abstuvo de responder, aunque pensó en su hermano, Sybio, un joven cazador que seguramente les habría ayudado de no hallarse atendiendo asuntos en el interior del reino.Luego de una larga caminata y temiendo a todo momento que fueran descubiertos, lograron descender de la montaña. A lo lejos observaron un gran yeti que caminaba hacia el oeste, y decidieron no molestarlo. Ocultándose ahora entre los enormes pinos nevados y agradeciendo las nubes que encapotaban el cielo, avanzaron rauda y sigilosamente.Ya podían divisar la mole imponente del castillo alsirio. Las banderas ondeaban desafiantes en el viento y la presencia de la enorme torre central atemorizaba a cualquiera que osara mirarla con recelo, una magnifica e infranqueable puerta secundada por hombres armados desalentaron a los compañeros. Se percibía el andar de los soldados y unas trompetas llamando al cambio de guardia. Los camaradas se echaron tras una roca y hablaron entre susurros para que no fueran oídos. - Bien... tenemos que entrar - musitó Wolfus. - Están bastante bien protegidos.- ¿Qué te esperabas? Es un castillo - replicó Tuor sonriendo. - Bien, esto es lo que haremos, necesito que organices algo de pirotecnia a la derecha del fuerte, no muy lejos pero lo suficiente como para atraer a los guardias. Yo entraré por el lado opuesto, trepando la muralla, he visto su diseño y es posible, la colina facilitará eso...El conjurador estaba en su posición. Deslizarse a través de los guardias no había sido fácil, pero de acuerdo a los reportes de espías infiltrados dentro del reino, las tropas alsirias se estaban agrupando en el fuerte Trelleborg, y habían quedado pocos en el castillo Imperia. No muy lejos de su posición, el brujo comenzó a murmurar sus arcanas palabras mientras su báculo brillaba con una tenue luz azul.Un fogonazo y una gran explosión sacudieron las paredes del castillo. Los guardias salieron corriendo al sitio donde se había observado el relámpago, que había caído sobre una gran piedra, partiéndola en dos. Del otro lado de la muralla, Tuor trepó y luego ayudó a su compañero. Una vez arriba se encaramaron detrás del parapeto y caminaron con las cabezas gachas.Pudieron finalmente escabullirse hasta la torre e ingresar. El conjurador lanzó en su aliado diferentes auras de protección, así como en si mismo hizo otro tanto. Escalando los peldaños, llegaron por fin al último piso donde se detuvieron a escuchar.- Estúpido idiota, confiesa de una vez el resto, sabes lo que hará el Carcelero cuando llegue, sabes que desearás no haber nacido y aún así te resistes… – Dijo alguien con una voz ronca.Wolfus se animó a asomarse para poder ver y distinguió a dos figuras, un hombre alto, con armadura enfrentaba a un joven demacrado con heridas en el rostro y en el cuerpo. El muchacho alzó la vista a su captor y una mirada de odio destelló en sus ojos. El caballero alzó un brazo dispuesto a golpear al hombre en el rostro pero súbitamente quedó inmovilizado.El brujo salió de su escondite murmurando arcanas palabras lanzó una gran roca sobre su enemigo, quién con una expresión de terror en el rostro quedó aplastado debajo de ella. Tuor se adelantó y curó al muchacho, quien no era otro que Aldarion.No obstante el ruido de la piedra al caer había atraído la atención de los demás guardias de los pisos inferiores y ahora se escuchaban gritos, el entrechocar de armas y ordenes de los oficiales.- Muchachos... gracias... - sollozó Aldarion – lo lamento, no pude… - Su voz se quebró y unas lágrimas escurrieron por su rostro.- Aldarion, tendrás momento para lamentarte después, necesitamos salir de aquí primero – replicó Wolfus, preocupado por lo que oía debajo.Tuor alzó el báculo y comenzó a entonar extrañas palabras. Un gran despliegue de poderes surgió de él, grandes portentos mágicos inundaron la sala, dándole fuerzas a los que allí se encontraban.Preparados para lo peor, los compañeros se dispusieron a vender caras sus vidas.
Wolfus se animó a asomarse para poder ver y distinguió a dos figuras, un hombre alto, con armadura enfrentaba a un joven demacrado con heridas en el rostro y en el cuerpo. El muchacho alzó la vista a su captor y una mirada de odio destelló en sus ojos. El caballero alzó un brazo dispuesto a golpear al hombre en el rostro pero súbitamente quedó inmovilizado.El brujo salió de su escondite murmurando arcanas palabras lanzó una gran roca sobre su enemigoTe he señalado una frase en rojo que, por más que la leo no la capto bien xD. Igual has tenido un error ahí o es que yo soy demasiado lerdo como para entenderla. Revísala º-º
CitarWolfus se animó a asomarse para poder ver y distinguió a dos figuras, un hombre alto, con armadura enfrentaba a un joven demacrado con heridas en el rostro y en el cuerpo. El muchacho alzó la vista a su captor y una mirada de odio destelló en sus ojos. El caballero alzó un brazo dispuesto a golpear al hombre en el rostro pero súbitamente quedó inmovilizado.El brujo salió de su escondite murmurando arcanas palabras lanzó una gran roca sobre su enemigoTe he señalado una frase en rojo que, por más que la leo no la capto bien xD. Igual has tenido un error ahí o es que yo soy demasiado lerdo como para entenderla. Revísala º-ºQuiere decir que el Guerrero se quedo parado porque vio salir al Mago manejando su bastón y murmurando arcanas palabras, el conjuro fue una gran roca que callo sobre el Guerrero.Gracias por leero, ahora te lanzo el 3 Capitulo, parece que te gusta xD.
Capitulo III: RefuerzosEl bárbaro se puso a buscar entre los armarios que allí había, donde se guardaban armas, armaduras y demás; y encontró un mandoble que se ajustaba a su talla. Sonriendo, se puso en posición de combate, entonando cánticos antiguos que debían conferirle fuerzas. El brujo asimismo formó un aura a su alrededor para protegerse y el conjurador se dispuso detrás de ellos, atento a curarlos cuando fuera necesario.Súbitamente apareció la punta de una lanza por la escalera y, rápido como el rayo, Wolfus arrojó sobre el enemigo una esfera de fuego. Debajo cesaron los ruidos y gritos y se escuchó únicamente a un hombre conferenciando en voz alta con otro, además del grito agónico del herido.- Demonios, ¿Cuántos son?- Tres nada más, el bárbaro y dos magos, por lo menos uno de ellos es brujo.- Entiendo… vayan ustedes cinco, ataquen velozmente y es importante que… – bajó la voz de modo que los compañeros no pudieron oír lo que dijo a continuación. Tuor y Wolfus intercambiaron una mirada y el conjurador invocó un aura sobre su amigo, que debía protegerlo totalmente de poderes que no causaran daño.Lentamente el brujo comenzó a entonar un cántico arcano. Debajo de la torre se oía el entrechocar de armas contra armaduras y demás ruidos producidos por los alsirios al subir.- ¡Corten sus cabezas! – gritó Aldarion alzando su espada. En ese mismo instante aparecieron por la escalera cinco individuos. Al frente un poderoso caballero con auras a su alrededor, seguido inmediatamente por dos bárbaros, un cazador y dos tiradores.Wolfus liberó entonces el encantamiento que estaba guardando y una gigantesca nube negra y violácea se formó a su alrededor. Al mismo tiempo, Tuor alzó los brazos y la torre tembló sobre sí misma. Mientras, Aldarion se batía a duelo con uno de los bárbaros al tiempo que el resto trataba de mantener el equilibrio.- ¡Atrás! – gritó el cazador, identificando el conjuro del brujo - ¡Tienen maestro de la destrucción! ¡Reagrupemos!En ese momento, un poderoso golpe del guerrero syrtense aplastó el yelmo de su rival el cual cayó desplomado a sus pies y quedó inerte. Los alsirios se apresuraron a bajar con el caballero al último cubriendo la retaguardia.- ¿Qué hacemos? – Preguntó Wolfus, agotado por el conjuro – No se si podamos soportar otro ataque así, mi hechizo no funcionará de nuevo hasta que me recupere, y creo que son más de cinco guerreros debajo…- Salgamos y enfrentémoslos – Exclamó Aldarion, con los ojos brillosos mientras un hilo de sangre le corría por el rostro de un pequeño tajo abierto debajo de su ojo. – Hasta la muerte o la victoria, sea como sea prefiero enfrentarlos ahí afuera, no me gusta este nido de ratas.Tuor sonrió y se mostró de acuerdo con su amigo. Decididos, los tres bajaron lentamente la escalera mientras debajo se oían gritos encolerizados del capitán de la guardia. Cuando llegaron al pie de la torre se miraron y asintieron. Desenvainando su mandoble, Aldarion lanzó su grito de guerra y salió precipitadamente de la arcada que hacía de puerta.Un estruendo sacudió el castillo y todos se detuvieron en seco. La detallada y gigantesca puerta principal del fuerte cayó derrumbada por una fuerza exterior y un grupo de hombres y mujeres entraron. Lanzando ataques, flechas y encantamientos a diestra y siniestra acabaron con los guardias y los demás guerreros en un abrir y cerrar de ojos ante la atónita mirada de los compañeros.De las cuatro figuras que habían entrado, una se adelantó al resto. Quitándose el casco dejó al descubierto un rostro conocido por el conjurador.- Buenas tardes Tuor – Dijo solemne – Bastante torpe tu accionar esta vez… ¿Qué pretendías al venir aquí con dos aliados únicamente?- ¡Darith! No puede ser… ¿Qué hacen acá? – Exclamó el conjurador sonriendo de oreja a oreja ante la presencia de sus amigos y compañeros de clan, los Centinelas Nocturnos.
Más, más º¬º xDDDDEstá genial, muy entretenida, sabes representar muy bien los sucesos y dejas muy claro lo que quieres expresar en el texto *-*
Capitulo IV: PartidaTuor estrechó la mano del poderoso caballero Darith, un héroe de gran renombre en el reino.Narrando apresuradamente, le explicó lo que hacían ahí mientras el resto del grupo se encargaba de revisar los alrededores por si había quedado algún alsirio oculto.Mientras tanto Rawny, diestra conjuradora del clan, se ocupaba de curar a Wolfus y Aldarion.- No sabemos qué les ha dicho respecto a nuestras defensas, pero creo que no lograron sonsacarle todo; porque aún seguían interrogándolo cuando llegamos. – Concluyó Tuor.Darith frunció el ceño y asintió, era un asunto escabroso. Ambos se acercaron al joven bárbaro, el cual ya había sido sanado por la conjuradora.- Saludos Aldarion – Dijo Darith haciendo una leve reverencia, que le fue correspondida por el interpelado – Necesitamos saber si revelaste alguna información a nuestros enemigos.Con el semblante pálido, el bárbaro asintió y bajó la cabeza.- ¿Qué fue lo que les dijiste? – Inquirió Darith, abatido.- No me quedó otro remedio… les dije sobre nuestro campamento cerca del Molino de Aggersborg, y también sobre…En ese momento se oyó un silbido en el aire y una flecha atravesó el pecho del bárbaro. Aterrorizados, se giraron todos en busca del agresor, y vieron a un individuo que se materializaba sobre la tarima con un tétrico arco dispuesto y sus ojos brillando con odio.- ¡Maldición! – Exclamó Albus Camus, un gran tirador del clan. Tomando su gran arco, lanzó una gran flecha con una estela verdosa detrás. El alsirio la evadió y se arrojó desde allí al suelo, donde comenzó a correr alejándose del fuerte. Mientras tanto Tuor y Rawny aunaban fuerzas para curar al malherido Aldarion.- ¡A él! ¡a él! – gritaba Albus a pleno pulmón, en su desesperada carrera tras el individuo que se alejaba a una velocidad increíble. Del fuerte salieron Darith, Wolfus y Ahitofel corriendo, pero el cazador se había alejado demasiado y desapareció entre las sombras.- ¡Demonios! – Exclamó el tirador, consternado. Volvieron los cuatro al fuerte, donde tuvieron ante sí una lamentable visión.Tuor, con gran pesar, cerró los ojos sin vida de su compañero de aventuras. Rawny se incorporó y fue a los brazos de su esposo, Ahitofel el bárbaro. Tuor sintió una mano sobre su hombro y se incorporó pesadamente.- La piel se desgarraba ante mis ojos… no hubo nada que pudiéramos hacer – dijo con la voz quebrada.Guardaron silencio por un rato. Finalmente, Wolfus musitó que debían enterrarlo. Cargando el cuerpo del joven en brazos, Darith lo llevó detrás del castillo seguido por el resto de los compañeros. Allí, en una enramada rodeada por pinos de albas copas, cavaron una fosa y depositaron el cuerpo junto con sus armas y armaduras.Tuor recordaría siempre a aquel hombre como un joven intrépido y valeroso, que a pesar de su poco conocimiento en el combate, había logrado abatir en la torre a un oponente mucho más capacitado que él, y que había atacado con fervor y furia cuando sabía que no le esperaba más que su muerte. Recordaba también sus ojos sumidos en la sorpresa más profunda al ser atravesado su pecho por la mágica flecha del cazador alsirio.No tenían intención de permanecer en Imperia, seguramente el astuto cazador retornaría con refuerzos dentro de poco, y ellos eran seis únicamente. Al atardecer partieron del Castillo, con rumbo al Puente Negro Superior que dividía los reinos de Alsius e Ignis. Sin ánimo de hablar, cruzaron el armazón con precaución y siguieron su curso hacia el sur, hacia las verdes planicies de Syrtis.
CitarCapitulo IV: PartidaMientras tanto Rawny, diestra conjuradora del clan, se ocupaban* de curar a Wolfus y Aldarion.
Capitulo IV: PartidaMientras tanto Rawny, diestra conjuradora del clan, se ocupaban* de curar a Wolfus y Aldarion.
Capitulo V: EmboscadaEl ataque ocurrió en las cercanías del Puente Negro, que es la división entre los reinos de Ignis y Alsius. El grupo llevaba varios días de marcha en territorio enemigo, y al llegar a esa zona se volvió más cauteloso por ser un sitio sumamente peligroso.Albus Camus y Ahitofel encabezaban la marcha, con los magos en el centro y Darith en la retaguardia. Atravesaron el camino sin ver rastros de enemigos y prosiguieron hacia el sur. No obstante no habían pasado más de cien metros cuando tres cazadores ignitas surgieron de la espesura y derribaron a los tres hechiceros rápidamente.- ¡Ignis! – Gritó Ahitofel, y entonando un cántico de guerra se lanzó ante el rival que tenía enfrente. De las rocas cercanas surgieron guerreros y magos, que habían estado ocultos esperando el momento para atacar.- ¡Emboscada! – Exclamó Wolfus, lanzando rápidamente su hechizo más poderoso para mantener a raya a sus enemigos mientras se reagrupaban.Ocupando posiciones defensivas, los conjuradores se apresuraron a lanzar auras y protecciones mientras el caballero hacía otro tanto. Ahito y Albus se mantenían cerca de ellos para no quedar desprotegidos, pero lanzando ataques continuamente.Un poderoso golpe de Ahitofel abrió una brecha entre los rivales, lo cual el grupo aprovechó para lanzarse al ataque. Empleando ataques de rango y golpeando a diestra y siniestra mientras los conjuradores se desvivían por curar, el grupo logró acabar con gran cantidad de enemigos.Sin embargo eran demasiados; llegado el momento, la marea de gente separó al grupo cuando los ignitas respondieron con sus propios ataques en área. Tuor se encontró del otro lado de las líneas enemigas, enfrentando a un bárbaro y a un caballero a la vez. No podía ver a sus amigos, por lo que tuvo que lanzarse una poderosa defensa y apartarse de ellos hacia el este.Dándose vuelta vio que Albus Camus estaba cerca de él y se acercó a ayudarlo, al resto no se los veía entre tanta gente.- ¡Albus! ¡¿Y los demás?! – Exclamó mientras evadía una esfera mágica lanzada por un brujo.- ¡No sé, no los veo! ¡Vamos a las colinas ahora! – Gritando eso y defendiéndose con esa agilidad propia de los arqueros se alejó colina arriba para tener una vista panorámica del campo, seguido por Tuor.Darith, Ahitofel, Rawny y Wolfus se replegaban cediendo terreno con dientes y uñas hacia el sur. Los ignitas los perseguían, pero era evidente que no podían acercarse demasiado o los afectaban los poderes de los syrtenses.- Vamos – dijo Albus – La mejor ruta ahora es ir hacia el Campamento Orco, intentemos distraer a algunos para que nos persigan y se dividan ellos también.Asintiendo, Tuor hizo temblar la tierra con sus poderes mientras una poderosa flecha cargada con electricidad surcaba el cielo y se impactaba con la furia de un dios en el pecho de un bárbaro, que caía fulminado.
Capitulo VI: ResistenciaLlegaron al anochecer a destino, con espesas nubes de tormenta encapotando el cielo y ocultando las estrellas. Los poderosos orcos los observaron de reojo al llegar, incluso algunos agitaron los garrotes en actitud amenazadora, pero no los molestaron más. Albus y Tuor se encaramaron cerca de una tienda y se sentaron para recuperar fuerzas. Habían sido perseguidos por ignitas desde el Puente Negro, pero les habían perdido el rastro en las cercanías del Puente de Madera, o por lo menos eso creían ellos.El conjurador entonó unos cánticos y un pequeño zombie se personificó ante él. Si bien su arte era curar y estaba totalmente entregado a ello, al igual que todo conjurador, poseía la capacidad de invocar criaturas de otros planos para que acudiera en su ayuda. Dispuso al zombie de guardia y se durmió al instante.Sería media noche cuando un fogonazo de luz los despertó a ambos. Tomaron las armas y se incorporaron rápidamente. El zombie yacía muerto en el suelo, con una flecha de aspecto extraño incrustada en la frente. Cinco ignitas se mostraban ante ellos dos, en posiciones resueltas de combate.- Hasta la muerte – susurró Tuor.- Hasta la victoria - agregó el tirador.Con la rapidez de un rayo, el mago levantó protecciones a la vez que elevaba una breve plegaria al dios Surakus para que los ayudara en esa casi imposible contienda.El tirador atravesó con una de sus flechas la pierna de un bárbaro, antes de que atinara a reaccionar, lo que lo propinó al piso. El resto se lanzó al ataque. Los syrtenses mantuvieron posiciones, protegiéndose mutuamente las espaldas. El bárbaro y un cazador se enfrentaban a Albus Camus, mientras que un brujo, un tirador y una conjuradora atacaban al mismo tiempo a Tuor.El bárbaro no duró mucho, pues ya estaba herido y una flecha se incrustó en su corazón unos segundos después. Albus pagó cara la osadía de haber bajado la guardia para atacar al guerrero, ya que el cazador logró derribarlo. A metros de allí Tuor combinaba todas sus defensas en un esfuerzo por mantenerse en pie con todas sus auras que estaban destinados a defenderlos a ambos.- ¡Ahora! – Exclamó el tirador.Un ataque coordinado de ambos, que mezcló hechicería con flechas, abatió al brujo y dejó gravemente herida a la conjuradora, la cual no tuvo otra opción que protegerse con un poderoso hechizo llamado Santuario.No obstante, Tuor oyó un agónico grito detrás de sí y vio a su compañero caer, con múltiples heridas. Ese breve instante de desconcentración fue grave, puesto que una flecha se incrustó en su pierna y sintió el roce de otra que le arrebató el sombrero.Apretó los dientes para contener el lacerante dolor en la pierna. Lanzando sobre si mismo la protección máxima, se acercó a Albus y entonó uno de sus conjuros más poderosos.- ¡Jistrah tagopar Ast moirparann Kini!El tirador de syrtis se incorporó, revitalizado y con nuevas fuerzas. El encantamiento estaba destinado a devolver a la vida aquellos que estaban en las puertas de la muerte. No obstante el ejercicio del mismo había agotado a Tuor, el cual no pudo mantener más la protección y cayó de rodillas, escupiendo sangre.El cazador vio su oportunidad, pero no fue lo suficientemente rápido. Un ataque letal por parte de Albus lo mató al instante impactando en su ojo izquierdo. El tirador enemigo, no obstante, aprovechó la debilidad del conjurador y disparó una flecha.Tuor fue empujado hacia un lado por su compañero, el cual estando en el piso tomó una saeta con la mano y con ella acabó con su rival de un certero golpe en el pecho.La conjuradora que quedaba resolvió huir, pero no llegó muy lejos. Sus poderes se agotaban a cada instante y la última flecha del carcaj de Albus se clavó en su corazón mientras corría.- ¿Estás bien? – dijo el tirador, acercándose hacia Tuor e intentando ver la herida.- Si, dame unos momentos para recuperarme – replicó, mientras se sanaba a si mismo gracias a sus poderes.Extenuados, heridos, pero triunfantes, abandonaron aquel lugar con dirección a Puente Blanco.