Éramos entonces tan solo eso: niños. Las conversaciones de los recreos eran ciertamente bonitas. No tengo derecho a quejarme demasiado de mi infancia. Recuerdo cuando guardábamos las pepitas de las manzanas y de las diversas frutas que nos servían como postre en el comedor para plantarlas en el patio del recreo. Hoy aún me sorprende ver ese árbol tan grande que parece un milagro que haya crecido ahí, en una esquina apartada de la pista 3, la única parte de esas pistas que tiene tierra. Era la pista en la que nos tocaba estar a nuestro curso. Además, ese trozo de tierra no estaba pensado a propósito, sino que estaba causado por la erosión del agua de la lluvia, que había ocasionado el derrumbamiento de ese trozo de pista. La pista 3 era una pista que estaba por encima del nivel normal del suelo, y había un gran desnivel, de unos 5 metros, al final del cual se encontraba otra pista. El árbol que plantamos da sombra a una parte de esa otra pista que está al pie del desnivel. Recuerdo también cuando formábamos un río con el agua que sobraba de la fuente. Hacíamos turnos para ir a la fuente a darle al grifo y que corriera el agua por nuestro río. Acabamos formando varios ríos en todas las fuentes del patio. Un profesor hasta nos ayudó en nuestro proyecto. Otros, sin embargo, se quejaban porque gastábamos el agua del colegio.
Raras veces hablábamos de videojuegos. Aunque también estaban presentes estas últimas. Recuerdo con claridad dos cosas del ámbito de los videojuegos que me hicieron especial ilusión: el rpg maker y el ragnarök. Un amigo comentaba que había un programa para el ordenador que permitía hacer tus propios juegos. Nos pasábamos recreos enteros diseñando juegos que nunca llegábamos a hacer. Otro amigo nos hablaba de un juego en el que no había nungún jugador controlado por la máquina, todo eran jugadores reales, había distintos tipos, distintas clases, podías formar clanes, conquistar castillos, había guerras entre los distintos clanes y existía un jugador especial al que llamábamos "el creador". A partir de ahí, todo era imaginación. Nos imaginábamos una alianza de clanes que se dirigían hacia la tierra habitada por "el creador" para derrotarle, y que "el creador" ponía un río en medio para evitar que le destrulleran. Ese juego se llamaba Ragnarök online. La pega era que había que pagar. Cómo se pagaba, eso era parte también de nuestra imaginación. Imaginábamos que a través de la línea telefónica, como si de una llamada se tratase, cobraban según el tiempo de juego. En nuestra imaginación, llegamos a considerar que si teníamos tarifa plana, no deberíamos preocuparnos por el precio del juego, ya que se cobraba como una llamada, y las llamadas salían gratis.
El tiempo pasó. Al año siguiente, un amigo llegó con una increible noticia: había encontrado un servidor oficial de ragnarök online gratuito. Además, estaba totalmente en español. Nos faltó tiempo para descargarlo. Ansiosos buscamos un mapa para saber donde se encontraba la guarida de "el creador". Tras mucho indagar, decidimos que lo más probable era que "el creador" se encontrara en una extraña tierra llamada "xmas", porque "xmas" nos sonaba a "mandamás". Acordamos que cuando fuéramos fuertes y poderosos, iríamos a por él y le derrotaríamos. Yo me haría un mago, y mis amigos se harían un arquero y un acolyte. Sin más, nos registramos y nos preparamos para jugar. Vi por primera vez la pantalla de creación de personaje. Distinguía una serie de cualidades: fuerza, destreza, inteligencia, suerte, ... Sorprendido, observé que cuanta más inteligencia le metía al personaje, menos fuerza tenía. Decidí que mi personaje tenía que parecerse a mí, de forma que le puse ligeramente más inteligencia que fuerza, agilidad y suerte parejos, y destreza y vitalidad parecidos también. Comencé con el juego. Comenzamos todos los amigos a la vez. Empezamos a descubrir poco a poco el mundo de ragnarök online. El training ground nos enseñó lo básico que deberíamos saber. Hablamos cuidadosamente con cada uno de los npcs que había allí. Tras un largo camino, llegamos al final del training ground. Allí hicimos el test de job. Respondí con sinceridad a cada una de las preguntas que me hizo. Al final, salió "merchant". Pero yo quería ser mago. Así que le indiqué al npc mi decisión. De esta forma, aterrice frente a otro npc. Entonces me enteré de que debía tener job lvl 10 para convertirme en mago. Comenzó así un largo entrenamiento. A la semana, ya tenía el nivel necesario para convertirme en mago. Entonces empezó la quest. El npc me mandó a payon. Iba entonces acompañado por un puñado de novices que también querían convertirse en magos. Éramos todos novatos. Nos bajamos un mapa de internet y nos dividimos en dos grupos: los de payon y los de morroc. El más espabilado de cada grupo organizó una party, y nos pusimos en camino. Más de una vez nos extraviamos, y veíamos toda clase de monstruos extraños para nosotros: lobos, una especie de chocobo, árboles que andaban, unos porings verdes que eran fortísimos, unas mariposas de las que había que cuidarse... Al final conseguimos llegar a payon, haciendo escala en prontera, pues el viaje nos llevaba más de un día, y en cada ciudad en la que parábamos aprovechábamos para explorarlo todo y descubrir cosas nuevas. Tras mucho buscar, uno de nosotros dió con el npc al que había que pedirle la mezcla. Nos pusimos de vuelta. Cerca de Prontera nos encontramos de nuevo con el grupo de morroc. Nos contaron que en el camino habían encontrado un hormiguero muy grande, lleno de huevos de hormiga. Finalmente, llegamos a geffen y nos convertimos todos en magos.
A partir de ahí, todo fue exploración. Con el mapa en la mano, me fijaba en sitios que parecían curiosos y me ponía en camino. Andando, pues no tenía dinero para pagarme el caro warp de la kafra, visité morroc y alberta. En el camino de morroc encontré en el "hormiguero", y un sitio muy curioso que se convertiría en mi "mina de oro secreta": un sitio lleno de setas rojas que daban un objeto por el que te pagaban 500 zeny. Así, conseguí reunir 10000 zeny, con los que compré una pupa card, que decía que te daba 700 HP. Hasta más tarde no aprendería a usarla. En prontera, mientras intentaba matar un gato que, para mi sorpresa, tenía más de 500 de vida, pues había resistido dos de mis fire bolt, me encontré con una guild que estaba reclutando. Era la única guild inglesa del servidor. La amable priest me explicó como pudo que me uniera. Yo trataba de explicarle que solo tenía nivel 13, pero ella me decía que con eso bastaba. Esta priest me explicó como se usaban las cartas. Tras decirle mis stats, la priest se llevó las manos a la cabeza, y me dijo que me borrara ese personaje y me hiciera uno nuevo, y le metiera todos los puntos en inteligencia. Yo no borré mi querido mago, que tenía ya nivel 13, y al que tanto me había costado subir, pero me hice uno nuevo como me pedía la priest. Mi sorpresa fue grandísima cuando en muy poco tiempo, con la ayuda de la priest, conseguí nivel 20 con mi nuevo personaje. Finalmente me acabaron echando de la guild, porque era demasiado novato. Entonces reemprendí mi camino en solitario.
Otra cosa que me llamaba muchísimo la atención era los halcones que llevaban los hunters. Creía que servían para teletransportarse de una ciudad a otra. Me puse como loco a intentar conseguir un halcón. Los amables users intentaban explicarme que los halcones no los podían tener los magos, pero yo no hacía más que insistir, y llegué a ofrecer mi pupa card a quien me diera un halcón. Incluso le pedí a mi hermano, que tenía montado un negocio de "warps" (ofrecía warp a prontera desde payon por 1000 zeny, con lo que ganaba 400 zeny, pues las gemas azules costaban 600z) y había conseguido bastante dinero que me comprara uno. Al final descubrimos que efectivamente solo los podían tener los hunters.
Nuestra vida en ese servidor estuvo plagada de aventuras. Los eventos abundaban, aunque ni siquiera hacían falta. Cada día, cada nueva experiencia, era, no digo "como", sino mejor que cualquier evento. Para nosotros, hasta el más pequeño descubrimiento era un logro impensable. Me sentía orgulloso de participar en una batalla que se libró entre un monstruo salido de una rama y un grupo de valientes que se ofrecieron a salir de la ciudad para derrotarle. Me hice un merchant, recordando el consejo del npc del training ground, y monté una tienda al lado de un npc de prontera que cambiaba botellas vacías por milk. Evidentemente la tienda era de botellas vacías. Iba con mi mago a matar huevos al hormiguero, y las botellas que conseguía las vendía a buen precio. Al final el negocio prosperó, y conseguí una buena suma de dinero. Pasó el tiempo. En la web del servidor salió una entrevista al primer renacido de todo el server. Ese fue mi primer contacto con los "renacidos". Poco tiempo después, ese magnífico servidor cerró. No he vuelto a encontrar uno igual, ninguno reemplazó ni reemplazará a aquél servidor de rates 1/1/1 que me dió la ilusión por el RO que más tarde me llevaría a xatiyaro, para mi decepción, un servidor donde en diez minutos podías conseguir ser mago, donde un npc te teletransportaba gratis a la ciudad que quisieras y donde no hacía falta hacer complicadas misiones ni recorrer mundo para cambiar de job. Definitivamente, estas comodidades me hicieron perder progresivamente la ilusión anterior por el RO y me acabé convirtiendo en un jugador más, que como tantos otros solo se preocupa por matar y matar monstruos, ya sea para subir lvl o conseguir ciertos items. Sinceramente, prefería aquél servidor que me dió vida en el RO, y en el que cada detalle era una aventura.
