Bueno, con un poco de la ayuda de Eryan he corregido un tanto el texto. También, con su permiso, usaré un personaje para el siguiente capítulo. Críticas son bienvenidas.
Capítulo 2:
¡Una nueva misión!
Regreso al lugar donde todo comenzó
Octava hora del día.
Erian y Lachdanan estaban parados fuera de las imponentes puertas del Templo, la habitación más interna de la Catedral, ahí donde residían los Ocho Ancianos. Ambos estaban un tanto nerviosos, si bien por motivos diferentes. El primero temía un interrogatorio, desde hacía cierto tiempo, por su asociación con un Mago; mientras que el otro estaba emocionado, pues estaba seguro que les asignarían su primera misión como Nombrados.
En el momento justo en que las campanas de las torres marcaron la hora, empujaron levemente las puertas, que, debido a su excelente manufactura, se abrieron lenta y silenciosamente. Entraron, y se maravillaron ante el espectáculo.
La habitación era enorme, mucho más que cualquier otra de la Catedral. Era toda blanca, con altas columnas, y el piso era de mármol. Colgaduras azules y doradas se veían entre cada columna, y debajo de ellas una estatua de algún gran Sumo Sacerdote del pasado. Enormes ventanales del más claro cristal permitían la entrada de luz. La habitación era rectangular, de manera que tuvieron que avanzar un trecho antes de llegar ante la presencia de los mismísimos Ancianos, sentados en enormes sitiales de piedra.
- Que la Luz esté con ustedes, hermanos – dijo el Anciano más a la derecha.
- Y que siempre ilumine vuestros caminos – respondieron correctamente los dos amigos.
Podía llamarse el Consejo de los Ancianos, pero no todos ellos eran viejos. Tan sólo tres de ellos eran lo que podía llamarse viejo, mientras que los otros cinco de eran más bien adultos. Sin embargo, la máxima autoridad de la Iglesia era el Sumo Sacerdote, y éste no estaba presente. Su propio trono, más magnífico y elaborado que el de sus Ancianos, estaba vacío. Esto intrigó aún más a Erian.
- Hermanos - dijo ahora el segundo de la izquierda –, como han de haber imaginado, los hemos llamado aquí para asignarles una misión, una muy importante misión.
- Así es – dice el que está a su derecha –. Pensamos que ustedes son los más apropiados para el trabajo, pues vivieron de primera mano lo que ocurrió. Además tan sólo ha pasado un mes desde su regreso.
- ¿Acaso se refiere su Señoría a los acontecimientos de Rachel?- pregunta Erian.
- Sí, tienes razón – dice otro –. Necesitamos que regresen allá e investiguen a fondo la situación, ahora con un permiso oficial.
- Estamos extremadamente preocupados por la situación, y hemos decido enviarlos. La catedral de Rachel es sumamente importante para la Iglesia. Sin embargo, el Sumo Sacerdote no está enterado, y es preciso que así continúe.
- No se preocupe, Señoría – dice Lachdanan –. Puede confiar en nosotros.
- Muy bien. Hemos asignádoles otro compañero, quien me parece es amigo de ustedes. ¿Conocen acaso a Elbereth Tuviel?
- ¡Sí Señoría! Es amiga nuestra de la infancia – dice Erian.
- Bien, se verán con ella en una hora a la entrada de la Catedral. Partirán inmediatamente. Un carro les estará esperando.
- Vayan con la Luz, hermanos.
Erian y Lachdanan salieron del Templo, sumamente emocionados. No sólo porque, tanto las preocupaciones de uno resultaron infundadas y las esperanzas del otro recompensadas, sino porque tendrían la oportunidad de reencontrarse con sus amigos. Y no sólo eso, sino que también irían con Elbereth, amiga que solía jugar con ellos cuando eran pequeños; pero quien fue asignada a una maestra que la llevó a otro lugar. Al fin la verían, después de cinco años de separación. Ella era Acólita, justo como lo fue Erian.
De ésta manera cada regreso a prepararse para el viaje de ida, o mejor dicho con el viaje de regreso allá a donde ocurrió, a Rachel, que ahora un importantísimo bastión de la religión de la Luz. En su momento, fue extremadamente difícil lograr la conversión del lugar; la religión local era demasiado poderosa. La lucha en Rachel fue especialmente sangrienta, y al final, la Luz se impuso. Para lograr una pacificación más rápida, el Santuario local fue conservado, ahora bajo la bandera de la Luz.
- Bien, vamos – dice Erian, una vez pasada la hora.
Dirigiéronse a la entrada a encontrarse con su amiga y con el carro. Estaban demasiado emocionados como para hablar, pero caminaban con prisa. Lo que vieron una vez llegaron los dejó boquiabiertos.
- Hola, muchachos, ha pasado mucho tiempo – dijo una muchacha.
No era sino Elbereth, pero se había converido en Monja de la Luz, no en Sacerdote como Erian. Era ahora muy fuerte, y más fornida que él (cosa que lo avergonzó un poco). Sus ropajes blancos y azules y su largo cabello marrón oscuro ondeaban despreocupadamente al viento del mediodía, apoyada como estaba en una columna. Una gran sonrisa cruzaba su rostro, tan feliz se sentía de volver a ver a sus amigos.
- ¡El… Elbereth! ¿Realmente eres tú? – preguntó anonadado Lachdanan.
- ¡Claro que soy yo! ¿Quién si no yo iba a ser? – ríe alegremente la chica.
- Vaya… así que te convertiste en Monja, ¿eh? – dice Erian.
- Sí, así como me ves. ¿Sorprendidos?
- P… Pues un poco… ¡Nunca pensé que fueras del tipo guerrero! – confiesa Lachdanan.
- Ni yo misma lo supe sino hasta hace un par de años… Fue entonces cuando cambié mi entrenamiento y llegué hasta donde estoy. Aunque a decir verdad me han nombrado Monja tan sólo hace una semana.
- ¡Increíble! ¡Debes ser realmente muy buena! – Lachdanan no salía de su asombro.
- Quizá, un poco… ¡Pero no tanto como ustedes! Ya todos en la Iglesia conocen sus hazañas.
- ¡Ja! ¡Qué dices! – replica Erian.
- Claro que sí, no mientan. En fin, ¿quizá sería buena idea que continuáramos esta conversación durante el viaje? El cochero se impacienta.
No era sino la verdad. El aludido, que tenía cara de estar bastante cansado, tan sólo les lanzaba furtivas y enojadas miradas desde el asiento del conductor.
- Y de ésa manera, podrían también platicarme un poco de sus aventuras pasadas… Estoy especialmente interesada en los últimos años, ¿saben?
Se vieron un instante, y empezaron a reír los tres, como lo hacían siempre de niños. Y mientras platicaban y reían al subirse al coche, parecía como si no se hubieran separado siquiera un solo día
NOTA 1: Ya he dicho que ocurre en un tiempo alterno al de la verdadera Rune-Midgart.
NOTA 2: Todo con el propósito de plantear un "what if..."
NOTA 3: Posteen comentarios porfa xD