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Autor Tema: La Conspiración de la Luz  (Leído 1871 veces)

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Desconectado BlackWerewolf

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  • Pj Principal: Erian Ignis
La Conspiración de la Luz
« en: 23 de Agosto de 2009, 11:38:50 am »
PJ Principales:
Erian Ignis, Sacerdote (Priest)
Lachdanan Vanberk, Cruzado (Crusader)


Preludio

Y he aquí que Freya declaró que Su Palabra fuera extendida por todo Rune-Midgart. Y así fue como ocurrió.

Incontables batallas fueron peleadas, en Su Nombre o contra Élla. Pues la Iglesia de Prontera, ya poderosa por sí misma en aquellos tiempos, comenzó a convertir a los paganos, y estos alababan a la Única. Pero había también otros que no deseaban inclinarse ante Élla, y le declararon la guerra.

Se dice que todo Rune-Midgart estalló en una Guerra, la más cruenta y masiva de cuantas se hubieran visto jamás. Se dice también que un tercio de la población mundial pereció en semejante masacre. Estos datos jamás serán confirmados.

Han pasado casi mil años desde que la Guerra terminó. La Iglesia de la Luz fue la victoriosa. Ahora era Ella quien protegía a éste mundo de las garras de las Aberraciones. Parece ser que los esfuerzos combinados funcionaron.  Pero aún hay muchos misterios detrás del velo de Luz que la Iglesia porta. Y puede ser, que la Guerra no haya terminado del todo…

Capítulo 1:
¡La Sombra del Pasado!
Aquél que acaba de ser nombrado Sacerdote

Año 961 de la Luz.

Erian Ignis estaba parado, viendo hacia afuera por el enorme ventanal de la Catedral Mayor, pensando en los hechos del pasado. Era entonces la primera hora del día. Él, sotana azul ondeando a la ligera brisa que entraba por la ventana, recién nombrado Sacerdote de la Luz, tenía tan sólo 18 años de edad. Era una edad muy joven para ser nombrado. Su porte de elegancia no hacía sino aumentar su estatura, ya bastante alto era él. Sus cabellos, de un hermoso color gris, flotaban despreocupadamente sobre su rostro, de ojos también grises y delgados labios. Estaba en la flor de la juventud.

“Sí, pensaba, ésa fue la razón principal por la que me nombraron antes. Aún así, me gustaría que todo esto no hubiera pasado. Ahora estoy preocupado por ellos…” Él se pasaba últimamente pensando mucho en ello, a pesar de querer negárselo a sí mismo. Después de todo, eran gente hechicera, y eso significaba problemas.

- Erian, ¿te encuentras bien? – pregunta una voz.
- ¿Q… Qué? Ah, es usted Maestro. Sí, no se preocupe, estoy bien, tan sólo estoy un poco abrumado por mi nombramiento.
- ¡Claro que es sorprendente! Pero no es cualquier cosa, lo que lograron tú Lachdanan hace escasas semanas, al rescatarnos de ése gran peligro.
- Tiene usted razón. Disculpe mi actitud.
- No hay problema, querido Aprendiz. – dice despreocupadamente - Por cierto, es necesario que tú y Lachdanan vengan al Templo a la octava hora, hay algo importante que decir.
- ¡Ah! Por su puesto, señor. Iré en seguida a buscar a Lachdanan.
- Muy bien. Entonces, me retiro. Con tu permiso…

Comenzó entonces Erian a caminar, a buscar a su amigo. Lachdanan Vanberk era un joven de también 18 años de edad, fornido, alto, aún más alto que Erian, y vigoroso. Una mata de incontrolable cabello marrón claro coronaba su faz, de poderosa nariz y mandíbula. Él también acababa de ser nombrado, pero él era un Cruzado de la Palabra, no sacerdote como Erian. Su vocación eran las armas.

Es increíble como ellos dos, junto con los amigos que hicieron hace un año, lograron derrotar al temible Señor Oscuro, conocido por algunos eruditos como Satan. Y tan sólo eran practicantes aún, y eso mismo eran sus amigos, al menos por lo que podía entender de sus paganas costumbres. Esto les había dado gran fama, y provocado su rápida promoción.

La costumbre para los practicantes Acólitos y Espadachines de la Luz era ser llevados, junto con sus Maestros, a una remota región del Reino, a realizar prácticas verdaderas y entrenarse realmente para los peligros del futuro. Pero ellos dos se habían visto envueltos en una red de conspiraciones, y habían derrotado al mismísimo Satan. Y habían hecho grandes amigos. Y él estaba preocupado.

- ¡Lachdanan! ¡Lachdanan! Aquí estás… Tengo algo que decirte.
- ¿Qué ocurre, Erian? – pregunta el aludido. Su pesada armadura resuena mientras camina hacia Erian a través del área de entrenamiento – Ésta no es un área donde un Sacerdote deba estar…
- Lo sé, pero el Maestro nos ha mandado llamar a la octava hora al Templo…
- ¿Al Templo? – la voz de Lachdanan expresa un poco de preocupación - ¿A la misma Cámara donde gobiernan los Ancianos? ¿Qué es lo que querrán?
- No lo sé – responde Erian – Pero debemos ir sin falta.
- Claro que sí, no te preocupes.
- Bien, me voy. Quizá un poco de entrenamiento me ayude a mi también… Te veo al rato.

Regresó entonces a la Segunda Esfera, donde residen los Sacerdotes, a practicar sus nuevas formas de Magia Santa, la magia confiada por la mismísima Freya a aquellos que dedicaban su vida a Élla. La Iglesia de Prontera había prohibido hacía mucho la práctica de cualquier otra magia, pues no consideraba la suya propia como magia, sino como un Don para acabar con el mal.

Por eso había ocurrido hacía mucho tiempo Inquisiciones para exterminar la Magia Pagana, como le llamaban. La magia era parte muy importante de Rune-Midgart, y es de esperarse que la población no tomara de buena gana estas Inquisiciones. Pero eso fue hace muchos años. Ahora la Iglesia se mostraba más tolerante con la magia, y los ánimos estaban tranquilos. Aunque aún había Ancianos en el círculo más interno que opinaban que debería tomarse medidas más activas como las de antaño. Pero estas voces, alabada sea la Luz, eran calladas por la mayoría.

Erian llegó, pues, a la Segunda Esfera y comenzó a entrenarse, esperando y, en el fondo, temiendo el futuro, pues no estaba del todo seguro qué ocurriría a continuación.

NOTA 0: Éste es mi primer fic, espero les guste. Tengo ya varios capítulos escritos.
NOTA 1: La hora primera del día son las seis de la mañana en nuestro horario.
NOTA 2: Esto ocurre en un universo paralelo al de la verdadera Rune-Midgart.
NOTA 3: Espero que no haya sido demasiado para un primer capítulo, pero no pude hacerlo más corto.
NOTA 4: Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. :P
« Última modificación: 23 de Agosto de 2009, 20:42:03 pm por BlackWerewolf »

Desconectado Eryan

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Re:La Conspiración de la Luz
« Respuesta #1 en: 23 de Agosto de 2009, 20:29:23 pm »
Te curseo mmc........ntc va bien, hablame por msn para decirte algunas cosas =D.....

luvs <3

"Nadie enferma, nadie envejece y nadie muere en Neverland" (。◕‿‿◕。)

Desconectado BlackWerewolf

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  • Pj Principal: Erian Ignis
Re:La Conspiración de la Luz
« Respuesta #2 en: 24 de Agosto de 2009, 18:30:48 pm »
Bueno, con un poco de la ayuda de Eryan he corregido un tanto el texto. También, con su permiso, usaré un personaje para el siguiente capítulo. Críticas son bienvenidas.

Capítulo 2:
¡Una nueva misión!
Regreso al lugar donde todo comenzó

Octava hora del día.

Erian y Lachdanan estaban parados fuera de las imponentes puertas del Templo, la habitación más interna de la Catedral, ahí donde residían los Ocho Ancianos. Ambos estaban un tanto nerviosos, si bien por motivos diferentes. El primero temía un interrogatorio, desde hacía cierto tiempo, por su asociación con un Mago; mientras que el otro estaba emocionado, pues estaba seguro que les asignarían su primera misión como Nombrados.

En el momento justo en que las campanas de las torres marcaron la hora, empujaron levemente las puertas, que, debido a su excelente manufactura, se abrieron lenta y silenciosamente. Entraron, y se maravillaron ante el espectáculo.

La habitación era enorme, mucho más que cualquier otra de la Catedral. Era toda blanca, con altas columnas, y el piso era de mármol. Colgaduras azules y doradas se veían entre cada columna, y debajo de ellas una estatua de algún gran Sumo Sacerdote del pasado. Enormes ventanales del más claro cristal permitían la entrada de luz. La habitación era rectangular, de manera que tuvieron que avanzar un trecho antes de llegar ante la presencia de los mismísimos Ancianos, sentados en enormes sitiales de piedra.

- Que la Luz esté con ustedes, hermanos – dijo el Anciano más a la derecha.
- Y que siempre ilumine vuestros caminos – respondieron correctamente los dos amigos.

Podía llamarse el Consejo de los Ancianos, pero no todos ellos eran viejos. Tan sólo tres de ellos eran lo que podía llamarse viejo, mientras que los otros cinco de eran más bien adultos. Sin embargo, la máxima autoridad de la Iglesia era el Sumo Sacerdote, y éste no estaba presente. Su propio trono, más magnífico y elaborado que el de sus Ancianos, estaba vacío. Esto intrigó aún más a Erian.

- Hermanos - dijo ahora el segundo de la izquierda –, como han de haber imaginado, los hemos llamado aquí para asignarles una misión, una muy importante misión.
- Así es – dice el que está a su derecha –. Pensamos que ustedes son los más apropiados para el trabajo, pues vivieron de primera mano lo que ocurrió. Además tan sólo ha pasado un mes desde su regreso.
- ¿Acaso se refiere su Señoría a los acontecimientos de Rachel?- pregunta Erian.
- Sí, tienes razón – dice otro –. Necesitamos que regresen allá e investiguen a fondo la situación, ahora con un permiso oficial.
- Estamos extremadamente preocupados por la situación, y hemos decido enviarlos. La catedral de Rachel es sumamente importante para la Iglesia. Sin embargo, el Sumo Sacerdote no está enterado, y es preciso que así continúe.
- No se preocupe, Señoría – dice Lachdanan –. Puede confiar en nosotros.
- Muy bien. Hemos asignádoles otro compañero, quien me parece es amigo de ustedes. ¿Conocen acaso a Elbereth Tuviel?
- ¡Sí Señoría! Es amiga nuestra de la infancia – dice Erian.
- Bien, se verán con ella en una hora a la entrada de la Catedral. Partirán inmediatamente. Un carro les estará esperando.
- Vayan con la Luz, hermanos.

Erian y Lachdanan salieron del Templo, sumamente emocionados. No sólo porque, tanto las preocupaciones de uno resultaron infundadas y las esperanzas del otro recompensadas, sino porque tendrían la oportunidad de reencontrarse con sus amigos. Y no sólo eso, sino que también irían con Elbereth, amiga que solía jugar con ellos cuando eran pequeños; pero quien fue asignada a una maestra que la llevó a otro lugar. Al fin la verían, después de cinco años de separación. Ella era Acólita, justo como lo fue  Erian.

De ésta manera cada regreso a prepararse para el viaje de ida, o mejor dicho con el viaje de regreso allá a donde ocurrió, a Rachel, que ahora un importantísimo bastión de la religión de la Luz. En su momento, fue extremadamente difícil lograr la conversión del lugar; la religión local era demasiado poderosa. La lucha en Rachel fue especialmente sangrienta, y al final, la Luz se impuso. Para lograr una pacificación más rápida, el Santuario local fue conservado, ahora bajo la bandera de la Luz.

- Bien, vamos – dice Erian, una vez pasada la hora.

Dirigiéronse a la entrada a encontrarse con su amiga y con el carro. Estaban demasiado emocionados como para hablar, pero caminaban con prisa. Lo que vieron una vez llegaron los dejó boquiabiertos.

- Hola, muchachos, ha pasado mucho tiempo – dijo una muchacha.

No era sino Elbereth, pero se había converido en Monja de la Luz, no en Sacerdote como Erian. Era ahora muy fuerte, y más fornida que él (cosa que lo avergonzó un poco). Sus ropajes blancos y azules y su largo cabello marrón oscuro ondeaban despreocupadamente al viento del mediodía, apoyada como estaba en una columna. Una gran sonrisa cruzaba su rostro, tan feliz se sentía de volver a ver a sus amigos.

- ¡El… Elbereth! ¿Realmente eres tú? – preguntó anonadado Lachdanan.
- ¡Claro que soy yo! ¿Quién si no yo iba a ser? – ríe alegremente la chica.
- Vaya… así que te convertiste en Monja, ¿eh? – dice Erian.
- Sí, así como me ves. ¿Sorprendidos?
- P… Pues un poco… ¡Nunca pensé que fueras del tipo guerrero! – confiesa Lachdanan.
- Ni yo misma lo supe sino hasta hace un par de años… Fue entonces cuando cambié mi entrenamiento y llegué hasta donde estoy. Aunque a decir verdad me han nombrado Monja tan sólo hace una semana.
- ¡Increíble! ¡Debes ser realmente muy buena! – Lachdanan no salía de su asombro.
- Quizá, un poco… ¡Pero no tanto como ustedes! Ya todos en la Iglesia conocen sus hazañas.
- ¡Ja! ¡Qué dices! – replica Erian.
- Claro que sí, no mientan. En fin, ¿quizá sería buena idea que continuáramos esta conversación durante el viaje? El cochero se impacienta.

No era sino la verdad. El aludido, que tenía cara de estar bastante cansado, tan sólo les lanzaba furtivas y enojadas miradas desde el asiento del conductor.

- Y de ésa manera, podrían también platicarme un poco de sus aventuras pasadas… Estoy especialmente interesada en los últimos años, ¿saben?

Se vieron un instante, y empezaron a reír los tres, como lo hacían siempre de niños. Y mientras platicaban y reían al subirse al coche, parecía como si no se hubieran separado siquiera un solo día

NOTA 1: Ya he dicho que ocurre en un tiempo alterno al de la verdadera Rune-Midgart.
NOTA 2: Todo con el propósito de plantear un "what if..."
NOTA 3: Posteen comentarios porfa xD