Parte I
Al nacer su madre la llamó Nirel, en honor a las hermosas flores blancas que crecen en los bosques de Payon y que son inmensamente apreciadas entre los elfos. Era la hija menor de Natssu, reina de Payon y esposa del rey Vlad, ambos eran descendientes de los elfos de Lórien y tenían un gran poder. Pero el padre de la niña no era Vlad sino Regur El Forjador, a pesar de ser humano no existía ningún elfo o humano de Rune-Midgard que fuera capaz de superarlo en sus habilidades para la forja y con quien la reina Natssu había mantenido un breve romance.
Cuando el rey Vlad se enteró de la infidelidad de su esposa la mandó encerrar y asesinó a su amante. Se disponía a hacer lo mismo con la pequeña cuando se le apareció Dark Lord (como se le conocía por aquellos lugares al terrible Melkor) y le ofreció incontables riquezas y la posibilidad de vengarse de la traición de su esposa, si a cambio le entregaba a la niña. Vlad aceptó y a partir de ese momento comenzó la maldición de Nirel.
Tomando forma humana, Melkor se dirigió hacia la ciudad de Gonryun y dejó a la niña abandonada en la puerta de una casa, con el fin de evitar que Vlad no cumpliera con su parte del trato e intentara matarla de todas formas. El dueño de la humilde casita era Tamosito, un mercader reconocido en la ciudad por sus excentricidades y su dudosa sexualidad (había quienes aseguraban que por las noches se lo veía en ropas de mujer haciendose llamar Camil@ o Iset y que su esposa lo había abandonado por ello mismo, dejando a su pequeño hijo Tsukune junto a su excéntrico padre), quien al hallar a la bebé abandonada decidió hacerce cargo de ella y criarla como su hija.
Así pasaron los años y Nirel creció en una adolescente fuerte y hermosa, por las mañanas ayudaba a su padre en la tienda y el resto del día lo pasaba junto a su amigo y maestro Lunaticus Lupin aprendiendo la ciencia de la Alquimia o en el bosque cazando bestias con su medio hermano Tsukune, quien era hijo de Tamosito y uno de los arqueros más fuertes de Gonryun.
Cierto día, Nirel debió viajar a Izlude para llevar unos paquetes que su padre le había encomendado. Al llegar a destino conoció a un joven mago llamado Ichirri, quien se enamoró de la belleza de Nirel y le pidió que se quedara con el y fuera su esposa. Nirel, que también se había enamorado de Ichirri, enseguida envió un mensajero a comunicar a su familia sobre su compromiso y prometió regresar a casa junto a su esposo tan pronto como les fuera posible.
Llegó el día de la boda y Nirel llegó temprano a la Iglesia de Prontera llevando un hermoso vestido blanco y una corona de flores en los cabellos rubios. Durante horas esperó la llegada de su prometido pero este nunca llegó, Nirel decidió buscarlo por todo el pueblo creyendo que algo malo podría haberle ocurrido pero al verla, el dueño de la cantina le confesó que su amado Ichirri había estado bebiendo allí la noche anterior y luego se retiró en compañía de una bailarina exótica y nadie sabía de su paradero.
Sintiendose devastada ante el engaño de su prometido Nirel decidió regresar a casa, al llegar a Gonryun lo primero que hizo fue dirigirse a casa de Lunaticus Lupin para que este le aconsejara como sobrellevar la situación y evitarle la deshonra a su padre. Al llegar a la casa de su amigo vió que estaba a oscuras a pesar de que ya había anochecido, abrió la puerta con suavidad y lo que le dejó ver el ténue resplandor de la luna que entraba por las ventanas le dejó helada: en el piso de la cocina yacía Lunaticus Lupin agonizando, una serpiente le había mordido y por sus venas ahora corría el veneno mortal. Por más que intentó curarlo, nada pudo hacer y su querido amigo de la infancia murió en sus manos.
Sin valor para volver a su casa y con el corazón destrozado por las pérdidas sufridas, Nirel comenzó a correr por el bosque tratando de huir de sus penas… corrió hasta que perdió la noción de donde estaba y de cuanto tiempo había transcurrido. Pero el dolor en su corazón era demasiado grande y solo quería dormir y olvidarse de todo, desesperada al no saber que más hacer colocó un hechizo sobre su cuerpo que la mantendría convertida en piedra por incontables años ya que los elfos no mueren por causas naturales.