Parte 2: Hundimiento en la oscuridad
Y alli se encontraba, acompañado de 3000 hombres, a caballo, a lanza, arqueros, soldados, fusileros y un mago. Se encontraban en una llanura, rodeada por montes.
Al otro lado de esta, haciendo frente 10000 skavens guiados por 5 videntes grises, y mas atrás, sentado sobre un trono tallado con huesos humanos, uno de los 13, señor de los skavens.
Un hombre ataviado con una armadura color bronce y un yelmo claramente abollado por el golpe de objetos contundentes se cuadro ante el elfo:
-Señor, todo listo, cuando nos de la señal iniciaremos el avance.- Saludo, dio media vuelta y avanzo con paso firme y ligero hacia sus camaradas.
- ¡Estad atentos! – grito Synkaku – pronto comenzara la carniceria…
Los skavens rugian frente a los hombres, aquí y alla podian verse grupos del clan Moulder con un pequeño ejercito de ratas-ogro cubriendoles las espaldas, fusileros del clan Skire, asesinos del Eshin, catapultas, cañones de disformidad, sin contar con los videntes ya constituian un ejercito a temer, pero la mayor preocupación era ese maldito hechicero de los 13, sus cuernos, enormes y afilados, sus ojos rojos como la sangre, y que se clavaban directamente en el lo que hacia inevitable que el bello se le pusiera de punta, pero aun en su mente resonaba la frase del soldado “señor”, ¿como habia llegado a esa tesitura? ¿Cómo se convirtió en comandante del ejercito humano que lucharia en solo unos instantes con aquella masa de ratas furiosas?, por un momento su pensamiento se perdio entre los recuerdos recientes que lo llevaron a ese instante.
Hacia unos meses que llegara a las tierras de Midgar, y desde que puso un solo pie en tierra no habia dejado de librar batallas. En pocas semanas los rumores solo hablaban de el,, un ser, algunos afirmaban que era un demonio, otros que era una bestia, y pocos que se trataba de un elfo.
Fuera lo que fuese, se movia entre las sombras para acabar con los seres que en ellas habitaban, madrigueras de orcos, trolls, goblins, bandidos, y tantas bestias mas que eran eliminadas, el rastro, solo una pila de cadáveres, pero ni rastro de quien lo hacia.
A todos los lugares del reino llegaron las noticias de los acontecimientos que se sucedian, finalmente, cansado de las escasas ganancias que obtenia con su actual vida, Synkaku opto por presentarse ante el Rey Tristan para ofrecerle sus servicios a cambio de un jornal, una cama decente, y barra libre de cerveza.
Desde entonces y al mando del elfo, todas las fuerzas del caos estaban siendo eliminadas y expulsadas, pero habia llegado el momento del enfrentamiento mas decisivo, ¿quien habria imaginado que habian tantos skavens?, y mucho menos, alguno del consejo de los 13, pero alli estaba, y no podia permitirse dar marcha atrás.
El Sol comenzaba a descender en aquella tarde, con el cielo despejado y ausencia de aire, era algo insolito ver skavens a plena luz del dia, sin duda habia sido una orden de aquel maldito ser que no dejaba de mirarle, casi esbozando una sonrisa sarcastica que dejaba entrever unos colmillos afilados como cuchillos.
En la llanura retumbaba el sonido de los tambores, y los canticos al valor de los hombres, al igual que los chillidos skavens acompañados por los descomunales rugidos de las rata-ogro, mientras tanto, el hechicero humano invocaba los poderes de las corrientes de magia y una bola de luz roja daba vueltas a su alrededor que subia en espiral.
Al mismo tiempo los videntes, repletos de piedra de disformidad ceaban a su alrededor una especie de neblina verde que los envolvia, Synkaku alzo los ojos al cielo e imploro los favores de los Dioses ancestrales.
Con el solo movimiento de un brazo los tambores y entonaciones de los humanos cesaron casi al mismo tiempo que los skavens, todo quedo en silencio unos segundos interminables.
Synkaku desconocia lo que alli sucederia, no temia a los hombres rata, pero si lo intranquilizaba su lider, de tener la oportunidad, acabaria con el sin dudarlo.
Su arco colgaba de la espalda, casi rozando el suelo, sus cuchillos enfundados, y se embutia en su armadura de escamas de dragon, ligera de peso y resistente como el acero, un recuerdo de una de las batallas libradas en su tierra siglos atrás en la que el y sus hombres habian tenido que enfrentarse a 4 dragones del Rey elfo.
Ya habia dado orden a los arqueros de que los videntes debian ser los primeros en caer, solo los superaban 3 a 1, no debia ser tan difícil. Con un gesto de cabeza del jefe skaven los 5 videntes hicieron estallar la neblina que los rodeaba volviendose en un tono amarillento y las hordas de ratas comenzaron su avance mientras se cargaban los cañones de disformidad.
Synkaku dio la señal, los arqueros tensaron los arcos y disparaban contra los videntes, pero pareciera que les protegiera algun tipo de campo magico que rechazaba las flechas.
Una bola roja salio desde la posición del mago humano para hacer saltar por los aires uno por uno los cañones de disformidad, en cuya explosion morian docenas de enemigos, la mayoria simples esclavos, acababa de destruir el ultimo cuando una bola azul de los videntes lo alcanzo, calcinandolo por completo.
Los dos bandos contaban demasiadas bajas, pero el asunto no pintaba bien para los hombres, Synkaku con los ojos fijos en los videntes veia como las felchas rebotaban en sus escudos magicos al igual que una pelota lo hacia contra un muro, mato unos cuantos skavens que se le acercaban y saco las felchas que el dia anterior anduvo forjando.
Contaba con unas 20, pero deberian ser suficientes para los 5, las puntas tenian talladas unas runas muy especiales.
Tenso el arco y apunto a uno de los 5, la flecha atraveso el cielo y mientras todas las demas seguian rebotando, esta no encontro obstáculo alguno hundiendose en el pecho de la bestia que lanzo un grito agonico antes de morir ante la furiosa mirada del señor skaven. Pocos minutos después, el resto de videntes sufrieron una suerte similar, decantando la victoria al lado humano, mientras tanto, la batalla continuaba, algunas ratas-ogro hacian estragos, y poco a poco eran reducidas por la caballeria, Synkaku avanzaba impasible hacia el enemigo, matando a todo aquel que se le cruzara en su camino, algunos skavens retrocedian ante su presencia “maldito elfo, esta no es tu guerra” decian algunos seres antes de que el hilo de su destino fuera segado por los cuchillos del elfo oscuro.
Todo se iba al traste, todo planeado perfectamente, trazado por uno de los 13, señor skaven, habia contado con la fuerza, equiparable a la de un niño ciego, de los hombres, era imposible que alguno lograra herir a cualquiera de sus videntes, el solo estaba ahí para disfrutar la vision de la superioridad skavens sobre el resto de razas, pero ese maldito elfo…esa sucia criatura de orejas largas lo estaba estropeando todo y ahora iba a por el, estupido…por muy fuerte que fuera jamas seria un rival digno de el.
Su ejercito estaba casi aniquilado, llegaba el momento de poner fin, y vengar la humillación.
Synkaku destripaba una de esas inmensas ratas-ogro cuando su vista volvio a posarse sobre el gran hechicero, un escalofrio recorrio su cuerpo, algo iba a hacer, y no iba a ser bueno, mientras tanto, la mayoria de hombres-rata huian tras la perdida de sus caudillos, el brujo llego a un saliente en la roca y de entre sus ropas saco una piedra de disformidad y la ingerio.
Unos segundos después un escudo color esmeralda lo envolvio, el skaven con las manos en abiertas en cruz comenzo a elevarse unos metros por encima del suelo, la neblina se torno a un color grisaceo, y un rayo del mismo color salio disparado hacia el cielo, transformandolo en una tormenta que cubria el campo de batalla, matando cada rayo de luz, alzo su baculo y emitio unos sonidos que hicieron salir un rayo de el hacia las nubes, perdiendose entre ellas.
El cielo trono, los rayos comenzaban a moverse entre las nubes y no fue hasta el preciso momento en que la rata bajo su baston cuando comenzo a caer una lluevia de rayos fulminantes.
Aquí y alla alcanzaba tanto a hombres y bestias rezagadas, convirtiendolos en poco mas que cenizas.
Tras divertirse un rato, el gran hechicero dirigio uno extremadamente potente hacia el elfo, este tenia la cara cubierta con su pelo, con la cabeza agachada y mirando al suelo, el rayo nacio entre las nubes e iba directo a la cabeza de Synkaku, el skaven sonrio esperando el resultado fatidico, pero su risa quedo helada cuando el elfo, sin alzar la cabeza saco una de sus dagas y la levanto sobre ella.
A modo de para-rayos la daga absorvio la electricidad y levanto su mirada para clavar sus ojos en los de la bestia, una rata-ogro salio de la nada y casi sin esfuerzo, Synkaku tan solo la rozo con su arma runica, profiriendole una descarga electrica que la despojo de la existencia.
No habia sobrevivido hacia 300 años a quella batalla con un poderoso hechicero para morir a manos del mismo truco, pero el conocia otro para esa alimaña asquerosa, y se lo mostraria. Tenso el arco y coloco la ultima flecha que le quedaba, apunto para que esta pasara a un metro justo del objetivo y cerro los ojos esperando el momento propicio.
Un rayo mas nacio en direccion a el, esa era la señal, sin dudarlo disparo, la punta metalica desvio la trayectoria y el rayo persiguió la flecha, y la alcanzo en el instante que esta llegaba al escudo del skaven, la explosion siguiente fue de grandiosas proporciones, el elfo se dejo caer sobre el suelo, la batalla llegaba asi a su fin.
Se incorporo un poco para ver el crater de la explosion, pero algo extraño sucedia, una bola de energia amarilla aun persistia en aquel lugar, centro su mirada y vio la figura intacta del señor de la guerra, de repente un extraño rayo salio hacia el y lo ultimo que Synkaku sintio fue como perdia el conocimiento, el golpe de su cabeza contra el suelo, y nada mas, todo después era oscuridad.
El gran señor skaven estaba realmente asombrado, aquel maldito elfo habia acabado con sus videnetes, habia masacrado su ejercito, lo habia obligado a participar en la batalla, se habia burlado de su tormenta, y ara colmo, casi habia conseguido herirle a el, el mas grande y poderoso skaven de la tierra, habia gastado la mitad de su poder en protegerse de la explosion, de ser sincero, habia chamuscado parte del pelo de su cola, habia pensado en matarlo de la forma mas cruel que se le ocurriera, pero bien pensado….podria darle un buen uso, tenia que reconocer que para no ser parte de la raza suprema era un gran luchador.
Synkaku abrio lentamente los ojos, se sentia aturdido y dolorido, ademas de desorientado, estaba en una especie de cuarto cavernoso, la puerta se abrio de un golpe y una rata gigante, con cuernos enormes y unos ojos rojos como la sangre aparecio, tenia el pelo de un gris oscuro, una cola larga acabada en punta, afilada peligrosamente.
-Veo que has despertado Synkaku- dijo con una voz que hacia estremecer al mismo alma.
-¿Quién eres tu? ¿Quién soy yo? ¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?- el hechicero rio unos segundos y lo invito a dar un paseo por la ciudadela.
-Tu nombre es vidente gris Synkaku, eres un poderoso guerrero que lucha por la causa skaven, de hecho, eres mi protegido.
-¿Y quien eres tu?- respondio Synka.
-Yo soy uno de los 13 señores skavens, uno de los elegidos por nuestro Dios, La Gran Rata Cornuda.
¿Por qué no puedo recordar nada?.
-Hace unas semanas dirigiste un ejercito para luchar contra la asquerosa raza humana, consumiste gran cantidad de piedra de disformidad, tanta que no pudiste contenerte y arrasaste los dos ejercitos antes de perder la conciencia, pero tranquilo, eres un señor de los skavens y en un par de meses habras vuelto a la normalidad, yo te preparare de nuevo y el mundo temblara ante nosotros.
Synkaku se acerco a una charca de agua contaminada de un color amarillento mientras escuchaba a su maestro, no habia estado seguro de sus palabras hasta ver la imagen que le devolvia la mirada.
Estaba mirando a un skaven de ojos rojos, no tan rojos como los de su señor, pero de un rojo vivo e intenso, de su frente salian dos grandes cuernos afilados y al abrir la boca encontro muchos dientes grandes,, que sin duda serian un arma letal, su pelo, gris claro, y su cola, enorme y gruesa era extrañamente agil y facil de manejar, asi pues, la historia que le acababa de contar habria de ser cierta.
Synkaku sonrio, la idea de dominar el mundo no le desagradaba en absoluto, volvio al lado de su gran maestro listo para el adiestramiento.
