-¿Quién anda ahí?- Dice una voz desde la puerta de la despensa -¡Oh, buenos días, Madam Sophine, ya veo que volviste a por tus gafas. ¿Quién es ésta gente?-
-Hola, Charles, son mis invitados. Tengo permiso para venir hasta que me vaya ¿no? Pues les invito yo-
-¡Ja ja ja! No te molestes por ello, ya que aquí, en Prontera, en esta época del año, apenas hay festividades. Se consume poco ahora.-
-¿Y?-
-Lo que quiero decir, querida Sophine, es que tenemos provisiones de sobra, y si no se consumen se a echarán a perder. No es que me guste dar las cosas de forma gratuita, faltaría más, pero, si el destino de lo que estás preparando iba a ser el de pudrirse en la despensa, ¿qué mal nos hará que su destino sea llegar al estómago de esta... de estos caballeros?-En su pausa, Orleans mira al grupo de reojo, sin mirarles demasiado, iba a decir "de ésta gente", pero se muestra cortés aunque está viendo un grupo recién llegado de la calle que viene apestando y posiblemente a ensuciar su cocina.
Además, supongo que ésto te servirá para prácticar todas las cosas que yo, el fabuloso Charles Orleans, te he enseñado ¿verdad?
¡Oh, sí, caballeros, yo, aquí presente, soy el increible Orleans! Y ésta comida que Doña Sophine va a serviros no es algo que podais comer todos los días, pues ella ha recibido clases del extraordinario Orleans. Con mis conocimientos, hasta el más patoso puede llegar a hacer platos para chuparse los dedos hasta el codo, y no me gusta perder el tiempo dando clases, así que comed despacio, porque es la única oportunidad de vuestras vidas de disfrutar verdaderamente de la cocina de alguien enseñado por mí. No es lo mismo porque no lo estoy cocinando yo, el fantástico Orleans, pero seguirá siendo exquisito.
-Oye, Bianco, ¿quién es ese Orleans?- Preguntó Aleind.
-¿Que quién es Orleans, dices? Mademoiselle, ya eres bastante mayor para saber que el gran Charles Orleans, es decir, yo, es el mejor cocinero que jamás se haya visto en el reino, ¡y quizá en todo el mundo! Cuando comenzé con esto de la cocina tendría 5 o 6 años menos que tú. Desde luego, fuí un niño prodigio. Sin ir más lejos, Tristam III me contrató cuando tenía tu edad, y ya me llamaban "Charls, el magnífico". Al poco tiempo de ello, bla bla bla, y entonces patatí patatá y bla bla bla, pero ocurrió que bla ble bli blo blu, claro, todo por mis méritos. Y después, a mí, al admirable Orleans, se me ocurrió que ding dong dang, y bla bla bla bla bla..........(etc & etc)
Creo que le he exagerado un poco ._.
Ah, imaginaos a Charles con brillitos alrededor, como en el juego ¿eh? xD