VIDA Y OBRA DE LIUN JI TABAO
Capítulo I
Residencia de estudiantes Contigo No, Bashō
«Largo de aquí
que mi perro es racista
y muy daltónico».
Trollstoi
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adrugada de domingo. Tabao abrió por primera vez su puerta en el complejo residencial y
observó cómo una pelusa devoraba a una cucaracha.
Raudo, cerró la puerta. Fue a la recepción a pedir que la chacha de la residencia (mujer que
tenía, a saber, dos cejas: una sobre los ojos que daba la vuelta a la cabeza y otra bajo la nariz,
oscilando amenazante) pasara por su cuarto. La mujer entró, empezó a barrer y de pronto
la escoba quedó trabada en una de las patas de la cama. Tras un breve forcejeo, una fuerza
arrastró a la chacha hasta que desapareció. Tabao oyó cómo cientos de pequeñas bestias
trituraban y engullían su cuerpo entre súplicas y gritos de horror. Pensó que, por prudencia, no
investigaría jamás bajo aquella cama. Hay sombras que ocultan en sus pliegues mundos enteros, y
éstas no invitaban demasiado a ser exploradas si quería conservar su cuerpo, que, aunque
no era del todo perfecto, ya le había cogido cariño a aquella barriguita, a sus dos bracitos
enclenques, a aquella calva incipiente y al apéndice tentacular que le había salido en la espalda.
Caia la noche. Tabao consiguió, con cierta dificultad, eyacular sobre el pomo de la puerta,
obra que el Sabio bautizó como «bendecir el picaporte». No obstante, en un movimiento
reflejo inducido por el éxtasis, Tabao empujó un libro al suelo. Los Moradores de la Sombra no
tardaron en hacer su aparición. Salieron bajo la cama y arrastraron aquel libro hasta su guarida,
instigados por aquella segunda ofrenda del nuevo dios inquilino al que veneraban, pese a estar
tras las cortinas, escondido y gritando de miedo como un energúmeno.
Aquella noche, tumbado en la cama (llegó de un salto desde casi la puerta del dormitorio) y
con las luces apagadas, llegaban a sus oídos cientos, miles de voces que prometían sangre desde el
Reino de la Sombra. Tabao, haciendo acopio de valor, observó la escena. Un ejército de pelusas,
equipado con retales de tela blanca y armados con espadas hechas de papel, iba al encuentro del
ejército de cucarachas salido bajo la puerta del cuarto de baño, también conocido como el Reino
de la Humedad. Aquella fue una noche trágica. Cuarenta y nueve pelusas y sesenta y dos cucarachas
murieron en una de las innumerables batallas por la conquista del Trono de Polvo, y que perduró
en los relatos que cuentan los bardos-bicho como la Batalla de Suelosucio.