Para los capítulos anteriores, da click aquí. Más tarde que nunca, supongo.Un vaso de vidrio con muchos hielos. Normalmente tendría veneno dentro; veneno delicioso que alza la temperatura del cuerpo y se hace adictivo.
Alcohol. Delicioso alcohol que se derrama sobre su cuerpo y le lame la piel. Cada gota se desliza de forma lenta, pausada, dando un último recorrido por el cuerpo de la mujer.
Es su forma de limpiarse de tan horrible enfermedad, porque sí, es una enfermedad todo ese rollo del alcoholismo y la borrachera. Se limpia mordiendo los cubos de hielo y escupiéndolos de vuelta al vaso. Parecen cohetes de tan rápido que son disparados de vuelta a su prisión. Y ahí mismo en el profundo pozo son revueltos unos contra otros para volver a ser tragados y escupidos. Es la parte más larga del ritual.
El baño debería oler a perfume y jabón pero ahora apesta a alcohol. Alrededor de la blanca tina hay latas de cerveza; botellas de vino, ron, brandy, sake, tequila, licor, anís, vodka, whisky y demás cosas que ella solía tomar.
Tú recuerdo sigue aquí, como un aguacero.Todos esos contenedores del preciado líquido que en más de una ocasión la hicieron olvidar todo. La hicieron mejor, peor. La hicieron una nube y la hicieron una enferma. Están todos esparcidos y de pie como acólitos adorando a su Dios.
Sé que te tengo que olvidar. Tu recuerdo me hace bien, me hace mal.
¡Sabe muy bien que lo va a extrañar! Tantas noches juntos y también tantas mañanas. Amor verdadero, graciosamente. Pero ya es hora de un alto y es por eso que hace todo este espectáculo de bañarse en sus antiguos brebajes. Cree que se va a curar si desperdicia todo a la vez y le da un hermoso último adiós.
Velas iluminan con tenue cariño la figura de la desnuda campeona sumergida en litros de veneno.
Desde el momento en que se conocieron supo que eran el uno para el otro. Desde muy joven le agarró gusto al sabor amargo, luego dulce, de la cerveza y sus similares. Miles de monedas gastadas para seguir el vicio, vicio que hoy termina: extiende su brazo derecho y toma la botella de tequila más cara que posee. Es una botella redonda con incrustaciones de oro, plata y platino.
Y de un rápido movimiento la revienta contra su cabeza destrozando por completo la enfermedad y el contenedor. No con la vida.
Ahora gotas de sangre se meten en la tina que está llena de alcohol.
***
-No tienen fin, eh.
-Aquí es cuando demuestras tu verdadero entrenamiento.
-¡A por ellos, que son pocos y cobardes!
***
Y todo lo que le quedan son sus preciadas cicatrices. Cicatrices de un bonito cuerpo: cabello azulado, liso con tonos violetas, largo hasta poco más de los hombros que por lo general usa en dos coletas sobre éstos mismos. Un cuello fino que lleva a dos fornidos hombros y éstos a su vez a largos y fuertes brazos que terminan en poderosas manos. Los pechos son de buen tamaño, no tanto como su mejor amiga pero tiene con qué defenderse; el vientre es plano y algo marcado con anchas y redondas caderas. Un tesoro escondido y piernas tonificadas, gruesas, potentes. Los pies son lo más delicado de ella, después de todo. Sus ojos son grises y sus cejas algo pobladas; la nariz es refinada y los labios carnosos, dueños de una hermosa sonrisa. Las orejas sin pendiente alguno y las mejillas con carne.
Una cicatriz en el hombro derecho.
Una cicatriz en el vientre.
Una nueva cicatriz en su frente.
Y ni una cicatriz más en su corazón, ya ha sanado todo.
***
Y el caballero ruge con toda su garganta para levantar la moral de su grupo, maldita sea. ¡Un buen líder nunca se deja mangonear! Eso de los rugidos los aprendió de su amiga Blood. Él, Masaho, ha aprendido mucho de ella. Y el rugido es tan potente que las hordas de muertos vivientes se paralizan un par de segundos para después volver al ataque.
Ahí, en medio de todo el mar de putrefacta carne y frágiles huesos, se alzan cuatro héroes que siguen superándose cada segundo a sí mismos: Masaho, Eltosian, Angellore y Vendimia. Ellos son el terror de los nigromantes y de las banshee; de los muertos vivientes y de los perros infernales.
Dime, ¿acaso mis amigos no están dementes?
El monasterio maldito es una enorme edificación de tres niveles y un amplio patio exterior. Antes era eso, un monasterio bastante cómodo con muchos cuartos y facilidades… pero poco a poco, el lugar se fue pudriendo.
Antes fue una isla lejos de la costa de Arunafeltz. Se dice que un hombre llegó ahí tratando de huir de su pasado y con ganas de empezar una vida nueva. Muchos otros conocieron ese lugar también y buscaban renacer también; es entonces que se hizo un lugar de oración y de adoración a Freya con el fin de pagar sus pecados pasados. Pero desgraciadamente, en una tormentosa noche, un hombre malvado encontró la isla tan silenciosa y pacífica… y también encontró su nuevo refugio; distribuyó la localización y cada vez más criminales corrían a la isla a refugiarse. Esclavizaron a los habitantes del monasterio y derramaron la sangre de ellos; dicha sangre fue la que empezó a esparcir un aura maligna alrededor de toda la isla. Una neblina hecha de sangre ahorcaba a la isla misma…
Y por años, se consideró el poblado desaparecido. Hasta hace poco, que la gente comenta que aparecieron de nuevo. Muchos cazadores de tesoros trataron de recuperar lo que alguna vez fue de los criminales. Muchos no se vieron más. Los que volvieron, en cambio, perdieron su sanidad y lógica.
Los malditos bandidos se convirtieron en idiotas que maldicen y hablan groserías.
La isla volvió del más allá.
Y es justamente a donde el grupo de héroes trata de llevarla de nuevo al eliminar a todos los feroces muertos vivientes que la habitan.
***
-Blood, ¿qué pasó con todo el alcohol?
-¿Por qué lo preguntas, Val?
-Porque desde que te recuperaste no he visto ni una lata o botella más.
-Pues, me he curado.
-Pero… no significa que yo no pueda tomar…
-¡Te has curado conmigo!
-¡¿Qué?
***
Cada uno de esos pútridos cuerpos tiene un corazón negro. Un corazón que si te concentras, logras verlo detrás de los huesos y la carne seca. Tienen tantos hoyos y miembros faltantes pero la ferocidad les sobra. Se lanzan como perros rabiosos a su comida, se lanzan como si no tuviesen algo por perder.
Ahógate conmigo.Más, por ahora están todos inertes y en el frío suelo. Decenas de muertos vivientes hechos pedazos; parece la fosa común de los pueblos. Ésta ha sido la tercera oleada de ataque que el monasterio les manda a los cuatro aventureros.
Ayúdame a respirar.Y de un segundo a otro la acción vuelve a comenzar: nuestros héroes danzan con esqueletos flacos, magos encapuchados y niñas gritonas, además de unos de perros huesudos.
El primer caballero gira sus brazos en todas direcciones con las espadas despedazando monstruos por igual, pareciendo un acelerado baile árabe o una demostración de artes marciales.
El segundo caballero atraviesa criaturas con su lanza y luego los arroja contra más criaturas, fingiendo que está jugando bolos y que está haciendo chuzas.
La herrera hace volar su carro que golpea a cada lacayo sin parar y el vehículo pasa de una cabeza abierta a otra como jugando damas y haciendo una cadena interminable.
La sacerdotisa quema a los impuros alzando sus manos y dándole la pinta de ser una directora de orquesta sinfónica porque con cada movimiento de sus manos la luz quema a los muertos.
Una puesta en escena bastante complicada y delicada a la vez: si alguno llegase a fallar todos irían en su auxilio y al descuidarse, se desmorona todo el espectáculo y a la tumba mis amigos por tontos. Sí, tontos por dejar de vigilar su propia espalda.
Húndete conmigo.Fingir, fingir. Fingir para no morir y caer en la locura porque tanta putrefacción y demencia concentradas en un solo lugar podrían romper en dos al más cuerdo. La cantidad de muertos vivientes es obscena, realmente obscena; los pulmones de los vivos se llenan con el descompuesto aire y la ajada maldad. En más de una ocasión han querido vomitar por el estropeado ambiente. ¡Pero no es momento de dejar que el cuerpo domine! ¡La mente debe prevalecer!
***
Blood acaricia sus recuerdos con la mano derecha y sus deseos con la mano izquierda. En núcleo de la noche su corazón lame el oscuro firmamento.
Calla, calla. Ella rompió mi corazón pero le amo igual.Su dedo índice y pulgar se frotan entre sí, sintiendo todos los callos, heridas, moretones y sangre que alguna vez tuvo a lo largo de su vida. Es gracioso como la vida puede hacernos recordar todo eso pero no donde carajos dejamos las llaves. La adrenalina de entrenar, de lastimarse, de golpear y de saborear la sangre de su rival la forjaron a ella.
Una dama con alas de fuego y puños de hierro. Una ángel, una demonio, una humana.
Ella.
***
Mil trozos en el suelo son recogidos con sumo cuidado, usando mucho tiempo. Cada pedacito lo levanta con sus dedos y las pulseras tintinean al compás de los arcos que dibujan sus muñecas. Sus ojos recorren el ensangrentado suelo que adorna el piso de madera del sucio templo, que a su vez decoran el cadáver de su amado. El alto sacerdote murió con los ojos cerrados y una sonrisa sincera; de esas sonrisas que dicen Estaré contigo por siempre.
Desde hace rato su pecho dejó de borbotear sangre. El de ambos. Él ya no respira y ella está muerta en vida. Todo por el estúpido clero que cree siempre tener la razón y que malinterpretan las palabras de Dios. ¿Es que acaso él no quiere que seamos felices? ¡Si a eso vinimos! Pero la estupidez humana es tal que no entendemos los mensajes de nuestro creador. Los fanáticos exageran.
La luna de vidrio refleja el adorado color carmín en el que se ahoga la gitana. Sus yemas roban la sangre de su hombre y la embarran sobre la propia piel. Cualquier ángel se horrorizaría al verla tan extraña: se adorna la carita con el elixir rojo como si fuesen pinturas para fiestas. Nanas suenan en su cabeza y voces también.
Se ha quebrado, ha enloquecido.
Como un coloso imbatible mantiene su sonrisa. ¿Qué será de ella ahora? ¿Seguirá teniendo hambre? No, seguro que no. Ya no soñará más. Preguntará y preguntará con la mirada pero la sonrisa de él ya no será igual. ¿Para qué tantas palabras? Y ella que se pasaba noche y día entre amores de mentira, entre besos de papel. Y ella que no creía en cuentos de hadas y en príncipes encantados, no se pudo defender.
Y eres tú, siempre tú, ángel de la madrugada.Se arrastra sobre el mismo piso y gatea con gracia felina. Si él se va, ella no existe. Y como ya se fue, ella no existe. Antes de retirarse de la iglesia, vuelve a jugar con la sangre: los dedos trazan alas que comienzan sobre los hombros del cuerpo y se extienden a lo lejos para terminar a la altura del pecho. Un ritual. El funeral digno que nadie más le dará. Incluso sus antiguos compañeros le han dado la espalda al valorar más a Dios que a la lealtad misma.
Pero la venganza se cumplirá. Su corazón ya armado y parchado con odio y sed de poder, le ayudan a bombear su propia sangre, haciendo que viva de nuevo. Vivirá tiempo limitado pero vivirá. Todo sea por la justicia divina. Porque mariposas ya no siente en su estómago.
Sin miedo, sin más.
Amores prohibidos que vienen y van, que nunca se han ido, que no volverán, amores que matan.
Recuerdos la inundan y completan la transformación: el día que se conocieron, también cuando se entregaron por primera vez; la promesa eterna de estar juntos y los minutos de dolor si estaban lejos. Todo la eleva al cielo y la azota al suelo: están muertos los dos. Y la despedida que nunca llegó. Todo habría sido más fácil si les hubiesen permitido morir juntos, o al menos, despedirse. Con nostalgia la mente de aquella sonrisa que curaba todo baila en su cabecita.
Y varias horas después se encuentra cavando una tumba con sus propias manos detrás de la iglesia de Prontera. Sus uñas se maltratan y la suave piel de sus manos se raspa, se ensucia. El manto oscuro de la noche le da cobijo para que nadie pueda verla; la cubre con su velo negro para que sea ella sola la que tenga la cruel tarea de enterrar a la persona que ama. ¡Pero el destino no la quiere dejar en paz!
Oh, Dios, ayúdame.Irónicamente la bailarina ruega por ayuda. Le guste o no, solita no puede. El cuerpo pesa y el dolor la arrastra hacia el infierno. Necesita la dulce mano de su dios.
Y con un humilde corazón y rodilla doblada, te ruego por ayuda.Sintiéndose abandonada se arrastra en tierra, fango, mugre, corazones y piedras.
-Estúpida basura.- se oye una voz a lo lejos acompañada del sonido que se hace cuando arrastras una bolsa llena de desperdicios. Es de esas ocasiones en las que la autoridad te obliga a hacer cosas que le corresponde a ella. ¡Pero como son los que mandan se vale enojarse! Así que la joven Blood, mucho antes de siquiera conocer a Eltosian; mucho antes de mutilar su cuerpo con cicatrices y sustitutos, se encuentra sacando la basura. Basura que consta de desperdicios de comida –cosa que le enfurece mucho –, platos rotos y envases vacíos.
Ruidosamente tira la bolsa dentro del contenedor. Éste por la violencia sucumbe y rueda unos centímetros, haciendo que la joven monje estalle en rabia y que el humo escape por sus orejas. Vociferando malas palabras y cosas indecentes vuelve a acomodar la basura.
***
-¡Me llaman loco!
Y mientras Masaho canta y sus dos espadas trazan arcos en todas las posibles direcciones, logrando una tormenta de hojas, sus piernas se mueven con un gracioso ritmo. Da pequeños saltos y gira en el aire sin dejar de bailar. Hasta inclina su torso hacia adelante, hacia atrás.
-¡Te vas a lastimar si me besas!
Las sonrientes Katanas cortan en pedazos a cualquier pobre diablo que se le acerca, que en este caso son los zombis. Los brazos pútridos salen disparados al igual que las piernas, torsos y rostros. Incluso algunos dientes y ojos. El espadachín hasta se atreve a sacudir los hombros para seguir con su ridícula danza.
-¡Me llaman loco!
El ejército de muertos vivientes comienza a decrecer en número. ¡Han estado combatiendo por horas! La condición física del caballero es excelente. Es la mejor del equipo ya que él corre, baila y usa dos espadas cuando combate. Es natural que su cuerpo sea el que aguante más.
Sus compañeros lo contemplan con una sonrisa burlona. Y los enemigos le miran espantados. Digo, no cualquiera podría hacer semejante burrada y seguir vivo. Se ha dado el lujo –increíblemente- de acercarse a su amada y robarle besos mientras la carne seca se derrama en el suelo.
Parece una tempestad bailarina.
-¡Gracias, gente bonita!- ruge con ambas espadas apuntando al cielo. A sus pies, se encuentran los cuerpos mutilados de los que alguna vez vivieron.
Una ola de paz temporal.
Eltosian no puede creerlo. Vendimia se ríe cubriéndose la boquita. Angellore se tapa la cara, avergonzadísima de su novio.
***
Volviendo atrás en el tiempo nos encontramos a la gitana discutiendo con la jovencita.
Felicidades. Me encontraste. ¿Valió la pena? Lo único que has logrado romper hasta ahora… es mi corazón.En un mundo donde cada quien se gana su pan y sus riquezas. En un mundo donde defender los valores y creencias se hace con armas y magias. En un mundo donde se es libre de viajar a donde uno quiera… En un mundo donde no se puede amar a cualquiera. En un mundo donde las espadas de fuego devastan almas enteras y los anillos valen más que la vida misma. Donde un amor prohibido es el chispazo que derrumbará el reino.
-Las mujeres fuertes debemos ayudarnos.- mantiene la joven monje con una pose desafiante.
-¿¡Y tú qué sabes, enana?- ruge la bailarina. Cabello rubio, más radiante que el oro. Tez cuidada con bálsamos y masajes. Un cuerpo digno de una diosa de la belleza: curvas divinas y músculos fuertes. Una silueta seductora que ahora mismo parece una mujer en ruinas. No se ha cambiado de ropas desde el incidente, llevando consigo las manchas de sangre y las lágrimas. Las largas mangas que comienzan más abajo del hombro son rosadas, igual que sus labios. El collar, las pulseras y su bikini son dorados, tal como su corazón. Las lentejuelas tapan puntos clave. Ahora, así es ella, si quitamos la mugre, la sangre seca y las lágrimas. Ignorando también la tierra y el maquillaje desgarrado. Además de los gritos histéricos y las amenazas de muertes, unas poquitas groserías y demás palabrotas.
Cualquiera la tomaría por una vaga o una loca. O ambas. Pero no ella, no Blood.
-Que eres fuerte.- sonríe pícaramente la aprendiza de campeón.
Los ojos verdes de la gitana brillan por un segundo. Aquella chiquilla demente, que apenas le ha hablado, la desarmó completamente. La mujer suspira y trata de relajarse, llenando sus pulmones de un aire sucio. Inhala, exhala. Inhala, exhala. Se concentra y su atención se fija en la muchachita.
La menor tiene el cabello azulado y sin peinado complicado. Su cara de niñata y esos ojotes la delatan como infante. Se nota que no ha vivido mucho y que se tiraría de cabeza con gusto por cualquier causa que considerase justa. Cuando viajas y maduras como La Vie en Rose, la rota bailarina, aprendes a leer a la gente de un solo vistazo.
-¿Qué deseas, mocosa?
-Ser tan fuerte como tú.
-¿Por qué?
-¡Para vivir y que nada me detenga!
-¿Con qué propósito?
-Uh…
Sí, aún es una pequeñuela, piensa la gitana.
***
-¡No toleraré suicidios!- grita Masaho con una radiante sonrisa. Él tiene orgullo y respeto por la vida; entiende la urgencia de la vida y ama a su futura esposa más que a la vida. Es por eso y por su honor, educación y demencia, que sostiene su Katana azulada con ambas manos con mucha fuerza. Ya que con ella mantiene a raya al obispo caído: Hibram. Aquél pobre desgraciado ha caído bajo la maldición del monasterio; se ha unido a las filas de muertos vivientes.
Hibram comparte ciertos rasgos con sus compañeros muertos: no duerme, no respira y no piensa. Y tiene varias diferencias, entre ellas la conservación de su piel y el que grita obscenidades y profanaciones.
¡Es que su Dios le ha abandonado! Seguramente tú estarías igual.
Hibram es una figura prominente: alto y de piel morada. Su carne no está putrefacta y mantiene la misma apariencia, no se ha deformado. Su cabello anaranjado mantiene el mismo peinado, de hecho. Sus ropajes tienen pocas rasgaduras; camisa blanca de manga corta, chaleco anaranjado y pantalones cafés. Está descalzo.
Y de su bendita espalda salen fantasmas. Uno grande, que es el más agresivo y notorio, y otros pequeños que son más pasivos. El primero ataca con sus dos brazos y sus vacíos ojos le sacarían el alma a cualquier simple mortal. Pero Masaho, que no es cualquier simple mortal, sonríe, respondiendo a la sonrisa cosida que tiene el ser etéreo.
El caballero desvía los ataques del cuerpo con su arma y Eltosian, que le apoya desde atrás, desvía los garrazos del incorpóreo con su lanza previamente bendecida. Están en una pequeña formación que les permite reaccionar más rápido ante cualquier ataque frontal. Mañas que uno adquiere en el ejército y las aventuras.
Después de mucho batallar y varios minutos infinitos, un último espadazo parte en dos al obispo. Este por fin descansa en paz y los aventureros caen rendidos. ¿Cuánta sangre seca más han de derramar? ¿Cuántas chispas de cordura más se deben perder?
El calor no se dispersa, amor.
Un largo pasillo los separa de su terrible y horroroso destino. Si alguno de ellos pudiera ver el futuro, haría todo lo posible para detenerlos. Y es que es mejor vivir en la ignorancia cuando la verdad es demasiado poderosa para manejarla. La verdad ahora mismo es casi imposible de digerir además de que es un mundo donde pocos son honestos.
Las celdas, los barrotes y las camas arrancan más de un aliento de vida. Más ellos no se detienen, tercos en saber qué demonios pasa.
Unas cadenas duras aprisionan a un cuerpo inerte de las muñecas y tobillos. El cetro que alguna vez significó poder y gloria está tirado a un lado. La barba no se ha ido y la elegante corona adorna su calva cabeza. Ropas roídas, podridas. Años de sonrisas y dedicación a su gente terminaron por meterlo en una sucia celda y morir de hambre. Cuando ser rey significó algo, él reinventó el significado. Se hizo un ejemplar, un modelo. No tenía nada que pedirle a la república y su gobierno distinto.
Sueños y esperanzas se esfuman. La luz fue quien vomitó esas ideas torpes. Nosotros los humanos somos inocentes.
El primero en perder fuerzas en las piernas es Eltosian. De sólo echar un ojo el aire le falta, la sangre se esconde hondo en su cuerpo y las armas pierden todo espíritu de combate. Ahí, a un metro de su debilitado cuerpo, se encuentra el cadáver de su rey. Daría todo lo posible para abrazar a su esposa Grahnye y que ella le confortase. Aunque sea un hombre legal, duro y rudo, algo tan cruel e inesperado sólo podría apaciguarlo el amor de su vida.
Sólo le piden a Dios que les despierte de la pesadilla pues arde el amor, la luz.
Maedhros es el incrédulo y se acerca a la pila de huesos y ropajes. Contempla por instantes y deduce que efectivamente es su antiguo rey: la corona, la capa, la sonrisa. Sí, a pesar de ser un esqueleto solamente, la tétrica sonrisa revela la naturaleza de su monarca. Angellore se arrodilla a lado de su amado y le pasa el brazo por encima de los hombros, actuando como un pilar para el caballero. Este último fue quien más contacto tuvo con el rey de los dos, quien más dedicó las cruzadas y demás formalidades de la espada. Aunque siempre fue un espadachín caótico, le tuvo bastante respeto y aprecio a su rey quien hacía todo por el bien de su reino.
Vendimia, al contrario de todos los demás, ya se había hecho a la idea. Sabía que encontrar al rey en un lugar tan inhóspito y salvaje era casi imposible. Obviamente muy dentro de sí tuvo la esperanza tonta de un milagro pero hay días en los que Dios no obra. Ella se persigna, dice una oración rápida y voltea hacia atrás. Los murmullos, gemidos y miembros arrastrados comienzan a sonar de nuevo. Lo más prudente es huir.
Una terrible sombra rodea a nuestros héroes.
***
Camina con paso elegante, cursi.
Su nombre aún le duele. Comprobó cientos de veces que él estaba muerto: su cuerpo se endureció, el corazón no latía más y por sobre todo, los labios se hicieron fríos y crueles. Ella no sabe como ha hecho pero al final está grabado su nombre tan grande, pasa el tiempo y sigue queriéndolo más. Sin él no sabe vivir, así que ciertamente no está viva.
En algunos momentos del día lo alucina ahí, frente a ella, como si nunca se hubiese ido. Lo aprieta por muchos segundos, lo huele… y el aroma se transforma en sangre. Sangre que la ahoga mientras el amado se ríe de forma endemoniada y alza sombras por todos lados. Siempre de prisa procede a ahorcarla con sus manos y acabar en tiempos que no van a volver. Tan solo y tan difícil. Sigue la disciplina de la rutina, decir sólo lo más bonito del mundo. Le miente cuando se le aparece y ella debe ponerle sal a la herida y algunas tachuelas al colchón.
Pero hoy… hoy, puede dar casi por consumada su venganza. Ha logrado que el consejo enloquezca a base de proyectos ambiciosos, sexo, drogas y lavados de cerebro. Todos decrépitos, gastados y débiles. Con dulces palabras, un potente perfume y un negro corazón los sedujo a todos y a cada uno de ellos.
¿Qué ha logrado? Tomar el lugar de Tristán III. Ha convencido al concejo de que ella es quien manda, que la ciencia es mentira, que Dios se equivoca. Al resto de la población les dicen que el rey está enfermo, que está muy debilitado y que él habla a través de ellos. Obviamente más de uno sospechó pero ni ganas de levantar la ira del concejo.
Su piso es el cielo que vence aunque luches contra ella. No sabe que existimos mientras esperamos un buen empujón del destino. Ella vive arriba en el cielo y escuchamos sus pasos con esa rutina del cisne. Así es como empiezan los chismes.
El demonio en casa.
Con su exquisita sonrisa delinea la vida y es una máquina del sexo.
El demonio en casa no quiere salir.
Midgard, siempre las mitades tan reales y tan falsas. Se necesita construir un puente para unir ambas partes y los primos puedan abrazarse como merece. Tan cerca y tan lejos con espejos que reflejan nada, la ideología no debería meterse en lo que no le importa. Con todo y sus verrugas es imposible no amarla.
Cuando manda el orgullo siempre reina la desgracia.
Sonrisas, gente, amor y desamor, música, luchas, esperanzas, tiempo y relojes, magia y disciplinas, guerras e impuestos, amor y desamor, puente.
***
Cuando esté cayendo, ¿me recogerás de nuevo?En pocas horas ha experimentado y ya se adaptó a su cuerpo nuevo. Su poder disminuyó en un diez por ciento y su resistencia en un quince. La velocidad no fue del todo afectada. Aún se considera una campeona competente.
Ahora se siente flotando en el mar. Se mueve con la gracia de una gitana y fluye tan suave en la naturaleza como un cazador. Todo es lento y dulce. No hay pesadillas de propano.
Ya nadie la arrastra al infierno y nadie busca recibirla en el cielo. Ya no se siente perdida en un cielo de obsidiana. Puede bailar al aire libre y sin música. Sonríe sin motivo y está fascinada con su segunda oportunidad. ¿A cuántos se les concede una? Pocos, así que no va a desaprovechar.
Si el espíritu está dispuesto la carne es irrelevante.
Y con una sonrisa recibe a Valsione en su pequeño mundo perfecto.
-¿Se te ofrece algo, pequeña hormiga oprimida del mundo?- la campeona le dice.
-Traigo compras de la casa y además algo para ti.- responde la creadora, ignorando el dulce insulto.
-¿Eh? ¿Qué has traído?- cuestiona la seguidora del Dios loco.
Blood se quita ambos guantes y los echa encima del hombro. Ahora que debe tener más cuidado entrena con unos guanteletes.
El cielo las contempla afuera del hogar de ellas. El aire está exquisito y la temperatura no se atreve a subir mucho. Incluso parece que va a llover.
-Un arma para ti.- responde su amiga.
El glorioso artefacto brilla en todo su esplendor y se muestra ante los ojos de Blood. Parece incluso guiñarle mientras Valsione sonríe orgullosa de su adquisición. Promete ser una gran arma hasta que se descubran nuevos horizontes y entonces las líneas anteriores se expandan. Mil aventuras por venir, mil golpes por dar. ¡Casi puedo ver el futuro brillante del arma!
Pero la magia acaba con las ácidas palabras de la campeona.
-Es un sartén.
A decir verdad, sí parece. Es un disco con varios centímetros de espesor y un diámetro parecido al de una cabeza, además de un mango para sujetarse. En el centro posee un pequeño círculo rojo.
-¡Es un arma especializada y sofisticada para los de tu clase!- responde bravamente Valsione. Luego se cruza de brazos y frunce el ceño, aprieta los labios y pone cara de odio. Enseguida le voltea la cara a su mejor amiga.
Blood no sabe si reírse, seguirle el juego o qué. Así que opta por acercarse, abrazarla y tirar el sartén a un lado.
-Nunca necesité de un arma, recuerda. Aún de acólita fue a puños y patadas. La intención se agradece pero aunque no sea la misma, gracias a ti estoy viva.
La creadora afloja el cuerpo, suspira y responde al abrazo. Se siente tan bien cuando alguien querido te aprieta contra sí y se niega a soltarte por varios segundos. Como nos dijeron de niños, los abrazos son buenos.
***
Avanza a paso firme, dolido.
Le mintió a su nena cuando dijo que salía por aire.Tumba las puertas del falso cielo con una patada y es observado con atónitos ojos. ¡Debería estar en la cárcel! Y luego la agria cara del muchacho los hace temblar: es como cuando un culpable conoce a su verdugo.
El caballero renacido de corazón caótico desenvaina su espada negra. Es una hoja cruda y utilizada para decapitar a criminales. Su crueldad se realza con el gran garfio que se forma en la punta superior del arma. Está diseñada para hacer daño. Y es la primera vez que la usará de buena gana.
Entre gritos de terror y súplicas uno a uno es desgarrado por la hoja maldita que porta el de buen corazón. La sangre salta por todo el cuarto bendito y se mancha de pecado. Los ancianos podridos poco pueden hacer para defenderse de un justiciero enloquecido. ¡Al diablo las leyes! Las cosas se resuelven a mano propia, piensa. No necesita de un dios para juzgar a los que obran mal ya que aquél que no castiga la maldad ordena que se haga.
Asesta su espada de dos manos sin fin, abriendo huesos, carne, órganos e incluso espíritus. Tan poderosos son los impactos que a los cuerpos sentados les corta por la mitad con todo y respaldo de la elegante silla. Y a los que intentan correr les arroja la espada a modo de daga. Una daga bastante grande y pesada que los tumba al contacto. Recupera el arma a tirones, desgarrando aún más la carne y provocando peores gritos.
El olor a muerte sucia se le impregna por primera vez a la piel. Tantas… almas que perdonó y que liberó con el ejemplo y una sonrisa, no valdrán como pasaporte al cielo al eliminar seis almas corruptas. Estas no las pudo salvar, no quiso.
Graciosamente el arma negra le pesa más con la sangre de los impuros.
Entonces la lanza que tantas veces combatió a lado de la espada oscura también gana peso adicional: es más difícil pelear contra nuestros amigos que contra nuestros enemigos.
Por el marco vacío entra otro justiciero sólo que uno legal. Él confía en el sistema y en la bondad, no en los extremos. Cuando no encontró a su compañero en varias horas de inmediato supo que algo andaba mal.
La poderosa matiz gris de la amistad los cubre y baila sobre ellos.
Eltosian da un paso al frente y contempla a su renegado amigo: alto de espíritu rebelde, corazón enorme que apenas le cabe en el pecho por una furia incontrolable. Ahí, parado en el centro de la nueva tumba del concejo y empapado de sangre inmunda. Ha cambiado tanto en unos pocos segundos que masacró a seres indefensos y corruptos. La mirada del caballero de espadas se ha ensombrecido.
El negro cuarto los abrasa con tristeza. Las llamas de la soledad comienzan a expandirse por cada milímetro del santuario roto. Ahí donde se tomaron demasiadas malas decisiones y se rompieron mil corazones, donde innumerables actos de maldad se realizaron.
Ya no es él.
Masaho sonríe con el corazón carmín.
Entregan lo mejor de sí. ¿Está alguien obteniendo lo mejor, lo mejor de ti?
¿Alguien ha tomado tu fe? Es real el dolor que sientes, tu confías, tú debes confesar. ¿Alguien ha tomado tu fe? La vida, el amor, debes morir para curarte. La esperanza empieza con el corazón roto, debes confiar y confesar.
Ahí va mi héroe.-¿Estás consciente de lo que hiciste?
Eltosian mira fijamente los ojos de su amigo. Han perdido brillo. El pobre se ha manchado.
-Sí. Y lo volveré a hacer si se atreven a levantarse como muertitos.
La voz de Masaho es desafiante.
Ellos son un uno con cero a partir de hoy.
-¿Estás consciente de que voy a detenerte?- formula una pregunta nueva Eltosian.
-Estoy consciente de que lo intentarás.- responde su amigo.
Sin decir más (que ya dijeron bastante como quiera) se separan dos metros, como en los entrenamientos de espadachín y ponen su guardia alta: Masaho sostiene la espada con ambas manos y con la hoja apuntando hacia el frente, con el pomo enfrente de su cintura. Eltosian actúa de forma extraña ya que de su espalda desmonta un escudo de valquiria. Y no sólo uno, dos.
El caballero de espadas le contempla curioso. ¿Un estilo nuevo que aprendió de los cruzados? ¿O sólo se burla?
Despacio, como dos luchadores del ring, comienzan a rodearse y buscarse aperturas. Ahora mismo parece más un duelo de voluntades que una lucha casi a muerte. Sólo hay pasos en falso, fintas y sonrisas fugaces. Saben muy bien lo que hacen.
Eltosian debe tomar sus precauciones ya que cuando su compañero usa ambas manos es peligroso.
Masaho debe tomar sus precauciones ya que cuando su compañero usa la cabeza es peligroso.
En un sonoro choque se encuentra la espada con los escudos. De inmediato se repliegan unos pasos hacia atrás y vuelven a rodearse, soñando. Buscan un significado que entender. Han visto el horror y las maravillas con sus propios ojos.
Un aullido de lobo retumba en los oídos de un confundido Eltosian. ¿En qué momento aulló su amigo? Después poderosas mordidas en forma de estocadas y cortes transversales le llueven al humano ante un lobo feroz. La bestia ataca con todo lo que tiene a su alcance, incluso sus patas traseras y en segundos veloces las delanteras, soltando su mordida como ataque principal. Los pelos del animal se erizan y sus colmillos brillan en la infinita oscuridad que de forma repentina se traga a Eltosian. ¡Nunca había visto así a Masaho!
El lobo por excelencia es gran cazador en jaurías pero este en especial es excelente en combate solitario. Muchas veces se ha enfrentado a la vida misma a mordidas y derribos. Eso es un defecto en nuestro caballero: es muy independiente. En lugar de apoyarse en sus seres queridos para salir adelante, ayudarlos a ellos y demás romanticismos, él prefiere ser orgulloso y tragarse el mundo de una mordida, con la mandíbula rasgando el cielo y el infierno.
¡Hace falta más que una correa!
A duras penas y con pequeños milagros Eltosian desvía todas las feroces mordidas con sus dos escudos.
Masaho piensa que alguien quiere matarle. Se ha torcido tanto en pocas horas que su naturaleza desconfiada y orgullosa ha salido a flote. Cree que tratan de infectarle la sangre y la mente con esas tonterías de la ley y el respeto a la autoridad.
¿Qué emperador abominable lo domina? Él no gobierna más su alma, está completamente sumergido en la oscuridad mientras le da la espalda al sol.
Caballero blanco y santo grial.
Divide tus pulmones con sangre y trueno cuando veas al caballero blanco. Rompe tus músculos y destroza tu espada si deseas sobrevivir. Este corazón de madera es el que lo hace avanzar. Las hojas atraviesan el cielo y debes apuntar directamente arrugado corazón y mirarle directamente en el ojo.
Y cuando mueran, ¿irán al cielo?
Una sorpresiva patada abre los escudos: se alejan del pecho de Eltosian y se acercan a las paredes. Luego un arco es dibujado por la punta de la espada, un arco que raya superficialmente el peto de Eltosian; sólo raya porque logra arquear su espalda hacia atrás. A pesar de la pesada armadura le es posible flexionarse: sabe que cada milímetro cuenta en casos tan cruciales.
¡Es la evolución, nena!
Masaho incluso escucha a los ángeles gritarle que está en el mal camino. Siente las pesadas almas de los ancianos que recién asesinó: le jalan de los brazos, del cabello y de las piernas, como buscando venganza. El caballero se siente más pesado pero eso lo resuelve fácil aplicando más fuerza.
Entonces el plan comienza: Eltosian le da la espalda y se echa a correr por el pasillo de donde entró. Masaho lo persigue.
Este no es el fin y tampoco el principio.