Entre tanto, el chico de pantalones de mezclilla y camisa blanca parece haberse dado ya por vencido, pues, por más que ha llamado, el encargado parece haberse esfumado.
Entonces, el ruido de la puerta y de pasos entrando por ahí llama su atención, al parecer un nuevo sujeto ha entrado en escena, y, el sacerdote que antes parecía querer irse, había vuelto, mas ahora sin la compañía del que momentos antes había derrotado a la lastimosa criatura.
Pensé que tenías prisa.
Enuncia con malicia, dando luego un suspiro bastante largo, pues, al verse varado ahí, sus planes han cambiado radicalmente.
Planeaba ir a Alberta, ¿y tú?
Cuestiona, no esperando sin embargo una respuesta de parte del chico de ojos extraños.