Un bar de Prontera, coordenadas 177 y 264 (más o menos), 4 a.m.
Un oscuro y sucio bar, nada más que eso. Ocupado por un osco tabernero y sus clientes, escoria de XatiyaRO, humillados, empobrecidos o derrotados ahogaban los últimos rastros de su existencia en alcohol demasiado rebajado en agua. Eso sí, el ambiente era bastante limpio... hasta el metro y medio de altura,a partir del cual se veía invadido por un denso humo asfixiante procedente de la cocina y del tabaco de estos despojos sociales.
Sin previo aviso, un maltrecho bardo cruza la puerta a un ritmo alegre y saltarín y, debatiéndose contra el humo, consigue llegar a la barra.
-¡Buenos días, buen señor!
Una rápida mirada del barman y un gesto algo salido de tono hizo entender al bardo que podía irse allí donde se cruzan los caminos entre "a tomar por culo" y "el quinto pino".
-¡Y buenos días, humilde gente!
De nuevo, notó la calurosa bienvenida que le brindaban los allí presentes. A decir verdad nadie se percató de su presencia, bueno, excepto aquella Blacksmith desmejorada que se sentaba en la esquina... ah no, es que era
estrábica...
-Permítanme contarles una historia. No se vayan, por favor. No, no es obligatorio quedar...¡Vino! ¿Les gusta el vino blanco? ¡Una ronda para todos! Bien, como iba diciend... ¡Que sí, hostia, que dura poco!...
* * * *
Hace mucho tiempo ya, en una aldea de cuyo nombre no quiero acordarme, nació un héroe como suelen nacer héroes y como han venido haciéndolo asta ahora; desnudos. Así que se le asignó un nombre e inmediatamente después, en brazos de su padre Seth, Lord Knight, fue llevado a la cabaña de la bruja milenaria para le fuese recitada la fortuna a aquel muchacho. Esta bruja cogió al bebé y lo depositó en un altar de mármol, pero el contacto frío con la espalda del mismo hizo que se estremeciera y empujó con su piececito una bella estatua de porcelana del dios Odín que cayó al suelo y se hizo añicos.
-¡Jodido niño, me cago en...! ¡De porcelana! ¡Es -era- de porcelana!- En un impulso de ira, cogió la daga sacrificial y, gracias a su milenaria templanza y porque no quería manchar la moqueta de sangre, consiguió calmarse y reanudar sus quehaceres.
Acto seguido, la apergaminada anciana tocó la frente del bebé con su dedo índice y, de pronto, un frío recorrió su espalda - Nunca había visto nada igual, nunca...- murmuraba para sí misma la anciana. La visión era clara: el niño no tenía ninguna habilidad para desempeñar trabajos, de hecho, tendría suerte si llegaba de la cama al suelo sin desnucarse en la caída.
-¿Pasa algo, anciana? - Preguntó el padre, al ver la cara de preocupación de la bruja.
-Er... no, nada, nada.
-¿Ve algo?
-Puees... sin duda, veo muchas cosas, hijo mío... - Titubeó.
-¿Cree usted que podrá dedicarse a lo que sea? - Preguntó intrigado.
-Er, hombre la verdad...- lo pensó mejor, al fin y al cabo ella cobraría lo mismo si sacrificaban a ese niño por inútil o no, pero tenía planes de jubilación y prefería ver el patio alegre - ¡está igual de capacitado para desempeñar cualquier trabajo!
-Incluso... ¿Cazador? - El padre abrió los ojos en expresión de sorpresa.
-¡Cazador! Ersh.. ¿Cazador?
Dioses lo amparen, ¡cazador! con lo arriesgado que es. Bueno, lo que era cierto es que los dioses no serían demasiado benevolentes con él, al menos Odín.
-Cazador, ¿eh? bienbienbienbienbien... tan preparado está para ser cazador como para ser cualquier otra cosa, como por ejemplo cavador de letrinas. ¿Ha pensado en el oficio de cavador de letrinas? está muy bien remunerad...
-¡Cazador! - Exclamó el padre, casi llorando de alegría. En ese momento depositó una moneda en la mano de la bruja y, casi dando saltos, salió de la habitación repitiendo "cazador.... ¡cazador!" hasta perderse tras la puerta.